viernes, 31 de mayo de 2024

EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Recuerdo de la Feria del Libro de Madrid, 2014
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

EN LA FERIA DEL LIBRO


  En el ambiente crecido y primaveral de los últimos años tras la pandemia, hoy comienza la Feria del Libro de Madrid, instalada en el Paseo de Coches del reito. Son 359 casetas que acogen a más de doscientas editoriales, un largo centenar de librerías, distribuidoras y organismos oficiales. En esta esta ocasión no hay país invitado sino que el núcleo celebratorio al que se dedicarán actividades, debates y mesas redondas girará en torno al deporte y sus valores culturales y de socialización.

   Esperemos que la metereología sea benevolente y que el tradicional enemigo de la feria, la lluvia, respete en la mayor parte de los días el normal desarrollo de las firmas previstas, que llegan a su máximo nivel el fin de semana. Mañana sábado de 12, 30 a 14 horas, me toca firmar en la caseta 107 de Editorial Lastura ejemplares de mi libro de microrrelatos Fuera de guion.

   En ese ambiente de plenitud y mediodía se hace inevitable recordar a los grandes escritores de siempre que me han dedicado en las sucesivas convocatorias sus novedades editoriales: José Saramago, José Hierro, Mario Vargas llosa, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes y un puñado de autores que conforman la primera línea de la literatura contemporánea.

   En 2011, con la edición Ropa de calle. La poesía de Luis García Montero, un estudio antología sobre Luis García Montero, la firma personal convocó en la caseta de Anaya-Cátedra a un buen número de ripenses, poetas amigos y  compañeros de la vida cultural de Madrid. En un ambiente distendido y cordial, fui plasmando dedicatorias y explicando el anecdotario de un libro que marcó mi mejor registro de ventas en la Feria. A ver si hay suerte y este año se repite el éxito.



   

jueves, 30 de mayo de 2024

EL GORRIÓN


 
EL GORRIÓN
 
Nómada todavía
en la ladera azul del horizonte,
el gorrión acampa
junto al césped maltrecho
que guarda mi sombrilla.
Alzo curioso el párpado
y más allá de mí
el pico engulle
un cómplice silencio sensorial.
A resguardo, las alas
se remansan,
suturan un paréntesis fugaz;
los pliegues del plumaje
son destellos de sol sobre los hombros.
 
Cumplida la tarea,
se adentra en lo distancia
la renacida alquimia de voluntad y vuelo.
Pone tildes el aire
en las vocales de un lugar perdido.
Sin pronunciar palabras,
queda en el surco abierto
del testigo el rumor apacible
de lo que permanece;
el tanteo frugal 
que cobija la ausencia.
 
Después, todo retorna;
es alegría intacta la lumbre del comienzo.
Otra vez, solitario,
vuelvo al libro y perdura
en el opaco limo del poema
ese punto de quiebra de otro vuelo,
el reclamo oferente de una miga de pan.

         (Del libro Nadar en seco, 2023)



            

miércoles, 29 de mayo de 2024

CRÍTICO DOCTUS


 

CRÍTICO DOCTUS

 

(En el espejo)

 

Cada final de año literario, se desperezan los balances. Es la hora justa para que imparta su lección desde el púlpito el crítico doctus. La tarea es universal y conocida: elaborar una intimidante selección de libros. No concede ni un gramo de sabiduría al gusto popular, a ese lector voluntarioso de exigencias humildes. Solo quiere complacer la exultante pedantería de su yo; convertir la lectura en un lecho de hielo inhabitable.






martes, 28 de mayo de 2024

AHORA QUE ES TARDE

ALGA. Revista de Literatura
Nº 91-92
Castelldefels, Barcelona, 2024
Dirección:
Goya Gutiérrez Lanero

        EL SUELO MOVEDIZO DEL POEMA

 
   Para reflexionar sobre el misterioso encuentro con el poema resulta útil una panorámica del trayecto. Una antología personal no es una aleatoria colección de poemas sino un libro unitario, orgánico, con meditada articulación formal, contenidos selectos y un deambular marcado. Alude Ahora que es tarde. Poesía 1990-2020 (La Garúa, 2020) al recorrido de tres décadas de escritura. Diez poemarios que mantiene un orden cronológico, con el añadido de inéditos de la obra en marcha Nadar en seco que se publicaría en 2022. Las composiciones asumen esencialidad y despojamiento: ser claro es ser preciso.
   En mi poesía prevalecen unos cuantos temas que imponen su presencia de manera más o menos continua. La entidad del personaje y las variantes de su dimensión existencial ya están en “Heterónomos”, poema que aporta Rotonda con estatuas, carta de amanecida, editada en 1990; la fisonomía del sujeto inspira también composiciones de entregas posteriores como “El otro” y “Autobiografía”.
  No basta con existir; muchas veces ocupa la atención lo antagónico, aquello que conspira contra las previsibles coordenadas del deambular cotidiano. El enemigo está ahí, forma parte de nuestra soledad; su lucidez pone en duda convencionalismos y contradicciones, descubre el suelo movedizo de los dogmas. Son las pautas de Enemigo leal, donde la ironía también es una forma de aceptar los hechos consumados.
   La lógica utilitaria inspira el título de Población activa cuyo primer poema “El arte de vivir los lunes” objetiva el tedio con un tono frío, acto para confirmar la sospecha de un horizonte limitado: hoy como ayer, mañana como hoy. Las similitudes entre el yo biográfico y el ser literario abundan en Población activa, Causas y efectos y La noche en blanco, con referentes sentimentales que hacen de la convivencia una indagación sostenida. En Causas y efectos el anecdotario biográfico cobre mayor presencia: los días de infancia, la presencia del padre, el aprendizaje sentimental y la fuerza de enlace con la realidad. Si manipulamos la proclama de Rimbaud que convertía al yo en otro, el aserto es igualmente válida: el otro es yo.
   El espíritu romántico de Gustavo Adolfo Bécquer tuvo conciencia de que el sueño es núcleo y actitud poética. No son pocos los momentos donde resulta difícil discernir qué cosas sucedieron o cuáles son fragmentos oníricos. Creo en una sensibilidad sutil y etérea que saca a la realidad de su letargo para explorar interiores.
   Fernando Pessoa añadió una nueva dimensión al viaje; el supuesto enriquecimiento que depara el camino se convierte en copioso inventario de pérdidas; desde este registro escribí los poemas de Largo recorrido que emplea como único metro versal el endecasílabo para subrayar la monotonía.
   En la poesía realista el empleo frecuente de la primera persona, tan apropiado para el tono meditativo, tiende a confundir el ser poemático y el biográfico. Son entidades distintas, aunque emparentadas: el primero se nutre del fondo de experiencias vivido o imaginario de quien escribe. En  La noche en blanco el yo poético se enfrenta a un estado temporal de vigilia. Fármacos y relajación para conciliar el sueño han fracasado y anida en las papilas ese sabor acre en el que los relojes laten con obstinada pereza. En ese lapso el sujeto se aplica en la construcción de otra presencia, crea un ser con el que accede a desiguales estratos emocionales. Asistimos al despliegue hacia un ideal que hace suyo un aserto de Julio Cortázar: “creo que soy porque te invento”. Ese conocimiento se inicia junto al mar, siempre símbolo de plenitud y apertura. Los entornos naturales tienen algo de verdad que existe frente a las mudanzas; en ellos percibimos un ritmo sosegado, vivificador, que se transmite al espíritu. El poema no se atiene a las exigencias de la descripción; busca intersecciones, hay una identificación con el paisaje físico. Es una presencia necesaria que impregna los tejidos; alrededor están los objetos domésticos, el ámbito cercano que nos pertenece. También otras circunstancias que, en apariencia, no nos rozan pero que representan ámbitos amargos de la existencia, donde la mirada incide en la desposesión y el vacío. Cada proyecto personal está condicionado por la creciente jerarquía social que condiciona el libre albedrío. A la tesis de Jean Paul Sastre “estamos condenados a ser libres” hay que añadir que tal destino no habla de condiciones sombrías.
   Mis poemas no están exentos de ironía, acaso por los efectos lectores del verbo nihilista de José María Fonollosa. El pacto de convivencia, casi de modo inadvertido, va perdiendo su capacidad de asombro y, poco a poco, el espejo refleja rasgos de soledad. Cuando la incomunicación se evidencia, el diálogo con el otro enmudece. La creación es una estrategia para superar ese estado de islas.
   Llega la amanecida; vuelve el ahora y el tedio, la rutina de lo laborable: el análisis de la realidad. Hemos buceado en los interiores de un espejismo y corresponde el repliegue en lo individual. El final de la historia tiene el regusto de la melancolía, un sentido agónico, como este delicado haiku de Bashô: “Habiendo enfermado en el camino, / mis sueños / merodean por páramos yermos”.
   En el balance Ahora que es tarde una trama argumental, un hilo invisible que reordena el discurrir de los poemas: el aprendizaje de la decepción. Más que desánimo individual, se habla de un estado vital. Joan Margarit ha definido este andén con precisión demoledora: ”Llega el tiempo de no esperar a nadie”, de saber que ya, cuando parpadea la amanecida, es tarde. Nos queda la palabra, la tos convulsa del poema, y dispuesto a alzarse sobre los derrumbes el andamiaje artesanal de la esperanza.
 
