Diarios (1999-2003)
Iñaki Uriarte
Pepitas de calabaza, Logroño 2010
En las páginas iniciales de Diarios hallamos este párrafo: “…los buenos libros tratan siempre de lo mismo, de unas pocas cosas que no sólo son las más importantes, sino que son las cosas que nos pasan todos los días “. Son ideas que describen con sencillez precisa la cualidad fundamental de este retrato de autor, un yo biográfico del que la solapa interior de cubierta apenas informa: “Iñaki Uriarte nació en Nueva York (1946), es de San Sebastián y vive en Bilbao”. La semblanza sugiere un absoluto rechazo de cualquier púlpito narcisista y un tono de normalidad exento de dogmas y certezas absolutas para recoger las huellas imprecisas del devenir diario. Pero al adentrarnos en este recorrido introspectivo, una anotación traza una demoledora fe de vida: “He estado en la cárcel, he hecho una huelga de hambre, he sufrido un divorcio, he asistido a un moribundo. Una vez fabriqué una bomba. Negocié con drogas. Me dejó una mujer, dejé a otra. Un día se incendió mi casa, me han robado, he padecido una inundación y una sequía, me he estrellado en un coche.” Tal acumulación de pormenores da otra dimensión a la existencia tranquila y sedentaria; al menos sugiere que cualquier vida, incluso la más anodina en apariencia, es un trayecto lleno de recodos y meandros, por mucho que ejerza como rentista que nunca ofició en un trabajo laboral estable, veranee en un concurrido Benidorm, junto a un turismo gregario que le depara una notable felicidad, y viva la trinchera nacionalista y antinacionalista del país vasco con un escepticismo sabio y equidistante: la estupidez es patrimonio de todos los que dinamitan las raíces de la convivencia.
La naturaleza del diario incide en la yuxtaposición de temas heterogéneos y en el carácter fragmentario de una escritura que abarca un tramo temporal de cuatro años. Conviven los estados anímicos del sujeto protagonista, las experiencias vivenciales, los aportes culturales y los puntos de vista que definen una sensibilidad ante los estímulos del entorno. Así se va gestando un discurso moral que se interrumpe a sí mismo, vuelve sobre sus pasos e insiste en variaciones, como si las páginas del diario imitaran los mecanismos de la conversación.
Una de las impresiones que más perduran es la mirada hacia la tradición cultural; las numerosas citas definen a un habitual transeúnte de las bibliotecas que tiene unos pocos precedentes literarios a los que no está dispuesto a renunciar. Un magisterio es Jorge Luis Borges del que no faltan juicios críticos y atinadas reflexiones personales. Por ejemplo, se sugiere que el escritor practica en sus narraciones y poemas una reivindicación poética de la traición, lo que corrobora con abundantes ejemplos. También se cita con frecuencia al moralista Montaigne.
Con Diarios Iñaki Uriarte ganó el Premio Tigre Juan, un buen refrendo crítico, pero el mejor reclamo de estas páginas autobiográficas es la calidad, la contundencia y concisión de lo escrito, un puñado de textos fechados que construye el itinerario vivencial de un escritor sin bibliografía que merece un largo recorrido por la literatura.
Para los lectores de diarios, una buena noticia: la editorial logroñesa acaba de sacar el segundo volumen autobiográfico de Iñaki Uriarte. Un grato acontecimiento que no debemos perdernos.
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