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Colección de arenas y piedras Ichien Mujù Edición de Carlos Rubio Cátedra, Letras Universales Madrid, 2015 |
TAPETE JAPONÉS
La lejanía geográfica y el
habitual aislamiento de Oriente frente al devenir histórico medieval hicieron
posible un desconocimiento casi completo de la civilización nipona y sus
estructuras sociales hasta la edad contemporánea. Obras como Colección de arenas y piedras contribuyen
a difundir el legado cultural de una época y a reactualizar el cauce vivo del
semblante cultural nipón.
Escrita por un monje budista,
Ichien Mujù, y con un evidente enfoque religioso, esta obra clásica está
fechada en el tramo final del siglo XIII. Se compone de más de ciento setenta
relatos cortos. Su amplia temática conforma un vistoso tapete sobre todas las
clases sociales, desde las habituales jerarquías privilegiadas del emperador y
el estamento militar dominado por la oligarquía samurai hasta los estratos
religiosos y la clase productiva urbana, formada por artesanos, y rurales, que
aglutinaba a un campesinado agrícola.
La documentada introducción de Carlos
Rubio analiza los parámetros históricos del Medievo japonés. El siglo XIII fue
un periodo de azarosas mutaciones políticas. Los estamentos privilegiados, bajo
el poder omnímodo imperial y sus consejeros, se posicionan para monopolizar el control
directo a través de estructuras de gobierno que requerían una fuerte
dependencia del estamento militar. También la vida religiosa concedía al clero
un rol relevante e intocable que
permitía intervenir en la jerarquía social. Como mar de fondo, los años de
prosperidad comercial con China emprenden una deriva imprevisible ante la toma
de poder de los mongoles que buscarán siempre la invasión insular para obtener
el pleno control del comercio marítimo. En ese marco de representación, Carlos
Rubio reconstruye el trayecto biográfico del monje, desde su nacimiento en el
seno de una familia militar de complejas relaciones personales hasta la fecha
de salida de Colección de arenas y
piedras. Los primeros años de aprendizaje y su temprano estudio del
pensamiento budista, junto a viajes y peregrinaciones posteriores constituyen
la fuente argumental de estos relatos en los que siempre se percibe una
proximidad comprensiva que contemporiza con rasgos y conductas, recreados de
forma amena y humorística.
Los relatos de esta obra acogen
a protagonistas de todo el mapa social y su sentido del humor muestra los usos
y costumbres de un tiempo bajo los parámetros espirituales del budismo: todas
las cosas tienen un estar condicionado y transitorio, todo lo visible carece de
sustancia , lo que fomenta la necesidad de su extinción a través del nirvana y,
por último, la creencia del sujeto ha de superar el dolor y ha de hacer de la
ausencia de necesidades un elemento vivificador. Todos estos principios
conductivos impregnan el espíritu literario y son claros manantiales del canon
estético japonés, en el que prevalece la conciencia de hallarse ante un mundo
efímero y plagado de turbulencias.
El libro Colección de arenas y piedras tiene mucho de espacio reservado a la
memoria histórica. En sus relatos conviven los valores y actitudes más
habituales de la sensibilidad japonesa medieval, contados con un tono de
optimismo y un abundante eclecticismo doctrinal. Un sistema de pensamiento
articulado en todas las clases sociales que hace del budismo una forma de
acercarse a los elementos de la naturaleza y un paraguas de protección de las
actividades humanas. Contornos de un país por fin visible.