José Luis Morante
 
 

 

lunes, 27 de mayo de 2024

GREGORIO LURI. UNA TRISTE BÚSQUEDA DE ALEGRÍA

Una triste búsqueda de alegría
Gregorio Luri
Nota de contracubierta de Enrique García-Máiquez
La Isla de Siltolá ediciones
Sevilla, 2024

 

DIMENSIONES DEL PENSAR

 
   En el aforismo se hacen posibles todas las dimensiones del pensar. Su riesgo verbal impulsa un trasiego de pasos en el pensamiento, cuya intensidad imaginativa percibe el pluralismo de las propuestas, los heterogéneos materiales de lo diverso. Todo se hace afán cognitivo, voluntad fuerte para desenredar los silencios. Gregorio Luri se estrena en la estrategia expresiva del decir mínimo con Aforismos que nunca contaré a mis hijos, libro publicado en 2015, también por La Isla de Siltolá . Nacido en Azagra (Navarra) en 1955 y residente desde hace muchos años en Barcelona, tiene una amplia experiencia docente que aglutina todos los peldaños educativos (primaria, secundaria y universidad). Es autor de más de una veintena de entregas. Además ha prologado numerosas publicaciones y también ha colaborado en diversas obras colectivas. Tan amplio legado ha sido reconocido con premios como el Baldiri i Rexach en 1982, el Premio de ensayo Juan Gil Albert en 2001, la mención especial del II Premio de Ensayo Breve en 2003, el Premio Ensayo Breve en 2004 y el Premio Mejora tu Escuela Pública en 2017.
   La filosofía se acerca a la realidad para asumir, en su silencio mineral, los estratos más firmes, aquellos por donde caminan los grandes interrogantes existenciales. De ahí, la sostenida tendencia a la introspección reflexiva y los postulados del hábitat colectivo, analizados con el rigor de la lógica: “Lo que el sentido común no sepa poner en la vida, no sabrá ponerlo la filosofía”. Son claves explicativas que interpretan los síntomas literarios de esta compilación, donde las señas de identidad del momento histórico reciente afloran con nitidez: “No podemos andar despreciando nuestro tiempo sin acabar damnificados por nuestro desprecio”.
   El contradictorio presente ha convertido las redes sociales en mentideros de opinión y en escaparates de exhibicionismo argumental. “Las aporías de la convivencia” están marcadas por los insistentes cantos de sirena del progreso tecnológico, los vestigios de la globalización, la pujanza del mercado siempre cómplice de los poderes financieros y mediáticos que anulan el pensamiento crítico y las exacerbadas asimetrías sociales que abren grietas en cualquier mapa. En este contexto se gesta la épica de la formación personal y la educación sentimental de un sujeto omnisciente que debe recorrer una doble senda: el espacio interior de su conciencia y las aceras de un yo solidario, social, que forma parte de un cuerpo maleable y colectivo, propicio a la idealización y la esperanza: “Es soberano el que consigue hacer creíble una determinada relación entre lo real y lo posible”. Dentro de la conciencia del yo pensante, razón y sentimientos conviven en un tiempo de desasosiego y contradicciones: “El cadáver es el hombre que ha dejado de hacerse ilusiones sobre sí mismo”.
  Escueta en los formatos de relación entre palabras e ideas, la capacidad concisa de Una triste búsqueda de alegría solo requiere dos o tres líneas para sus enunciados paradójicos, esos fragmentos de verdad que buscan el todo. Veamos algunos ejemplos al paso de su eficiencia comunicativa: “El sueño es un ejercicio de humildad realista”, “El hombre libre es aquel que no culpa a nadie ni de sus traspiés ni de su estatura”, “Ser sabio es, probablemente, mantenerse sereno en el naufragio”, “El pensamiento avanza sobre la decepción de lo dicho”.
   Con recorrido similar en su afán de explorar la naturaleza humana y su metafísica cotidiana, pero con un evidente epitelio de ironía, algunos aforismos de Gregorio Luri cimentan un escepticismo adquirido en la guerra de guerrillas contra el tiempo: “Lo que suele entenderse por pensamiento crítico cabe en cuatro pancartas”, “Habitar la caverna es decorarla con las ilusiones del futuro”, “La vida vivida se sostiene sobre la vida imaginada”, “Olvidé la respuesta a la pregunta que también he olvidado. Pero recuerdo que tenía una buena pregunta y una magnífica respuesta. Cosa que también olvidaré.”
  En las páginas de Una triste búsqueda de la alegría la voluntad ética se empeña en conocer los propios límites. Piensa en el hombre como ser histórico que añade a lo real el incansable fluir de lo posible. Se hace necesario imaginar y construir,. Buscar emplazamiento habitable a los pasos perdidos del yo pensante para que se asome al nuevo día con la luz encendida de las convicciones. En su transitar minimalista, Gregorio Luri discurre con naturalidad desde el lenguaje del autoconocimiento. Nunca desaparece el afán de hilvanar causas y efectos, palabras y presencias, las improbables formas de comprender al otro. Aunque la imagen más atinada del mundo se corresponda, tal vez, con un relato de ruido y furia, las lecciones de la lógica advierten que “No hay que reducir la búsqueda a una triste búsqueda de alegría (que es el destino de la filosofía). Aunque estén en el margen, siempre regresan las amanecidas, los principios básicos de lo posible; hay que hacer del optimismo un norte del decir y hacer, una verdad consoladora.
 
JOSÉ LUIS MORANTE



domingo, 26 de mayo de 2024

EL OTRO

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Archivo de
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EL OTRO

Le conozco muy bien, sé lo que piensa
-por más que la certeza suene a pedantería-.
Ama cuanto yo amo y a menudo acostumbra
a confundir rutina y existencia;
como yo justifica el razonable precio
por encima del cual se vendería,
como yo gesticula, como yo decepciona;
si aparezco vencido él no oculta sus síntomas
de claro agotamiento y he de anotar
con cuánta diligencia
acude a mi llamada silenciosa.
Hablaría del amigo perfecto para el viaje.
Lo impide su manía de guardar la distancia.
Siempre está al otro lado del espejo.

