Bailarinas de rafia Julia Navas Moreno Chamán Ediciones Colección Chamán ante el fuego Albacete, 2024 |
ENTRE LA NIEBLA
Desde
una estética realista, aunque impregnada de implicación subjetiva, Julia Navas
Moreno (Avilés, Asturias, 1966) alienta un trayecto personal que explora
estrategias dialogales con el lector en verso y prosa. Sus ficciones argumentales
engloban las novelas Esperando a Darian (2014)
y ¿Qué hay en una habitación vacía? (2018).
Además ha cultivado el relato breve, participando en algunos volúmenes
colectivos.
Su poesía,
cuyo cuerpo matérico tiene como signo básico lo existencial, se adentra en el
intimismo del sujeto poético para vislumbrar entre la niebla. Hace una
evocación profunda de la identidad a partir de la memoria biográfica.
Crepuscular en su desamparo y consciente de afrontar un declinar perecedero y
contingente, integra las entregas Confieso
que he perdido el miedo (2015), Ombligos
y universos (2016), Simulacro (2019)
y Zapatos sin cordones (2021), que
incorpora un liminar escrito por Ana Vega.
Ahora es el escritor Andrés Ortiz Tafur
quien firma el umbral “Una niña”. El breve texto es una incisiva reflexión
sobre el olvido y su incansable capacidad de demolición. Todo se diluye hasta
convertirse en desmemoria y ausencia; hasta acercarse a ese anden sin regreso
que expande la nada como destino final. Pero los versos de Julia Navas Moreno no
formulan su propio discurso reflexivo sobre la enfermedad y el olvido de manera
conceptual y abstracta; buscan personajes de carne y hueso, cercanos y
tangibles, en los que se concretan las carencias y las asimetrías de nuestra
condición temporal para que los poemas sean memoria y biografía, para que la
implicación afectiva y sentimental anule cualquier asepsia expresiva porque los
sólidos pilares que cimentaban la rutina diaria se han ido agrietando hasta
convertirse en esqueléticas ruinas y testigos del pasar del tiempo.
Dos citas, de Pedro Salinas y Alejandro Céspedes, ratifican
el decurso verbal en torno al recuerdo y a las mutaciones inadvertidas que
propician las desapariciones. Desde su filosofía de la fugacidad arranca el
poema homónimo “Bailarinas de rafia” que sirve de apunte clarificador en torno
al título: como un aroma de infancia, intangible y persistente, llegan a la memoria,
cuando todo es olvido, mientras rezuma abandono, las
formas plastificadas de unas bailarinas bordadas por las manos hacendosas de la
madre, como si enlazaran pasado y pensamiento, como si su fragilidad acometiera
un cálido ejercicio de resistencia.
Julia Navas Moreno concibe cada libro como un
caminar unitario en torno a un tema; de ese modo, las tramas se van
construyendo complementarias y sumativas. Aquí es el alzheimer la que marca el
destino poético de la madre como protagonista en primer plano. Las estancias
del yo se van despojando en el tiempo; muestran su desnudez con esa confusión
irreversible de quien nada recuerda. Todo fue, y ahora es un es cansado que
tiene en los sentidos el desnorte frágil de quien no sabe y soporta una
estridente soledad en la que no cabe nadie. Sobra espacio.
El yo
poético sobrevive en el caos cotidiano; el sujeto no tiene a veces más
respuestas que esperar el desahucio, esa disonancia manifiesta que confronta deseos
y esperanzas. Nada parece permanente y salvable; todo soporta un claro
desengaño ante la realidad vivida. El mutismo y la incertidumbre sobrecogen; es
la impotencia manifiesta ante el destrozo de la soledad, ante el acero frío de
la pérdida: “La pérdida es el dúctil vacío / de las tardes de domingo, / no
encontrar la palabra adecuada, / mirar con extrañeza el rostro antes venerado”.
De esa conciencia de finitud y despojamiento, de pequeñez con gestos limitados,
se hace el presente, ese denso páramo por el que discurren los pensamientos.
Son los momentos decisivos de un trayecto
personal que asume la ausencia de quienes fueron norte y guía y son ahora
sombras de un laberinto sin puertas que acumula vivencias irrepetibles. De nada
sirve la errática evocación, el desandar el tiempo para reencontrar la estela
de lo vivido. Toca vivir un futuro nuevo, sin forjar demasiadas esperanzas; se
trata de moldear un destino manejable y gris, unidimensional, un paisaje sin
pretensiones donde sobrevivir a la inclemencia porque “la épica del quebranto
habla más de nosotros / que la vanagloria del éxito” y, al cabo, de la
existencia nunca se sale indemne.
La autora incluye una nota final que
refuerza la cercanía entre poesía y vida. Tras su lectura, se hace fuerte la
sensación de que Julia Navas Moreno entiende la escritura como testimonio y terapia,
como confidencia en la que el verso adquiere, con un lenguaje despojado y ajeno
a cualquier arrebato místico, la caligrafía de la evocación: las palabras
moldean un sujeto literario que humaniza su voz, que muestra los movimientos
convulsos del corazón. esas arritmias que marcan el deseo de seguir a flote en el oscuro declinar de un mar desconocido.
JOSÉ LUIS MORANTE
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