lunes, 4 de junio de 2012

“THIS IS THE END” EN EL CIRCO PRICE


   En los últimos años el circo ha tenido para mí una existencia silenciosa e inadvertida, así que regresar a las gradas del Circo Price, junto a La Casa Encendida, me sorprendió con un enfoque inédito; desconocía la severa mutación del tiempo entre aquel circo ingenuo de payasos y bofetadas y los nuevos montajes escénicos, acrobáticos y existenciales, conceptuales y minimalistas.
   El espectáculo  “This is the end” que impulsa el Circo Escuela Nacional de Francia, dirigido por David Bobee, plantea una reflexión sobre nuestra existencia, con un punto de partida catastrofista. Como si el universo saliera de un derrumbe, un estallido nuclear, una pandemia ominosa o de un regreso al punto crítico de la historia, las escenas casi siempre sugieren una devastación previa que incita a caminar de nuevo y a buscar un trayecto en construcción. Todos los elementos domésticos –lámparas, mesas, sillones, camas…- están revueltos, fuera de su espacio natural, como si la casa del yo individual, reflejo de un espacio colectivo, se hubiese convertido en un lugar inhabitable.
   La excusa narrativa integra diez cuadros que en su discurrir fragmentario gozan de clara autonomía y nos dejan sensaciones intensas. A ello contribuye la música, la desnudez del escenario y la elasticidad insólita de los actores con desplazamientos de engañosa sencillez: la ascensión al mástil chino, la cuerda, la báscula coreana, el monociclo, las telas, los malabares…En la puesta en escena, recupero esos ambientes que sugerían  el tema de The Doors (1967)  que  F. F. Coppola incorporó a la banda sonora de Apocalypse Now, o “Live perfomance” de Pink Floid; sobrecoge el ánimo una música solemne, reiterativa, neurótica que zarandea el tímpano e impide el sosiego.
  Cada una de las secuencias aporta un texto complementario sobre el protagonista del número, que se somete a un diálogo introspectivo o a un dilema moral de respuesta imposible: ¿Qué hacer si en tu existencia sólo cinco minutos quedaran por consumir? ¿Si has descubierto la libertad, volverías a una ciudad asediada, donde están tu familia y tus raíces ? ¿Si tuvieses un problema físico real y tangible, los problemas abstractos te causarían alguna angustia?  
       “This is the end” tiene una duración de casi dos horas, pero las agujas de su reloj se mueven con la celeridad de una propuesta que mantiene el interés del espectador que acaba participando en un diálogo sobre un universo que no es ni grande ni pequeño, sólo es complejo.

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