                         JOSÉ LUIS MORANTE

(De la antología Ahora que es tarde, 1990-2020, La Garúa)





sábado, 25 de mayo de 2024

CRISTINA PENALVA PASTOR. LA PALABRA INVISIBLE

La palabra invisible
Cristina Penalva Pastor
Prólogo de María Ángeles Pérez López
Textos de cierre
de
José Pejó Vernis
Ángela Serna
Stefania Di Leo: 
Ediciones La Palma
Boadilla del Monte, Madrid, 2023

 

INTROSPECCIONES


  Frente a la proyección de su gestión organizativa, que ha convertido a Cristina Penalva Pastor en una de los promotoras más activas del entorno cultural de Alcalá de Henares, la estela poética de la escritora es un camino de sombras y permanece inédita casi al completo. En el devenir temporal de las últimas décadas ha colaborado en algunas publicaciones escritas y aparece también en muestras antológicas como Horizontes poéticos, selección traducida al rumano por la poeta y traductora Elisabeta Botan. De la extensa lluvia de inéditos, pese a la persistente vocación creadora, solo emerge la entrega La palabra invisible, un atinado rescate de Elsa López, quien propició  la oportuna vía de acceso al catálogo de Ediciones La Palma.
   La propuesta verbal de Cristina Penalva Pastor, técnica en publicidad y comunicación y responsable editorial de la revista Perfiles, acoge como umbral un cálido apunte prologal de la poeta, ensayista, editora y profesora universitaria María Ángeles Pérez-López. El texto es una meditada reconstrucción de impresiones al paso que alumbra la no pertenencia a etiquetados reduccionistas ni tribus literarias; con profundo anhelo vocacional, quien escribe “habla un idioma propio, telúrico y sideral” que se adensa en lo invisible para sondear el desamparo existencial, la culpada humillación de los sueños que no emprenden vuelo a pesar de su impulso ascensional.
   Sospecho que en la escritura de esta autora, con genealogía armónica como hija y nieta de músicos, el periplo biográfico conforma el mejor acuífero subterráneo de las palabras. El trazado poético busca dentro la razón de escritura, el legado de contingencias verbales que cabe entre las grietas del lenguaje. Con un verso cuajado de imágenes explora lo profundo; ese lugar donde conviven intuiciones y sentimientos, memoria de los propios instantes personales y secuencias que salen a la luz de la memoria con la cadencia reflexiva de lo autobiográfico.
   Creo también que la intensa musicalidad de estos versos muestra afinidades con el desempeño laboral del trabajo en radio que aglutina una extensa experiencia de oralidad como productora, guionista y conductora del programa «LETRA Pequeña» de la Radio Universitaria de Alcalá de Henares, y del programa de Radio Bukowski, «Desde el otro lado del Mar». De ese desvelo por la cadencia, nace en voz baja el aliento del aire, el rumor sosegado del poema que remonta las laderas del silencio para explorar a solas el terco deambular de la conciencia, el desandar de quien invierte la distancia gastada del trayecto para culminar el viaje a la raíz.
   Queda en el mapa de la memoria, cobijada ante cualquier asepsia sombría, el asombro infantil de la niñez, los destellos de una contemplación que buscaba la esencia de las cosas pequeñas. Esa lluvia de pétalos, cálida y acogedora, que alejaba del desamparo y la desolación. Sin embargo, el tiempo, “ese hilo sutil que conecta el tiempo con el tiempo” siembra erosiones y pérdidas y se hace desierto, un expandido mar de dunas en donde se pierde la caligrafía del yo, esa crónica íntima que mimetiza el dolor. La palabra aporta intensidad emocional, necesidad de escribir para mitigar el aislamiento y la sensación de soledad. Da cauce al afán de escritura constante que hace del poema terapia, caligrafía contra el delirio y testimonio: “Veo la poesía en los ojos de la tierra / me arrulla en cada gota que mana / en cada flor que grita hasta el delirio / y tirita en playas de lava incandescente”.
   En la voluntad autobiográfica de las composiciones perdura con paso firme la silueta deforme de la muerte como clausura de la última etapa existencial. Su presencia conforma una continua sensación de temporalidad y finitud, como si fuera inevitable en los episodios vitales mostrar a todos la sencillez de sus secretos. Se suceden en las cadencias textuales las reflexiones y pensamientos; el tantear de la escritura que busca conocer lo inexpresable desde “un arrabal de palabras imprecisas” pero capaz de construir un refugio vital, un arcoíris con techo.
   La edición de La palabra invisible de Cristina Penalva Pastor añade como coda un poema de José Pejó Vernis, escritor que, hasta su ausencia final, hizo de la amistad un tronco fuerte de sensibilidad y coherencia, junto a dos artículos críticos. El primero, “Al abrazo de la luz”, firmado por Ángela Serna, busca en el hilo suelto del poema el discurrir entre lo profano y lo sagrado para que se abra el surco de la palabra y suelte al aire cromatismos y aromas, la sed nunca saciada del adentro más hondo. Por su parte, la profesora universitaria y traductora Stefania Di Leo explora la intensidad imaginativa de La palabra invisible ahondando en un discurso lírico, abierto a una multiplicidad temática, como metáfora de la existencia. En la singularidad del yo reverbera en la conciencia una clara meditación sobre la pérdida y la conmoción que produce habitar la sombra y existir sin entender; a solas se impacientan los pasos del retorno hacia un espejo, una esperanza en gris que abriga en su interior el consuelo tenaz de la poesía.  

JOSÉ LUIS MORANTE



  

viernes, 24 de mayo de 2024

FELIX GRANDE. MEMORIA DE POETA CON LUZ

Félix Grande
(Mérida, 1937-Madrid, 2014)

                                     

