Eliana Dukelsky (Buenos Aires, 1982) |
A TRAVÉS DEL ASOMBRO
El II Premio Internacional José Bergamín de Aforismos saca a la luz una
voz nueva, Eliana Dukelsky. Licenciada en Comunicación
Audiovisual, en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, la autora nos
deja en Cuadernos del Vigía su primer libro, La lengua o el espejo.
Magnífico inicio: primer paso,
premio y publicación en una buena editorial. ¿Una brisa de confianza que anima
a seguir en el género?
Sí,
lo es. Llevo muchos años escribiendo aforismos y ese tiempo me sirvió para
conocer las características del género: sus límites y sus libertades; y el
engranaje de algunos libros. En ese sentido, la creación de La lengua o el espejo fue un proceso
largo y necesario en el que probé diferentes estructuras, descarté muchos
aforismos, y pulí todo lo que pude el lenguaje. Disfruté mucho durante el
proceso pero también sabía que tenía pocas posibilidades de publicar el libro.
Había pocas editoriales que se dedicaran al aforismo, y aún menos que editaran
a nuevos autores. En ese contexto, el premio fue un bonito reconocimiento y un
gran impulso creativo.
Como género, el aforismo está en
plena evolución y crecimiento. ¿Qué causas justifican esta euforia editorial?
Creo que tiene
mucho que ver con la época en que vivimos, un tiempo cada vez más fragmentado,
y una realidad transfronteriza, multidisciplinar y crítica que ha tomado las nuevas
tecnologías, las redes sociales y la cultura audiovisual como su mejor vehículo
de expresión. Esto ha supuesto un campo de cultivo para el fragmento y para las
formas breves. En mi opinión, el aforismo como forma breve, fragmentaria, en la
linde de los géneros literarios, es un magnífico instrumento poético capaz de describir
con precisión y contundencia los matices de la realidad en la que vivimos. En
otro sentido, el libro de aforismos es un formato de lectura ameno y cuyo
precio suele ser económico. Personalmente me alegra mucho que cada vez haya más
editoriales que incorporen colecciones de aforismos en sus catálogos y que hace
pocos días se convocara la tercera edición del Premio Internacional José
Bergamín de Aforismos.
El aforismo mira a través del
asombro. Para sus ojos no existen naturalezas muertas. Todos los elementos que
salen al paso están vivos y disponibles… ¿En los tuyos existen preferencia
temáticas?
Me interesa mucho el tema de la identidad, de su deconstrucción: la
exploración de las paradojas, las contradicciones y las metáforas ocultas en el
individuo, de sus ídolos y sus monstruos internos; la forma en que se relaciona
con sus diferentes facetas y con el otro; la convivencia con sus locuras
cotidianas, aquellas que posee en pequeñas dosis pero que no llegan a ser
patológicas…
¿Qué nombres, clásicos o
contemporáneos, están presentes en tu aprendizaje?
Empecé a
escribir aforismos inspirada por la poesía de Alejandra Pizarnik, de Emily
Dikinson y de Pessoa; una poesía muy concisa y muy honda en lo conceptual. De
ahí pasé a la lectura de los aforismos introspectivos de Lichtenberg y de
Cioran. Me encantó la lectura de Jules Renard, sus intuiciones precisas, sus
personajes insólitos, su humor. De la lectura de los aforistas contemporáneos
destaco la lucidez de Andrés Neuman y de Ramón Eder, y el lirismo de Miguel
Ángel Arcas y de Erika Martínez.
Una de las características esenciales de La lengua o el espejo es la mirada
introspectiva. ¿Tu libro refleja la propia identidad?
No
exactamente, creo que refleja mi indagación sobre la identidad. Es decir, me
sirvo del aforismo como forma de pensamiento para ahondar en el tema de la
identidad, y me tomo a mí misma como sujeto de exploración. Pero el aforismo no
deja de ser una construcción poética que transforma el yo en una voz ficcional.
Por eso no puedo decir que el libro refleje mi propia identidad, pero sí afirmar
que, dentro de ese mecanismo poético, hay aforismos menos ficcionales que
podrían acercarse a mi yo más real; y otros donde he creado personajes
ficticios, situaciones imaginarias, que se alejan de él.
Todo conjunto aforístico es fragmentario, hecho
por acumulación de experiencias y sensaciones… ¿Existe en La lengua o el espejo Un hilo conductor, un pensamiento asociativo?
Podría haber
un hilo argumental relacionado con el título actual del libro; título que, por
cierto, me propuso Miguel Ángel Arcas. Tiene que ver con la construcción de la subjetividad;
la subjetividad como relato que permite al individuo conocerse mejor y acercarse
a su realidad interna y cotidiana. Sin embargo, dentro de esa subjetividad
también hay relatos que encierran al individuo en una imagen o en un discurso alejado
de dicha realidad. Distinguir entre aquellos textos e imágenes que nos ayudan a
construir un discurso sano y cercano a la verdad, de aquellos que se alejan de
dicho discurso podría ser el hilo conductor de La lengua o el espejo.
Es difícil no oír el ruido de
fondo de un tiempo histórico complejo, hecho de desajustes y mutaciones ¿Esta
situación exige al aforismo un sentido ético o una mirada crítica?
Bueno, creo
que toda obra de arte contiene su propio sistema ético. Es inevitable pues sus
autores viven en una determinada sociedad con unos determinados códigos y
valores; y su contexto influye poderosamente en su forma de mirar, de pensar,
de comportarse, de escribir. En cuanto a la mirada crítica, no creo que deba
imponerse. Creo que debe surgir de forma espontánea o voluntaria, pero no
obligada.
Uno de los aciertos de su
escritura es el sondeo de sustratos temáticos de interés. Por ejemplo el sentido del arte. ¿Su
escritura ya tiene un ideario?
Bueno, creo
que la mayoría de mis aforismos contienen ideas que defiendo en mi vida
cotidiana, por ejemplo: “Intentar la perfección de la obra, no de la persona”,
“Más que en atriles, la ideología política se descubre en las actitudes
domésticas”, “Imposibilidad de conocer al otro desde el otro. Humildad que
supone conocer al otro desde el uno”, ”Es en la aceptación donde nos salvamos”…
En cuanto al sentido que le doy al arte
que, en mi caso, se concentra en la escritura de aforismos, coincido plenamente
con Miguel Ángel Arcas cuando habla del género como de un pensar poético. Para
mí el aforismo es una forma de pensar poéticamente la vida íntima y la social.
En las futuras ramificaciones de
tu taller literario, ¿asoman otros géneros?
Asomar es la palabra, sí. Aparte de seguir con los aforismos, tengo el
proyecto de extender el aforismo hacia prosas un poco más largas al estilo de Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro.
Vamos a ver en qué queda todo esto…
La lengua o el espejo Eliana Dukelsky Cuadernos del Vigía, Colección Aforismos Granada, 2015 |
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