Admito mi rareza; soy de los que prefieren una tarde de lluvia a una tarde de playa. Hoy feliz, con la tormenta en los cristales y un mar de fondo gris.
Seguro que sí. Ese paisaje nevado que puedo visualizar con una sonrisa grande desde aquí también forma parte de mi memoria sentimental. El calor me pone de los nervios, así que hoy ha sido un disfrute y además hace falta la lluvia para un campo extenuado y propicio al pirómano. Gracias por tu comentario, poeta.
Surcan el cielo mensajeros del fuego. Me estremezco.
Mis mejores recuerdos de tormentas me remiten de inmediato a la niñez en los veranos en cierta ciudad del Norte. Después de aquellas tempestades efímeras pero contundentes llegaba la calma, el aroma del ozono y la búsqueda de caracoles. Y una sensación purificadora sin par. Un abrazo.
Llegó la lluvia con la estridencia de un recién llegado que quiere que el vecindario sepa que está. También el mar se quedó inquieto y todavía saca a relucir su mal humor. Un gran abrazo y la gratitud por saber que estás cerca.
Confieso que yo tampoco soy fan del sol. Las tardes de lluvia me ofrecen justo lo que más me gusta, la lectura, la escritura, una buena película... Yo también soy rara...jeje Saludos José Luis! Sandra.
Admito mi rareza; soy de los que prefieren una tarde de lluvia a una tarde de playa. Hoy feliz, con la tormenta en los cristales y un mar de fondo gris.
ResponderEliminarYo soy de los que prefieren la nieve y ver desde la ventana un paisaje de tejados y corrales en blanco y gris.
ResponderEliminarPasa felices tardes de lluvia, José Luis. Aunque la mayoría pensará que estamos medio locos con nuestras preferencias.
Seguro que sí. Ese paisaje nevado que puedo visualizar con una sonrisa grande desde aquí también forma parte de mi memoria sentimental. El calor me pone de los nervios, así que hoy ha sido un disfrute y además hace falta la lluvia para un campo extenuado y propicio al pirómano. Gracias por tu comentario, poeta.
Eliminar
EliminarSurcan el cielo
mensajeros del fuego.
Me estremezco.
Mis mejores recuerdos de tormentas me remiten de inmediato a la niñez en los veranos en cierta ciudad del Norte. Después de aquellas tempestades efímeras pero contundentes llegaba la calma, el aroma del ozono y la búsqueda de caracoles. Y una sensación purificadora sin par. Un abrazo.
Llegó la lluvia con la estridencia de un recién llegado que quiere que el vecindario sepa que está. También el mar se quedó inquieto y todavía saca a relucir su mal humor. Un gran abrazo y la gratitud por saber que estás cerca.
EliminarConfieso que yo tampoco soy fan del sol. Las tardes de lluvia me ofrecen justo lo que más me gusta, la lectura, la escritura, una buena película...
ResponderEliminarYo también soy rara...jeje
Saludos José Luis!
Sandra.
Ahh que se me olvidaba! el haiku muy muy bonito!!
Eliminar