FÉLIX GRANDE 

   No es accidental que el lúcido intelecto de Ernesto Sábato, en las páginas autobiográficas de España en los diarios de mi vejez – Círculo de Lectores, 2004- anote este emotivo comentario: ”Siempre que llego a España, lo primero es llamar a Félix. Si escribo sobre la amistad, es en él en quien pienso, es él a quien estoy evocando”. Desde el comienzo de la década del noventa, cuando daba los primeros pasos la revista Prima Littera, que yo coordinaba, puedo dar testimonio personal de que la siembra de enlaces con los demás es un rasgo definidor del carácter de Félix Grande. Al hablar de Fernando Pessoa, el poeta portugués, convicto creador de máscaras, argumentaba Octavio Paz que el poeta no tiene biografía. Félix Grande contradice este juicio; su escritura está marcada por el latido vital, un impulso constante y perenne motivo de reflexión. Un poema de Taranto rescata su nacimiento en Mérida, el 4 de febrero de 1937. Eran días de cielos encapotados y brumoso porvenir, con un padre soldado, una madre afanándose en lavar ropas y curar desgarros en el hospital de San Juan de Dios, y un país inmerso en una desgarradora contienda fratricida.  
   Para afrontar carencias la familia se traslada al municipio manchego de Tomelloso. Es el pueblo natal de los padres. Allí nacieron siete hijos, de los cuales mueren cuatro, y allí vivirá el poeta días infantiles, adolescencia y juventud. El ambiente rural de aquel entorno se plasma con destreza y un epitelio de idealización en La balada del abuelo Palancas, una novela concebida como crónica familiar que entrevera el recorrido de tres generaciones. En ella se expande una periferia cuajada de personajes de gran fuerza moral, frente a la deshumanización perdida en las esquinas de la urbe.
   La pobreza se mitiga con una pequeña tienda de ultramarinos y algunos animales domésticos; los contados ingresos y las estrecheces obligan al padre a emigrar y a los hijos a ejercer diferentes oficios. Félix Grande será pastor, dependiente, oficinista; resuenan las dificultades para conseguir el sustento diario; la necesidad es una forma de aprendizaje.
    En Tomelloso despierta el interés por los libros. Comienza con avidez la formación literaria del muchacho, alentada por el criterio de Eladio Cabañero, quien le  orienta hacia los poetas del 27 y le descubre a Antonio Machado y Miguel Hernández, lecturas alejadas de los modelos inmediatos del garcilasismo oficial.
    En 1957 se traslada a Madrid; cifra ilusiones en la escritura, pero subsistir exige puestos temporales, como administrativo o vendedor ambulante, hasta que en 1961 es contratado como corrector de pruebas en Cuadernos Hispanoamericanos. Trabajaría con Luis Rosales y con José Antonio Maravall, a quien sustituye, años más tarde, como director de la revista, comenzando un largo periodo al frente de la publicación que abarca desde 1983 a 1996.  
   En 1963 contrae matrimonio con Francisca Aguirre, hija del pintor republicano Lorenzo Aguirre, fusilado en la guerra civil. Se conocieron en el Ateneo de Madrid donde el poeta José Hierro coordinaba un ciclo de recitales en el que intervendrá un inédito Félix Grande. Al año siguiente amanece su primer libro, Las piedras, aunque sean anteriores los poemas de Taranto
   Quedan para otro momento sus incursiones en la ficción, la práctica del columnismo en prensa escrita y el ensayo para explorar, como único objetivo de este acercamiento  al itinerario creador, las cualidades vectoriales de su obra poética.
   Taranto prologa la lírica completa de Félix Grande que la editorial Anthropos presentó en Biografía, título que reúne siete entregas. Es un homenaje a César Vallejo, fechado en 1961, que enraíza con la voz torrencial del peruano. Debe a Carlos Sahagún la admiración por el autor latinoamericano: el poeta del cincuenta se sabe de memoria  composiciones deslumbrantes; algunas semejanzas biográficas, –familia numerosa, ambiente rural- y el carácter apasionado de un muchacho seducido por una estética y un lenguaje en el que cada palabra es semilla, han fomentado el magisterio de César Vallejo. En Taranto están la travesía existencial del yo y los pilares de la casa paterna, clavados con ternura y cansancio para aguantar el rigor de la pobreza.
   Con un título henchido de simbolismo, Las piedras, formado por compasiones fechadas entre 1958 y 1962, fue carta de presentación. La piedra es símbolo de mansedumbre y estar, una manera de soportar el paso de los días. Las voces que resuenan en estas composiciones inciden en la meditación temporal: Quevedo, Rilke o Antonio Machado nutren el enfoque de quien sabe que el tiempo es una larga dolencia que arrastra hacia la noche tibia del olvido.
   Las piedras  aborda la intimidad del hablante verbal. Mantiene una cuidada expresión poética y un tono uniforme. Consiguió en 1963 el Premio Adonais. Su publicación, al año siguiente, en Rialp significó la incorporación de facto al horizonte poético nacional. La voluntad unificadora de la crítica lo adscribió en la nómina del sesenta –junto a Miguel Fernández, Ángel García López, Rafael Soto Vergés Diego Jesús Jiménez, Antonio Hernández o Manuel Ríos…- cuyos rasgos fundacionales de grupo serían: atención formal, rechazo de la comunicación denotativa, vuelta al irracionalismo y tendencia a lo real trascendido.
   Félix Grande se considera un músico frustrado. Durante años aprendió guitarra, aunque nunca fue instrumentista profesional; sin embargo, su melomanía es constante en la titulación de sus entregas, en las tramas, en su tarea ensayística y en las relaciones personales con destacadas figuras de la música. El poemario que más subraya esta pasión por las estructuras sonoras es Música amenazada, libro que obtuvo el premio Guipúzcoa en 1965.
   Sobrevuela un tiempo de tristeza en el ambiente inhóspito de la gran ciudad. Hay alusiones a los días de infancia y a ocupaciones humildes que se rememoran con temblor inocente. El sujeto poético parece instalado en la desgana y en la decepción. Consume en el insomnio sus recuerdos, rescata hábitos y sombras. En esta angustia, la música es sosiego. La partitura resulta un antídoto contra el principio de realidad, donde cada sujeto es un superviviente a la deriva.
   Blanco Spiritual  (1967) es un poemario innovador en lo formal que prosigue la línea de la mirada crítica del yo poético ante la cotidianidad. El lenguaje se hace creativo, se convulsiona la norma ortográfica, se resquebraja lo discursivo para introducir en el argumento materiales de acarreo que entrelazan sintaxis coloquial con resonancias literarias, términos cultos y versos remozados buscando una mayor intensidad comunicativa.
   El avance del libro integra alusiones a narradores como Faulkner o Cortázar y a poetas como Cesare Pavese, CésarVallejo y Rubén Darío. Como el canto primigenio y dramático del negro espiritual, el poemario entona una queja honda y colectiva en el que el yo forma parte de una derrota que adviene de una miseria tentacular. La palabra da voz a los oprimidos; la mirada contempla con el ceño fruncido los rasgos de un espacio y un tiempo en el que llueve sobre mojado. Una conciencia social vigilante se implica en lo cotidiano.
   Publicado en 1979 en Nueva estafeta, el breve poemario Film, escrito en 1967, se incorpora a la quinta edición de Biografía. La génesis del poema fue una circunstancia familiar cuyos efectos se fueron diluyendo al cabo del tiempo. El lenguaje cinematográfico presenta una historia amorosa cuya emotividad sufre la lógica de la reflexión. El acontecimiento sacude los sentidos hasta convertirse en material meditativo donde el yo se siente un Ulises que vuelve a la Itaca del ámbito doméstico, con la intención de recuperar los fragmentos de una rutina rota. La historia compartida se ha transformado en una elegía, en una parte de la memoria en la que se cobijan el miedo, la culpa y el conflicto de mirar hacia el mañana.
 
