Rosa Huertas
Edelvives, Madrid, 2010
En el II Encuentro de escritores de Rivas, celebrado en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid, Rosa Huertas, Doctora en Filología Hispánica y profesora en el IES Europa, disertaba sobre qué es y no es una novela juvenil. Su conferencia desvelaba claves de su forma de entender el género, con sugerencias precisas: el adjetivo juvenil no disminuye el valor literario; define un género que pueden consumir lectores de cualquier edad, aunque sea mayor el público adolescente; tampoco es monopolio de argumentos protagonizados por jóvenes, ni lima la voluntad de estilo. Como docente en ejercicio, la autora promueve una simbiosis entre diversión y educación, y muestra su inclinación natural hacia temas con una pedagogía de valores sociales. Estos parámetros organizan su primera obra, Mala luna, y se reiteran en su segunda entrega, Tuerto, maldito y enamorado, ficción ganadora del X Premio Alandar de Narrativa Juvenil.
Desde el comienzo, el libro apela a la complicidad del lector con una formulación dubitativa: “¿Existen los fantasmas? La cuestión sitúa el fondo narrativo en un espacio difuso, entre la realidad y lo imaginario, donde los espejismos adquieren consistencia. La aparición de aquella vagorosa identidad, escondida en los estantes de la biblioteca, es el comienzo de un tramo vivencial lleno de acontecimientos azarosos; los días incluyen desazones, insomnios y viajes que protagoniza Isabel, estudiante de bachillerato en el instituto madrileño de San Isidro, un centro educativo de amplia tradición. El fantasma personifica el poder del pasado, la presencia inquietante de una identidad que pertenece a otra época y que pide ayuda para recordar. Aquella sombra desenfocada se impone sobre lo cotidiano y obliga a Isabel a convencer a los demás de su existencia y a modificar su conducta para liberar al espectro de una supuesta maldición.Los lectores De Rosa Huertas saben que en su primera entrega, Mala luna, la escritora recurre a un sujeto histórico, Miguel Hernández, para justificar la trama. En Tuerto, maldito y enamorado el procedimiento se repite. Es el poeta del Siglo de Oro, Lope de Vega, quien aparece. Tras los fértiles años creativos, el escritor agoniza sin la presencia de su hija preferida. Esta soledad y el resentimiento del célebre poeta han provocado el aire desdichado del fantasma tuerto, lo que da pie a introducir algunos hitos biográficos y a recuperar sombras que compartieron con el poeta diferentes etapas vitales, como Marta de Nevares, sus hijas.
Incluso la realidad más gris se presta a confidencias y secretos. Un escenario tan concurrido y prosaico como las dependencias de un instituto es capaz de albergar rincones propicios al asombro. Rosa Huertas comparte con el lector la experiencia de insertar lo extraordinario en el tejido de lo real para que sus líneas de fuerza se dibujen con vigilias y sueños. Y lo hace con el calor tangible de la buena literatura.