Mientras pueda decir Luis Ramos de la Torre Prólogo de Félix Maraña Editorial Baile del Sol / Colección Poesía Tegeste, Tenerife, 2022 |
CATORCE VERSOS DICEN…
El trabajo creativo de Luis Ramos de la Torre (Zamora, 1956), Doctor en
Filosofía, cantautor, profesor con amplio recorrido y persistente investigador
de la obra de Claudio Rodríguez, se somete en los últimos años a un insólito
ritmo de producción. Perfila con inusual contundencia un espacio interior que
conexiona lenguaje y experiencia inmediata explorando distintas estrategias
expresivas como la poesía, el relato y el ensayo.
Todavía recientes las entregas El
dilema del aire y Urgencia de lo
minucioso retorna al discurrir poético con Mientras pueda decir, trabajo lírico con un meditado liminar de
Félix Maraña titulado “De luz y claridad enciende el fuego”. El prólogo enmarca
en el tiempo la cosecha lírica de ilustres zamoranos. Son voces que han hecho
de la geografía del Duero un espacio conceptual habitable para emoción y
pensamiento (Claudio Rodríguez, Agustín García Calvo, Jesús Hilario Tundidor,
Pilar Antón, Tomás Sánchez Santiago…) y muestra, al mismo tiempo, las claves
estéticas de Luis Ramos de la Torre, autor, señala el prologuista, de “una obra
de madurez hecha de la reflexión, mirada del tiempo y recogimiento en la
función, valor y determinación de la palabra en el discurso de la existencia “.
Advierte también Félix Maraña que Mientras
pueda decir supone en el taller poético del zamorano una disciplinada
búsqueda expresiva, una inmersión profunda en el pretérito cultural que
recupera el soneto para apropiarse de su rigor formal; de este modo, el
celebrado esquema métrico de los catorce versos abre una nueva perspectiva al
universo semántico y argumental del poeta. Luis Ramos de la Torre apuesta todo
“por un juego inteligente y preciso en la parte conceptual de las palabras que
me interesa mucho por ser certeramente serio, ajustado y necesario”. Súmese a
ello el quehacer musical de tantos años que ha propiciado la cercanía familiar
del ritmo, la cadencia, la armonía y el aliento, cualidades que acercan los
poemas a las estructuras melódicas de la canción. Toda poesía es canto,
celebración de la luz, vuelo alto en el tiempo.
El hermoso recorrido reflexivo de
Félix Maraña, que abre tantos itinerarios para comentar la buena salud de esta
métrica clásica, deja a su término en primer plano citas de Chantal Maillard, Ángela Figuera
Aymerich y Miguel Hernández, cuyas voces recuerdan la extrañeza de vivir,
siempre ajeno al discurso lógico. Queda la inconsciencia del azar y la
necesidad de adentrarse en el sentido de la realidad mediante la transparencia reflexiva
y metafísica del pensamiento.
La estructura cerrada de la estrofa concede a cada texto plena
autonomía; así que es muy complejo engarzar los poemas en una trama argumental
única. Los sonetos se definen desde la diversidad, proponen un tránsito por
temas centrales: la identidad del yo, el sesgo del destino que justifica
nuestros actos, la erosión del tiempo en la memoria de las cosas, el deambular
entre pulso y razón de los sentimientos, los claroscuros sociales que definen
nuestro tiempo, el entorno natural o la razón metaliteraria de la escritura.
Son temas reiterados, variaciones y reincidencias que conforman los músculos y
huesos del quehacer poético y que nunca se confinan en una sola identidad pues
responden a los interrogantes más comunes del existir. El soneto se hace, por
decirlo con la voz del poeta, “templo de la palabra”, “sed del decir que empapa
y colma el alma”. El volumen acoge cien poemas; por tanto el hecho de escribir
ratifica una madurez poética muy fértil, que emplea la estrofa en su sentido
más clásico con fuerte diversidad de intereses argumentales. No hay
vanguardismos experimentales en el molde formal, solo sonetos que se construyen
con un nítido plano de alzada. Son frutos de un proceso poético exigente, que conoce el legado de la tradición
y las posibilidades del tejido poemático capaz de mostrar una preocupación
moral y existencial. Con Mientras pueda
decir Luis Ramos de la Torre clarifica de inmediato que el esquema métrico
sigue pujante y cálido, al alcance de todos los que refrendan su carácter
nuclear en nuestra literatura. Los catorce versos resguardan en su molde un
espacio habitable, pleno de ritmo. Es acorde vivo que presta su dinamismo a la
incertidumbre del tiempo. Una estrofa autónoma donde conviven legado y
vanguardia, con las ventanas necesarias para airear ortodoxia y disciplina,
melancolía y sueños, claridad e ironía, esos parámetros a los que Luis Ramos de
la Torre pone un pentagrama fondo de música y de vuelo.
JOSÉ LUIS MORANTE
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