   El entrañable verso de Pablo Neruda “Puedo escribir los versos más tristes…” sirve de título a un poemario cuyas composiciones abarcan un lapso temporal entre 1967 y 1969. En él la lucidez se demora en los rincones del yo; los poemas sondean la propia intimidad con ternura incisiva. Está el remordimiento de la claudicación y la certeza de una existencia maltrecha, sólo redimida por los sentimientos y por la fortaleza de las palabras cuya persuasión permite alejar los fantasmas de la soledad.
  Es el único libro de Félix Grande escrito en prosa poética. La forma da un tono discursivo, como si cada texto encauzara un pensamiento. La composición final vuelve al verso libre y dirime el paso del reloj, manso e inadvertido que va acumulando vivencias, desde aquella primera luz de 1937 cuando el poeta viene al mundo, bajo el cielo encapotado de la guerra civil.
   Horacio Martín es el otro, un sujeto escindido y diferente, con una entidad alucinatoria. Él será el protagonista de Las rubáiyátas de Horacio Martín en una zona existencial en conflicto que acoge huellas de la experiencia vital. Algunos de sus poemas se adelantaron en revistas antes de confluir en la edición definitiva de 1978 que añadiría el conjunto Cuaderno de Lovaina y, posteriormente, los textos de Aparición. El yo lírico traza un itinerario biográfico. Es pariente lejano del complementario machadiano Abel Martín. Pone fin a su vida, según relata Félix Grande en el liminar Sobre el amor y la separación, en 1991.
  Carnalidad y erotismo son sustratos temáticos de un corpus que añade a los antecedentes culturales del poeta el legado oriental. La rubáiyáta es un poema conciso que celebra el gozo sensorial y fue cultivado con notable acierto por el poeta persa Omar Kheyyam, en el siglo XI.
   Frente a la servidumbre de lo establecido, Horacio Martín opta por la trasgresión, rechaza el ensimismamiento y desafía los valores al uso alentando una moral libre en la que da cauce a la libertad del corazón.   
    Félix Grande justifica el devenir imaginario de Horacio Martín en una carta prólogo que incide en lecturas, hastíos, heterónimos ajenos y esa personalidad escindida en la que se yuxtaponen  perfiles desconocidos. La prosa descubre los singulares rasgos de un carácter desconcertante, alude a las inquietudes de Horacio y a ese constante diálogo con la carne que se plasmará en los poemas. Los versos de la sección “Cuaderno de Lovaina” hablan de huida, angustia y soledad porque el esfuerzo de olvidar resulta baldío. En la nostalgia de los cuerpos amados hay una sensación de frío; sobre la piel se siente el abandono de la felicidad.
   Otra carta, fechada en Madrid, en julio de 1976, cierra el periplo de Horacio Martín. La destinataria es Doina, esposa del heterónomo, bautizada con un sustantivo que define una música popular rumana. El añadido de “Aparición” quiebra el sosiego de Horacio que vuelve a encuadrarse en el gremio de amantes desvelados que buscan una fuerza motriz para dar cumplimiento a su destino.
   La noria clausura, en apariencia, la producción poética de Félix Grande. Es una colección que resalta la diversidad de motivos por el dilatado tiempo de escritura. Está el intimismo, la veta amorosa y un florilegio de homenajes.
   Figura como preludio una poética; el asunto metaliterario utiliza una prosa discursiva que permite un alejamiento de las vicisitudes del yo biográfico y un tono ensayístico de objetividad. “Mágico abuelo” rescata la sombra de Antonio Machado, arquetipo de sabiduría moldeado por el pasar de los años; el roce de su palabra se convierte en voz de compañía y remedio contra la soledad.
   Se mencionan artistas plásticos, como el pintor figurativo Antonio López, junto a cantaores flamencos y poetas. En el recuerdo están Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Carlos Edmundo de Ory, o la innominada presencia de Luis Rosales en el trasfondo de “Nocturno”.
   La progresiva depuración de ornatos y el tono coloquial de la nana o la canción se emparentan con algunos poemas escritos con un lenguaje preciso y directo.
   El cauce expresivo es polimorfo y hay composiciones que nacen como ejercicios miméticos: “Las nanas de la cebolla” de Miguel Hernández inspira “Las nanas de la metralla” y una situación semejante se produce respecto a las odas elementales de Pablo Neruda. Otra poética, esta vez en verso, más existencial que lingüística.
   Tras más de tres décadas de silencio poético, ha sido una sorpresa que la obra reunida en Biografía se prolongara, en la edición auspiciada por Galaxia/Gutenberg, con el poemario de casi mil versos La cabellera de la Shoá. El largo aliento de la composición tiene como detonante concreto la visita del poeta al campo de exterminio nazi de Auschwitz. Allí descubre horrorizado casi dos toneladas de pelo de mujer que son la prueba tétrica del más repulsivo horror y la barbarie. Esa percepción convulsiona la quietud de las palabras que vuelven a aflorar, integradas en una cadencia de letanía solemne y versicular.
   Un año después cierra la obra lírica del escritor Libro de familia. En él toma cuerpo la voz evocativa. Con insoportable claridad, regresan desde el pasado las cicatrices frescas de los días, esas fotografías en blanco y negro del desamparo que pueblan los corredores de los días de infancia, que nunca fue ese espacio áureo de la inocencia ilusa  sino el cauce en estiaje de vivir a la contra. La poesía de Félix Grande alienta un protagonista poemático implicado en las circunstancias históricas. Su palabra se torna rebeldía contra la condición de ser, impregnada de temporalidad. En su poesía está la palabra necesaria, la trama de vivencias, fracasos y logros que teje la existencia, una existencia que el 30 de enero de 2014 cumplía el brusco abatimiento del final.

JOSÉ LUIS MORANTE


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 21 de mayo de 2024

EXIGENCIAS

Volver al día

 

EXIGENCIAS

 

   No basta la buena intención. Para  que  el itinerario personal cruce el umbral de lo permanente y busque pronto ese cielo de fondo del lector debe cumplir, de forma imprescindible, algunas exigencias. Cuánto emociona escuchar su voz dubitativa en el taller. La literatura es un encuentro pactado entre dos comensales: el autor y las palabras; son dos caminos que se juntan en un punto de cruce, ajenos al invierno, para firmar acuerdos y pactos comunes. Cada gota pregunta donde debe guardar su transparencia. Cada género asciende a su peldaño para depositar en él sus huellas firmes: el ensayo, el sentido cartesiano, a salvo de cualquier disgregación; el aforismo la persuasión pedagógica y la prolongación del pensamiento; el relato la complicidad y la pequeña magia del final; la novela, el paso libre de los argumentos y  la inteligencia ordenadora en el rumbo de los personajes; y la poesía, el misterio vespertino de la insinuación, el no sé qué que queda balbuciendo. El escritor preserva la intuición creadora, la riqueza emocional y la mano fuerte de un día laborioso que consume su luz en un instante.

(Ontología de tinta)



 

 

domingo, 19 de mayo de 2024

EL DINOSAURIO

Espejismos
Imagen
de 
la cadena BBC

 

EL DINOSAURIO

 

   Fue un repliegue callado. Una mañana el dinosaurio se ausentó y al despertarme ya no estaba allí. Desde entonces  la tibieza de mi dormitorio ha perdido su foco de luz, ese punto exacto donde fijar la mirada. No dejo de preguntarme qué provocó su ausencia, mientras guardo un colmado reguero de palabras no dichas. El recuerdo marca huellas en mí. A la distancia justa la soledad del dinosaurio busca rescoldo en otros ojos.

(De Cuentos diminutos)






 

 

sábado, 18 de mayo de 2024

MUDANZAS

Ý nueva casa...
Fotografía
de
Internet

 

MUDANZAS

 
 
Aurora. En los cristales de la buhardilla el beso tibio de un sol cordial. Se nubla pronto.
 
Días en los que la calle tiene cara de resentimiento con cuaderno de agravios.
 
Entre las sábanas, lluvia sin olor; un goteo neutral.
 
Con los nuevos libros actúo como un propietario impaciente. No dejo que se duerman.
 
¿Por qué lo sencillo es siempre tan complicado?
 
Soy parte de su vida, me dice, observando, abstraída, una telaraña.
 
Una amistad discreta. Como un hule de plástico, sopa de sobre y maceta de supermercado.
 
Cuando me visita la incertidumbre en el correo, vacío la bandeja de entrada. Después pongo a cada mensaje no leído las palabras justas.

(Horario de sábado)



viernes, 17 de mayo de 2024

JOSEFINA AGUILAR RECUENCO. LEONORA DENTRO

Leonora dentro
Josefina Aguilar Recuenco
XLII Premio Leonor de Poesía 2023
Ediciones de la Excma Diputación de Soria
Soria, 2024

 

