Puerta de San Vicente |
Ejemplos del vacío, las estatuas carecen de secretos.
Los
aforismos marcan la piel del agua, como
la huella frágil de una verdad.
Tomo
el té a diario con mis limitaciones, para recordar quién soy.
Pongo
el despertador a la prudencia. Me sumo a tanto no. Una huelga no es un
berrinche crónico; una pancarta no es una página inmortal; un sindicalista no
es el Cid Campeador.
Cualquier
soledad está repleta de encuentros.
Escueto
relato de una biografía matrimonial. Décadas de convivencia. Posterior
silencio. Sin residuos químicos.
En
ella todo es falso; salvo los ojos sucios del rencor.
Para
la confidencia íntima, personal, directa, un tono de voz sobrio alejado del
aspaviento.
Aprendizaje.
Esa larga senda entre la biología y el ser cultural.
Difunde
mi sudor un pesimismo creciente. Huele a angustia. Solapado en la sombra de su
esquizofrenia dormita el futuro.
Procuro
ser leal a mi pasado; despejo dudas sobre el porvenir que le corresponde.
Vencido
de antemano por la brega diaria, el desencanto exagera los partes de lesiones.
Percibo
contornos con la precisión ambigua del miope.
Mis
manos, aspas que acentúan la dramaturgia del lenguaje oral.
(Antología mínima de aforismos)
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