domingo, 9 de junio de 2024

MAI VAN PHAN. ESTO DIJO UNA CABRA

Esto dijo una cabra
Mai Van Phan
Traducción de Pham Long Quan
Edición y prólogo de Víctor Rodríguez Nuñez
Editorial La Garúa
Colección Poesía / Haiku
Barcelona, 2024

 
OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS
 
 
 
   Pertenezco a una generación que hizo del haiku una senda natural hacia el hábito lector, una estrategia expresiva arraigada en los géneros literarios de la brevedad y con amplio cultivo intergeneracional. Pero las voces y ámbitos idiomáticos que cultivan la estrofa se multiplican y resulta necesaria la apuesta editorial que acerque logros y amanecidas.
   La nueva colección de la Garúaa dedicada al haiku, que dirigen Jaesús Aguado y Joan de la Vega, incorpora Esto dijo una cabra, una compilación de textos mínimos del poeta Mai Van Phan (Ninh Binh, Vietnam, 1955) traducida al castellano por Pham Long Quan. El autor ha recorrido un largo trayecto creativo y explorado distintos géneros, con amplia aceptación y con un largo itinerario de premios, reconocimientos y traducciones a otros idiomas. Sin embargo, en nuestro idioma es un gran desconocido por lo que el prólogo de Víctor Rodríguez Núñez es una introducción necesaria para conocer el periplo biográfico y los rasgos más destacados de su escritura: el equilibrio entre religiosidad y compromiso, la mirada crítica y la continua atención a panorámicas yuxtapuestas como la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, ya que el mundo es un continuo entramado de relaciones en renovación constante.
   El conjunto de poemas líricos de Mai Van Phan, tiene en su primer apartado un enfoque sorprendente: cede la palabra a una cabra para que ratifique su aspiración de volver al monte y asumir su identidad natural. El personalísimo hablante verbal muda de inmediato y en la labor creativa de Mai Van Phan se unen observadores de la naturaleza, peregrinos, solitarios y seres anónimos que capturan sensaciones e instantes en las diminutas coordenadas del poema.
   En todo el apartado llama la atención la libertad formal: el molde del poema es una ruptura continua del esquema clásico japonés, basado en el ritmo versal 5/7/5. El enunciado textual se diversifica para dar acogida a las mínimas anotaciones. El poema se simplifica, juega el papel de una expresiva viñeta verbal que aglutina tres versos de medida variable.
   También sorprende en todo el apartado inicial la presencia del ti
tulo en cada poema; son avisos sobre la trama argumental, las coordenadas geográficas o temporales del poema o sobre los elementos que copan el primer plano. Pongo algunos ejemplos del apartado para que se entienda mejor la dinámica del poema: “Era industrial” Posada en lo alto de la grúa / En diez minutos / La libélula logra levantar tres contenedores”; “Confundiéndome con un grano de maíz” El viento / Me roza / Infinitas veces”; “Al leer un libro De repente el pánico / Abre ante mis ojos / Un camino en la oscuridad”. Son instantes nacidos en la contemplación que salvan su levedad en el poema y que, sin duda, comulgan plenamente con la filosofía estética del haiku y su frescura.
   Cada compilación de haikus abre un abanico de preocupaciones e incertidumbres. Y en este apartado cobran especial relevancia el sentimiento religioso, la naturaleza y 
las variaciones contingentes del discurrir temporal. Son asuntos de carnalidad existencial, que conceden a la estrofa el pálpito impaciente del asombro.
   El tramo final del libro “Ojos segados” es mucho menos voluminoso y presenta algunas novedades formales como la supresión del título en cada texto. También la contemplación aparece con más frecuencia, como si el estar transitorio necesitara captar lo que se fuga para dar sentido al trasiego cotidiano: “En una esquina del jardín / Agua sobre piedra / El crepúsculo se desliza veloz”; “Las flores de Osaka tomaron la ribera / El viento no se atreve a acercarse / El árbol arroja las hojas al abismo”. La mirada desenreda en silencio el ovillo de la naturaleza y esa perfección sensorial que asciende hasta los sentidos y el pensamiento para brotar con la pujanza de la epifanía. Como escribe Víctor Rodríguez Nuñez en el prólogo, en el apartado hay más continuidad que ruptura, una conexión fuerte entre el sujeto poético que percibe alrededor un entorno autónomo que se adhiere al fluir de la conciencia para mostrar asimetrías y contradicciones, el curso natural de la vida al paso. 
   Mai Van Phan estrena presencia en nuestro país y lo hace desde la humildad del haiku con un libro que muestra los nuevos brotes de la estrofa japonesa con un amplio despliegue formal, con la libertad suelta de quien oye el viento suave de lo minúsculo, con la frescura intacta de una taza de agua que duerme en los labios resecos del viajero.

JOSÉ LUIS MORANTE





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