LA SED DESPUÉS DEL VASO
 

 
   La decisión del jurado literario del XLII premio Leonor de Poesía, que convoca la Diputación Provincial de Soria, confirma la presencia de Josefina Aguilar Recuenco (Almería, 1971) entre las voces más reconocidas del mapa lírico actual. Autora de una escogida estela de poemarios, en un intervalo temporal muy breve, que arranca en 2016 con el libro Overbooking en el Paraíso, la poeta almeriense y profesora de Enseñanza Secundaria, singulariza su entrega Leonora dentro con el formato reflexivo de la prosa poética. De inmediato clarifica que el título alude a la pintora surrealista Leonora Carrington. La artista, nacida en Inglaterra el 6 de abril de 1917, se nacionalizó en México y fue una de las pintoras más importantes del surrealismo latinoamericano. Su biografía hizo de la desmesura normalidad. Eso se percibe muy bien en el cauce profundo del poemario Leonora dentro que tiene como brújula expresiva el relato novelado Memoria de abajo. Rebelde activa, Leonora rechazó, en su etapa juvenil, las convenciones burguesas de sus progenitores, abrazó la rebeldía y el nomadismo viajero, fue pareja en Paris del pintor Max Ernst y conoció a las figuras piramidales más aclamadas del vanguardismo surrealista del momento, Picasso, Dalí o Breton, artistas plásticos muy reconocidos frente a la condición marginal del yo femenino. El estallido de la II Guerra mundial aconseja huir a España, donde su padre propicia el ingreso en un psiquiátrico de Santander. Allí escribirá la narración autobiográfica Memorias de abajo en torno a los estratos del subconsciente, sus vivencias, delirios y apariciones oníricas.
   La voz poética de Leonora dentro destila un largo monólogo interior. Se hace un cauce enunciativo fragmentario que recorre sentimiento y razón ladera abajo, como si explorase el denso bosque de sombras de la conciencia. Busca claros en medio del frío. La imagen visionaria de los elementos cercanos de alrededor procede de la confrontación con el entorno familiar. La tiranía monolítica paterna hace del sanatorio un espacio aterido de introspección. Con bellísimas imágenes, procedentes de un pensamiento onírico y alejado del gregarismo cotidiano, Josefina Aguilar Recuenco indaga el pensamiento vivo de Leonora y abre las claves al moldeo de una identidad que habita fuera del tiempo, en la humedad silenciosa de su propia madriguera. Quien bucea en sí misma sólo encuentra sitio para la orfandad. Está a trasmano de la norma social del tiempo. Es periferia de esperanza que vislumbra un mañana sin andén.
  El lugar del poema se define como cárcel mental. Alza un espacio de reclusión que condiciona y margina el paso de los días. Se convierte en un poblado nido de fantasmas dispuestos a confundir realidad y sueños. Un cosmos difuso que no duda en emplear la camisa de fuerza para diluir las hebras más pequeñas de libertad y mediodía y hacer de la cama un núcleo fetal de miedos y soledad.
  También los recuerdos afloran, como si fueran adherencias cutáneas que muestran los síntomas de otro tiempo. En 1939, el régimen de Vichy declaró enemigo ideológico al artista Marx Ernst y la persecución aconsejó la separación de la pareja. Toca sobrevivir a solas, vadear las raíces del tiempo y abrazar la huida. Pero el pavoroso destino en el psiquiátrico rompe el epitelio de la rutina cotidiana; sobre la piel asoma la cicatriz abierta de la locura y la supuesta desestabilización psíquica. Las ventanas reflejan un pozo de extrañeza, una náusea infinita que discurre aferrada a las horas. La huida no encuentra puerta y el lugar alza muros a una hornacina de frío.
  Leonora dentro es un extenso poema río; un monólogo dramático pleno de luz sobre el misterioso cataclismo de la locura. En el fluir verbal de Josefina Aguilar Recuenco Leonora vuelve a la habitación con vistas del presente para fundir lo místico y lo sagrado, un poblado imaginario de seres brumosos, que sorben la razón y se despliegan en el aire libre del surrealismo: “Dios pinta un huevo que se derrite. La cáscara es piel de paloma que se quiebra en la vulva del bosque”. Son versos que dejan a ras de suelo la belleza, que golpean de lleno con su materia viva, que se adhieren al cuerpo para que percibamos como emerge del lodo y la duda incesante la esperanza y se hace amanecida y libertad.
  
                                                          

JOSÉ LUIS MORANTE 



jueves, 16 de mayo de 2024

LA VIDA EN EL BLOG: GOZOS Y SOMBRAS

Lejanía
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

GOZOS Y SOMBRAS  DE LA VIDA EN UN BLOG

TASIO LUNA

 José Luis Morante responde al teléfono de inmediato; madruga mucho y no tarda en volver a la tarea diaria en su blog Puentes de Papel, una bitácora que comenzó su andadura en 2010 y que sigue caminando con la solidez de quien despliega un mar ante los ojos. Con el poeta, aforista y crítico charlamos en el sosiego caluroso de mayo sobre los gozos y las sombras de su quehacer diario.

  ¿Satisfecho por el seguimiento de sus textos?

 Más que satisfecho, perplejo. No creía que la difusión de textos a través del blog alcanzara estas cifras. También abrumado por la generosidad de seguidores y amigos que me dedican su tiempo con paciencia encomiable. 

¿Qué aporta el blog como soporte literario?

 El blog borra distancias espaciales; llega a cualquier parte de nuestra geografía y solo demanda el interés de sus posibles lectores, la aceptación de un propósito didáctico. También la inmediatez del mensaje comunicativo y la respuesta que enriquece, a menudo, con los comentarios y opiniones de los amigos que reflexionan sobre los textos en las redes, a los que siempre procuro responder.

 ¿Qué papel juegan las imágenes en sus entradas?

 Complementan la escritura con referentes cercanos a los argumentos tratados. A veces son imágenes del archivo personal y otras proceden de internet; procuro que sean atractivas y den alguna pista sobre los contenidos de la entrada. Tengo la enorme fortuna de contar con presencias que convierten la fotografía en un mensaje visual.

 ¿Resulta gravoso renovar los textos casi a diario?

 Para mí es una costumbre, tras tantos años de práctica rutinaria. Tal vez más complejo que renovar las entradas es encontrar motivos habituales de interés. Compagino poemas, microrrelatos y reseñas… Estas últimas son las más áridas, pero juegan un papel esencial para llamar la atención sobre libros recientes.

 ¿Sus reseñas son para todos los públicos?

 No sé si entiendo bien la pregunta. Supongo que las reseñas están más dirigidas a un público más especializado, a un caminante habitual de la poesía que de este modo encuentra nombres o títulos que pueden ser de su agrado. Procuro además priorizar a autores jóvenes o menos conocidos. Y detesto los elogios gratuitos, lo mismo que los zarpazos que buscan hacer daño: si un libro no me gusta no lo comento.

 ¿Rivas-Vaciamadrid facilita su tarea como escritor?

 Es un entorno sosegado y hospitalario, pero escribiría igual en una ciudad de la meseta como Ávila, o en un pueblo de la costa mediterránea; la escritura es una necesidad vital, como la lectura. Por otra parte, me asomo muy poco a las calles literarias de mi pueblo. Hace unos años practicaba un activismo cultural diario, ahora prefiero el sedentarismo del ordenador y las estrategias digitales para comunicarme con mis amigos.

 ¿Todo son gozos en el blog o hay también sombras?

Lo cotidiano está hecho de contraluces. Hay gozos y asuntos gratificantes y de cuando en cuando hay sombras que van a parar al cubo de la basura del olvido, ese lugar que admite el reciclaje. Enumeraría como sombras del “mundillo literario bloguero” la envidia por el triunfo de los demás, la imbecilidad del rumor y la sospecha, la prepotencia, el cinismo, el falso interés, la amistad a cobro revertido… Esos asuntos aposados en las cloacas de la convivencia.

 Por último, ¿Qué opinión le merecen redes sociales como facebook?

Es el combustible del blog; cada vez que publico una entrada lo publicito en Facebook; esa es la utilidad esencial que veo en la red; soy de los que prefieren la charla y la presencia real; pero cada uno concede una utilidad a su muro. El mío casi siempre está lleno de indicios literarios. Para los contactos personales prefiero una cerveza compartida, una confidencia en directo y una caricia de verdad… Lo virtual desprende casi siempre tos de invierno. Un abrazo cordial y muchas gracias por esta charla digital.

