jueves, 1 de septiembre de 2011

JAVIER EGEA: PARA ROMPER LA SOMBRA

 Poesía completa (Volumen 1)
Javier Egea
Prólogo de Manuel Rico
Edición de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García
Bartleby, Madrid, 2011

   Un amplio tramo literario de Javier Egea (Granada, 1952-1999) está ligado a una bandera colectiva izada en el arranque de los años ochenta: la otra sentimentalidad. El término agrupaba a Álvaro Salvador, Javier Egea y Luis García Montero, tres voces jóvenes de Granada que defendían la semántica conceptual de Juan de Mairena, la rehumanización de los argumentos, el poema como espacio ficcional de un yo desdoblado y el papel de los sentimientos como construcciones históricas, al hilo de las tesis críticas del profesor Juan Carlos Rodríguez.
   La primera entrega de Javier Egea es Serena luz del viento, aparece en 1974, en plena primavera novísima. Aquella carta de presentación constituye un episodio menor en la bibliografía. Es un libro correcto, de aliento clásico, muy cuidado en su textura formal. El contexto histórico –la muerte de Franco y el advenimiento de la transición- incide en la escritura de su segunda salida, A boca de parir, editada en 1976. Los poemas enriquecen su imaginería, se tornan más herméticos y los versos aportan una mayor carga simbólica.
  En Argentina 78 la palabra se convierte en grito para reforzar la causa de las madres argentinas de la Plaza de Mayo. La ignominia dictatorial de Videla deja un sangriento reguero de víctimas y desaparecidos. Los poemas testifican el horror con una dicción cortante e incisiva y hacen frente común con el colectivo desde una poesía de reflexión civil. En el cuaderno son ostensibles las afinidades con la poética realista de B. Brecht, donde la perspectiva de escritura revela los nexos causales de la sociedad.
   El cuerpo central está formado por tres títulos, Troppo mare, el celebrado Paseo de los tristes y Raro de luna. En ellos están los poemas cimeros, los que mejor identifican el quehacer creativo del granadino. Troppo mare data de 1984 y está dedicado a Juan Carlos Rodríguez. La cita de P. Pasolini es también un guiño de complicidad al grupo. Un año antes se había publicado El jardín extranjero y en ese libro de Luis García Montero también es muy perceptible la presencia del neorrealista italiano. En este poemario cobra plena vigencia la estética realista y la intimidad se convierte en principal venero argumental; el yo biográfico y la voz poemática comparten sentimientos y reacciones frente a la realidad.
   Paseo de los tristes ha agotado varias ediciones y despierta una querencia inmediata en el lector por su “temperatura emotiva y por la dicción atemperada”, como escribió en el prólogo Ramiro Fonte. La imaginación onírica enriquece el callejero de Granada, transforma la ciudad real en refugio sentimental para que un paseante desgrane secuencias y sondee el tacto reseco de lo laborable. Los poemas cortos, los finales rotundos, la dicción comunicativa, la mezcla de poesía popular, narrativa e intimista convierten al título en una referencia de la mejor poesía escrita en los ochenta. Raro de luna toma su título  de la sonata de Beethoven, Claro de luna. Amanece en el prestigioso catálogo de Hiperión (Madrid), en 1990. El libro cuenta con un prólogo de Antonio Jiménez Millán y con ilustraciones de Rafael Alberti. Es un volumen indagatorio con claras deudas con el psicoanálisis, pero también con la poesía de Alberti y Lorca y con algunos pasajes del teatro clásico español.  
   El último proyecto poético es Sonetos del diente de oro. Del mismo se habían anticipado algunas composiciones en revistas, antes de su salida en 2006. Lleva como pórtico una cita de Jorge Luis Borges y contiene diez sonetos en verso alejandrino con la apariencia de cortos cinematográficos que resuelven un argumento con celeridad.
  La edición de Bartleby, enriquecida con una bibliografía crítica selecta y con minuciosos datos técnicos sobre primeras ediciones, recupera la figura y el corpus lírico de Javier Egea y lo que supuso en la historiografía literaria del fin de siglo. Sus poemas aliñan periplo biográfico, material ideológico y el conocimiento de distintas tradiciones para buscar la palabra necesaria, ese aliento que convierte al poema en un “pequeño pueblo en armas contra la soledad”.   

2 comentarios:

  1. Lo he leído y es un poemario magnífico. Enborme. Espectante al segundo volumen.

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  2. El plan editorial de Bartleby sobre Javier Egea es encomiable. Como lector, tengo especial curiosidad por conocer la literatura en prosa de Egea, especialmente sus páginas autobiográficas, para que me ayuden a entender mejor su personalidad

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