Las filipinianas
Inma Chacón
Alfaguara, 2007
La sociedad paternalista y agrícola de las postrimerías del siglo XIX mantenía un peculiar sistema de valores, un código de comportamiento en el que la mujer ocupaba un lugar secundario, siempre subordinado a la autoridad del varón. Y este estado de cosas se hubiese petrificado sin la brega diaria de anónimas sensibilidades femeninas que cuestionaron lo establecido y emprendieron sendas complejas. En esa línea de ruptura están algunos personajes de Las filipinianas, la segunda novela de Inma Chacón, tras su carta de presentación, La princesa india, editada en 2005.
El desarrollo argumental de Las filipinianas aborda el devenir biográfico de las hijas de Francisco de Asis Camp de la Cruz, marqués de Sotoñal. El noble llega a la colonia española de Filipinas para cumplir el sueño de ser organista de la catedral de Manila y arrastra consigo a sus hijas, tres hermanas que en el nuevo escenario vivencial descubrirán su verdadera identidad, enfrentadas a una sociedad clasista y a un clima político turbulento, generado por los intentos independentistas de la población indígena. Antes han pisado el escenario de Alejandría, donde el padre ejerció como cónsul y donde muere la madre, Lucía Castellanos. El padre se vuelca en sus tres hijas, Mariana, la mayor deseosa de seguir la tradición familiar y volcarse en un matrimonio de clase alta, Munda, la más alegre y despierta, con una desbordada inquietud intelectual, y Alejandra, la protegida de una extraña dama llamada Inés. De las tres jóvenes es Munda la que con dieciséis años muestra más aspiraciones por el cúmulo de lecturas de la biblioteca familiar; está convencida de la masonería perfecciona al ser humano con ideales de igualdad, libertad y fraternidad, y percibe en esa filosofía una salida para la condición de la mujer; también quiere matricularse en la universidad y ser abogado. Cuando llega a Filipinas, una circunstancia personal le hace tomar partido por la causa indigenista y apoyar sus reivindicaciones, lo que ocasionará su alejamiento de su propia clase social, basada en la riqueza y en los privilegios. Allí multiplica sus conexiones con hermandades y logias masónicas.
Inma Chacón mueve a los personajes de Las filipinianas en el devenir de la historia. Recordemos que en el segundo tramo del XIX se producen en la península acontecimientos definitorios como la revolución de 1868, impulsada por los descontentos contra el régimen de Isabel II, el reinado de Amadeo de Saboya, la efímera implantación de la I República y la restauración borbónica que sufre el estrepitoso desastre del 98, tras la Paz de París en la que España perdía Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Es una época convulsa marcada por el turno de partidos, los movimientos sociales y la pérdida de las colonias. Hitos de un mundo en crisis reconstruido en una novela histórica con testigos presenciales.
Las filipinianas exalta el sustrato sentimental y la voluntad de algunas mujeres, consecuentes con sus propios principios sobre la igualdad de géneros, cuya caracterización resulta inolvidable.
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