TASIO LUNA

10 de mayo de 2024 

miércoles, 15 de mayo de 2024

ALICE MUNRO. DESPEDIDA

Alice Munro
(Wingham, Ontario, 1931-2024)
Fotografía
 de
Derek Shapman


 

                              ALICE MUNRO. LA HUMILDAD  DEL RELATO

   La decisión del sanedrín literario sueco de conceder la antorcha del Nobel 2013 a la canadiense Alice Munro desplegó en los medios de comunicación de todo el mundo abundantes informaciones biográficas. Nacida en Wingham, provincia de Ontario, en 1931, pasó su infancia en un ambiente rural del gélido interior canadiense, con severas dificultades económicas familiares. Tras establecerse en Vancouver ejerce distintos oficios y a partir de 1950 va cimentando un sólido trayecto escritural en el que el cuento se convierte en centro creador de su escritura. En él alcanza cimas universales. Como recalca la autora una y otra vez, su existencia sólo cobra sentido en la escritura, donde no pocas veces la letra pequeña de lo autobiográfico actúa como venero temático. Es en el cuento, un género mayor del siglo XX, donde habita lo esencial de un sentir literario.
  En Munro el cuento tiende a describir historias sin épica, con el énfasis apagado de lo cotidiano. Así sucede en su reciente colección de cuentos Demasiada felicidad, cuyos trayectos accionales requieren un desarrollo argumental de temporalidad expandida, una media extensión para precisar las circunvalaciones de actitudes vivenciales siempre de paso. Los cuentos abordan instantáneas de protagonistas y secundarios empeñados en una carrera de fondo de metas difusas. Lo contingente acecha, siembra estados de angustia capaces de cambiar el rumbo de una voluntad que no se guía por ideas abstractas sino por motivaciones de escasa relevancia. Y lo mismo ocurre en su entrega Mi vida querida, donde volvemos a percibir una estética singular en el aliento creativo de la escritora canadiense.
   Ni espacio ni tiempo precisan datos exactos. De esa atemporalidad emerge la geografía vivencial doméstica. Son espacios estrechos para supervivientes que reiteran tareas habituales en intervalos cronológicos en los que apenas cabe la sorpresa. Y, sin embargo, ésta reclama un espacio secreto de la intimidad individual como si fuera materia central de un submundo hermético.
   En los cuentos de Alice Munro cobran un relieve singular los perfiles femeninos, siempre llenos de complejos estados emocionales, en la paciente espera de lo extraordinario. Mujeres, atentas y receptivas, crecen hacia dentro mientras muestran su cansancio ante una realidad manipuladora y llena de cicatrices, que de cuando en cuando se ilumina con una relación personal, con un deseo cumplido, con la calma resolución de un conflicto sin tregua, o con el espejismo de una felicidad que nunca dura demasiado.
   La narradora canadiense falleció la noche del lunes, 13 de mayo de 2024, en una residencia geriátrica de Ontario, donde estaba interna desde hace años por su demencia senil. Antón Chéjov, Margaret Laurence y James Joyce fueron sus maestros. Hoy todos somos admiradores compungidos de sus narraciones extraordinarias, esas que aseveran con su imaginación moral que la conciencia de lo minúsculo está llena de grandeza. Descanse en paz.


JOSÉ LUIS MORANTE


martes, 14 de mayo de 2024

KARMELO C. IRIBARREN. LA ÚLTIMA DEL DOMINGO

La última del domingo
Karmelo C. Iribarren
Premio de Poesía Hermanos Argensola 2023
Colección Visor de Poesía
Madrid, 2024




PUESTA EN ESCENA


 
   Sin afectación intelectual y con la serena cercanía de la confidencia, la poesía de Karmelo C. Iribarren (Donosti, 1959) nunca pretendió ser otra cosa que felicidad lectora, un refugio seguro. Marcar la piel del agua de un vivir impuesto y rutinario que hace de las calles crepusculares una puesta en escena, aparentemente desatina y gélida, como esas horas grises de las atardecidas del domingo. No se elige ser; se sobrevive frente a los zarpazos de lo contingente, mientras el entusiasmo se constipa. Un estar desmembrado que deja el ánimo convaleciente y salpicado de escepticismo, convencido de que lo imprevisible anula la voluntad y tiene siempre la última palabra. Con esa filosofía ha ido creciendo en el tiempo el discurso poético del donostiarra hasta convertirse en una realidad tangible, en un legado pleno de solidez y fuerza emocional del que da buena cuenta Poesía completa (1993-2018) una geografía de entregas transitables con pórtico de Pedro Simón. El prologuista escribe:”Karmelo nos recuerda que no sólo somos las cosas que nos pasan, sino sobre todo las cosas que no nos pasan. Somos los trenes que no cogimos. Los amores que no tuvimos. Las veces que preferimos quedarnos quietos…”
   Aquella entrega parecía el escogido andén de un particular ciclo literario, una puerta de cierre que clausuraba por un tiempo la conexión emocional con la poesía. Pero las constantes vitales del poema siguen, son un continuo que se mantiene en vigor, incluso en estado latente, bajo mínimos, para retornar con fuerza al primer plano para manifestar de nuevo el ser de la existencia. Así nacen ahora los poemas de La última del domingo, ganador del Premio de Poesía Hermanos Argensola 2023, prestigioso certamen convocado por el Ayuntamiento de Barbastro.
   Vigilia y sueño se entrelazan para apagar la noche y dejar paso a la amanecida, ese territorio del sujeto verbal  en el que aflora la soledad, como un vaivén de olas que no deja de alcanzar el litoral diario, ese espacio de la monotonía en el que la rutina se hace fuerte: “Después de las catástrofes y las guerras, / después del infierno del desamor, / aparece ella, / como si nada, / y te ayuda a seguir adelante.” El paso rutinario es riguroso en sus límites, mantiene el ánimo tranquilo pero no anula el quebranto, ese paso cambiado del azar que trastoca razones emocionales. Este proceso, oscuro y lleno de interrogantes, reactualiza esperanzas y concede al poema otra oportunidad. La escritura es entonces un claro testimonio de lo mudable, una forma de observar síntomas que advierten que crecen cerca las expectativas y los logros, los devaneos de una realidad personal que incluso admite la lógica de la apariencia, los chistes malos, la inquietud y el desánimo: “La insensatez / campa a sus anchas por el mundo, / es necesario / acometer pequeños actos de cordura, / equilibrar un poco la balanza”.    
   El entorno conjuga sensaciones, convierte al protagonista verbal en una presencia que deja libertad a pensamiento y sentidos, que comparte los estados de ánimo del paisaje para que guarde sitio a las emociones y al despliegue de afectos, mientras el tiempo escribe su propia biografía.  De cuando en cuando el sujeto se vuelve hacia sí mismo para compartir las impresiones de una lectura, como sucede en “Historia de un poema”. Se mira en el espejo de lo autobiográfico para hacer un retrato de su estar entre palabras y de la aparente nadería crepuscular de lo laborable, hecha de menudencias destinadas a perderse en cualquier callejón de la memoria.
   Quien escribe retorna sobre sus pasos y busca matices nuevos en los itinerarios conocidos. Cuando habla del transitar colectivo se siente un aprendiz constante, una sombra diluida y fugaz; un habitual del conocimiento y la memoria que cuando sale de su recinto íntimo se lleva alguna ropa de entretiempo y el escepticismo pesimista de Cioran, como terapia básica contra el derrumbe: “Una dosis de Cioran / por las mañanas / me inmuniza para el resto del día. / Gracias a ella, / la estupidez y la maldad / no me cogen por sorpresa / y hasta pueden arrancarme una sonrisa / si sus efectos / al final resultan / más ridículos que fatales”.
   De cuando en cuando despierta, en el aire reflexivo del poema y sus divagaciones sobre la temporalidad, la brisa fresca de la ironía y el terapéutico sentido del humor. Las pequeñas dosis de pigmentos coloristas que dibujan sonrisa en las palabras. Vemos sus contornos en poemas como “El hartazgo de los ascensores” y “Damnificados”, composición en torno al mal trago de la felicidad de los otros, o el excelente “Ráfagas de optimismo” que convierte las conjeturas sobre la ausencia de amigos y conocidos en la posibilidad de una simple mudanza.
   El ámbito argumental de La última del domingo alterna en su dominio los pasos enmarañados del pensamiento, que llenan de incertidumbre e indagaciones tantas presencias anónimas, y los escaparates encendidos del ahora con sus rincones de claridad y penumbra. Precisas y con honda capacidad emotiva, las breves composiciones rastrean el azaroso oficio de vivir, ese espacio desangelado que marca a las razones del sujeto las zonas de supervivencia, el lugar donde la tinta blanca de la aurora encuentra sitio para el pasar machadiano, para ser protagonistas secundarios en los difusos papeles de una nueva representación.

