sábado, 2 de junio de 2012

FERNANDO MARÍAS. RASTROS.

Todo el amor y casi toda la muerte
Fernando Marías
Premio Primavera de novela 2010
Espasa Libros, Ámbito Cultural, Madrid 2011

Guionista de cine y escritor de amplia y reconocida trayectoria, Fernando Marías (Bilbao, 1958) consiguió el Premio Primavera de novela con Todo el amor y casi toda la muerte. La ficción arranca con sonido aforístico: “Todo es nada, todo es a lo sumo tiempo que fluye”. Esa metafísica del devenir existencial, lugar común de la tradición en autores tan alejados como Jorge Manrique, Quevedo o José Hierro, suscita en el cauce argumental una reflexión complementaria: si el trecho final concluye en un horizonte desnudo, sin posibles asideros, hay que aceptar que estamos condenados al vacío, a un presente de soledad e incertidumbre que nos convierte en sombra. De ahí ese estar semifantasmal de algunas biografías de la novela.
  Juan Bastian, desde hace cuatro años es un fugitivo que huye de los hombres de Humberto, supuestos sicarios mafiosos de la especulación inmobiliaria. En esa identidad de superviviente le quedan la angustia, el terror y el recuerdo contradictorio de Vera. Se siente un fantasma abandonado a un destino azaroso. La clandestinidad forzada del perseguido le hace vivir anclado en la memoria para dar sentido a la sucesión de causas y efectos que han minado su perfil. Por eso vuelve a Padrós, el enclave costero donde sucedieron los acontecimientos que sometieron su vida a una severa metamorfosis.
  Pero en Padrós no encuentra respuestas sino nuevas preguntas. El pasado se solapa con el presente, como si estuviésemos obligados a un tiempo cíclico donde se repiten situaciones de impacto, aunque los protagonistas dejen su caligrafía vital en épocas diferentes. Fue en esa localidad costera donde un poeta local, Gabriel Ortueño Gil mantuvo la ilusión amorosa de Leonor que concluyó de manera trágica; también el mismo marco fue escenario de la muerte de Eloy en el presente o de la búsqueda de Bastian. El olvidado poeta ha dejado un manuscrito titulado todo el amor y toda la muerte en el que relata episodios autobiográficos. El manuscrito es el único legado que deja Eloy tras su muerte. El extraño material provoca desconcierto porque narra una historia de amor con un ser transparente y submarino, una materia acuosa irreal que hace pensar en un desvarío alucinatorio o en un relato fantástico, urdido por una mente perturbada.
  Ese entrecruzamiento de tramas en un espacio tan reducido hace que abunden los puntos de conexión y que las coordenadas vivenciales de los distintos protagonistas se vean con ángulos nuevos e inesperados.  Pretérito y actualidad giran alrededor de dos estados del existir que tiene la solidez de verdades rigurosas e incontestables: el amor y la muerte; dos itinerarios que discurren en sentido inverso.
   Fernando Marías crea en  Todo el amor y casi toda la muerte un complejo laberinto de personajes y tiempos para desarrollar un tejido relacional lento, que combina amores y venganzas, secretos y ambiciones; un hilo argumental que avanza con una fuerte tensión narrativa y permite una honda indagación en los contraluces de la condición humana.


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