JOSÉ LUIS MORANTE





lunes, 13 de mayo de 2024

SOBRE PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA BREVEDAD


 

PASO LIGERO. La tradición de la brevedad en castellano

 

José Luis Morante, poeta, crítico literario y miembro de Escritores en Rivas, con una larga experiencia docente en nuestro municipio, publica el ensayo PASO LIGERO. LA TRADICIÓN DE LA BREVEDAD EN CASTELLANO. Es un estudio sobre el aforismo, un género literario de tradición milenaria, pero todavía poco conocido a nivel popular. Editado en Sevilla por La Isla de Siltolá, Paso ligero muestra la intensa relación de José Luis Morante con la literatura hiperbreve. El autor ha trabajado en esta obra, con voluntad fuerte, durante más de cinco años. Un intervalo temporal que ha multiplicado conferencias, talleres, participaciones en antologías individuales y colectivas, lecturas y encuentros personales con los mejores estudiosos de España y Latinoamérica. El volumen se presenta el día 13 de mayo en el Centro Cultural Federico García Lorca, dentro del evento literario “Palabras en vuelo”, actividad colectiva coordinada por los escritores José Guadalajara y Candela Arevalillo, con amplia aceptación en las convocatorias culturales de nuestra ciudad.

   Se pueden definir las partículas elementales del aforismo como un enunciado breve y sentencioso que se empeña en entender lo que sucede dentro y fuera. Es un texto de máxima brevedad, capaz de desplegar en la sencillez aparente de sus palabras una novela de ideas, un pensamiento crítico. En el aforismo se unen reflexiones y sentimentalidad, conocimiento y poesía. Como escribió Baltasar Gracián, una presencia clásica y, sin duda, uno de los primeros impulsores del género entre nosotros: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Por sus lecciones de lógica, el acercamiento al aforismo y su materia verbal requiere una propuesta indagatoria profunda porque, todavía, la cantidad de estudios es muy limitada. Con esta situación de partida, las raíces sociales del decir breve muestran la valoración de una literatura minoritaria. Contra el desconocimiento, José Luis Morante, que ha publicado hasta la fecha cinco entregas de aforismos, abundantes artículos en revistas especializadas y ediciones de autores contemporáneos como Juan Ramón Jiménez, ha realizado un profundo estudio sobre los principales practicantes del minimalismo verbal. Su aporte está basado en criterios de análisis claros que integran biografía y selección de textos de la extensa nómina de seleccionados. Los argumentos de Paso ligero. La tradición de la brevedad se centran de forma monográfica en la realidad dinámica del aforismo literario peninsular escrito en castellano. Quedan al margen los trabajos escritos en las demás lenguas del país. Tampoco están representadas las aforísticas de carácter científico y filosófico que, sin duda, por los altos logros y por la profundidad de campo, podrían ser itinerarios a valorar en el futuro.
  El crecimiento incesante del aforismo en las primeras décadas del siglo XXI con el uso abrumador de las redes sociales, multiplicando la difusión de los textos breves, justifica la oportunidad de ofrecer un enfoque panorámico con practicantes reconocidos. No es otro el objetivo principal de esta antología. Sus páginas seleccionan las aportaciones coetáneas más exigentes de la producción aforística en castellano desde el despertar del siglo XX hasta el presente, cuando ya se ha formado la primera generación literaria del siglo XXI.
   Todos los incluídos en Paso ligero, el nuevo libro de José Luis Morante, se reúnen con un criterio cronológico que tiene como salida la generación del 98 y como término el núcleo de autores que da continuidad al devenir sosegado de la creación actual. El legado de esta estrategia formal debe ser reconstruido a partir de la provechosa convivencia con otros géneros literarios como el apunte biográfico, las crónicas y artículos de prensa, la poesía o el relato corto. Es de justicia el rescate; el quehacer de estos magisterios pauta la evolución estética del aforismo y presta motivos temáticos a una dilatada cantidad de escritores que buscan en la tradición de la brevedad nuevos matices.
   Los lectores de José Luis Morante encontrarán en los recorridos del aforismo una estética abierta en su expresión, desnuda y activa, siempre implicada desde tonos distintos en búsquedas de conocimiento, reflexión y belleza. Más allá de contingencias y gustos circunstanciales, la economía verbal ha encontrado por fin, en su despliegue, un reconocimiento mayoritario y una activa presencia intelectual. Define esa dimensión del pensamiento donde menos es más.
   El escritor ripense sigue con la misma ilusión de siempre participando en la vida cultural de Rivas Vaciamadrid mientras agradece a Escritores en Rivas su apoyo y generosidad en la difusión del libro, y a los editores Javier Sánchez Menéndez y Jaime Sánchez su disposición para acoger en el catálogo de la Isla de Siltolá esta aproximación histórica al aforismo. También da las gracias al público de Rivas por ser un apoyo constante para el trabajo literario, como vecino de Rivas desde hace treinta y cinco años.

(Encuentro PALABRAS EN VUELO)
Centro Cultural Federico García Lorca, Rivas Vaciamadrid)



 
 

sábado, 11 de mayo de 2024

EN BOCA CERRADA

Con ellos
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EN BOCA CERRADA

 

   Como certeza escrita con la caligrafía de la infancia, desde niños, los fantasmas saben que la vida está ahí, pero no existe. Es lluvia de sombras, colgando del cielo; un destello diluido que se debe mirar con los ojos quebrados. Aun así, nunca comparten confidencias en balde  ni comentarios especulativos, para no derramar las migas del disentimiento.
   Vitalistas y etéreos, los fantasmas rezuman trayectos sosegados y desmontan silencios. Una y otra vez tienen aspiraciones simples: sembrar de noche miedos ocasionales en los surcos del sueño, y compartir de día una baraja de temores entre practicantes habilidosos, empeñados en aplastar caracoles y hormigas por mirar detrás.
     

(De Cuentos diminutos)




viernes, 10 de mayo de 2024

DISTORSIONES

Elogio de la incertidumbre 
Fotografía 
de 
Javier Cabañero Valencia 

 

DISTORSIONES

 
Tenía tantas palabras cosidas en la laringe que un día su silencio falleció por asfixia.
 
Cuántos parásitos ejercen su simbiosis en la piel del rencor.
 
Compra respuestas a saldo. Después sube, poco a poco, las preguntas recostadas en el trastero.
 
Consume una biografía concisa, pero con varias versiones.
 
Las huellas dactilares de una enumeración caótica: abrazos, silencios, sentimientos, indiferencia y contradicciones. El peso exacto de una memoria poliédrica.
 
Hay puertas sin mirilla; desconocen que el peligro está dentro.
 
Publicó tantas veces su fotografía en instagram que los rasgos reales desaparecieron. Ahora es solo el calor residual que propaga su imagen.  

(Apuntes de mayo)