Un naufragio permanente Aforismos 2013-2023 Hiram Barrios Collage de cubierta de Carmen Canet Editorial Libros del Aire Colección Alto Aire Boo de Piélago, Cantabria, 2023 |
LA DUDA EN PIE
El lector persistente suele
plantearse esas dudas inquietas que empujan al libro. Advierte que entre las
páginas buscan sitio dos posturas confrontadas en torno al quehacer creador: la
aceptación o el cuestionamiento. De la primera nace una literatura enunciativa
y sedentaria, satisfecha con los trazos que guarda la cortesía del espejo; que hace de
la realidad llanura propicia para que todo emprenda un itinerario natural, un
inventario de hábitos sin variaciones, los previsibles acordes de un pentagrama
amarillento. Nace de la segunda postura –el cuestionamiento- una búsqueda
continua, un viaje sobre el pavimento mojado de las palabras, un sitio donde
todo en la página es fragmentario y mudable. Y aquí, como un zapador en la
trinchera, deja su rastro el aforismo, la concisión introspectiva que no teme
el salto al vacío ni el fondo sombrío de la hendidura.
Hiram Barrios (Ciudad de México,
1983) hace mucho tiempo que forma parte de la eclosión aforística peninsular.
Su escritura refleja un perfil plural que integra la edición creativa, la práctica
de la traducción al italiano y el ejercicio de la docencia como catedrático universitario.
Completó su formación en Letras y se especializó en Literatura Mexicana por la
UAM. Comenzó pronto a difundir creaciones y su fértil producción se expande
en publicaciones de Hispanoamérica y Europa mediterránea. Desde el italiano, ha
volcado al español a Edoardo Sanguineti, R. Roversi, Donato di Poce y Fabrizio
Caramagna. Preparó Voces paranoicas,
antología bilingüe de Eros Alesi (2013) y trabajos como El monstruo y otras mariposas (Ensayo, 2013) y Apócrifo, entrega de aforismos de 2014. Un año después editó Lapidario, balance de aforistas
mexicanos que tuvo en España una extraordinaria repercusión, y en 2019 editó Aforistas mexicanos actuales. En Disparos al aire. Antología del aforismo en
Hispanoamérica (Trea, 2022), otro hito del ensayista, reúne las voces esenciales de la escritura
abreviada en América Central y América del Sur. Tantos aciertos le otorgan un
lugar de relevancia entre los especialistas de la microliteratura.
Como aclara de inmediato la
mínima nota de autor, Un naufragio
permanente. Aforismos (2013-2023) compila una selección concisa de una
década, revisando y ampliando el material publicado en las entregas Apócrifo (2014, 2018), Artimañas (2021), junto a una representación textual de la antología Silenzi scritti.
Aforismi. Antología Bilingüe Italiano-Spagnolo (2020) y un conjunto de
inéditos “de corte experimental”, según el sugerente etiquetado del escritor.
Antes de vadear por los ejes
temáticos del decir breve, quiero resaltar la atractiva cubierta de Carmen Canet,
otro de los nombres centrales del aforismo actual y directora de la
colección Alto Aire. La escritora de Granada nos deja un collage cuajado de color, afín a la sensibilidad impresionista.
También sorprende, como sucede en algunos libros del aforista Ramón Eder, la
mínima ilustración monocromática de “Autorretrato”y el punto de ironía visual de
la caricatura.
Hiram Barrios ha definido el
habla lacónica como una suerte de épica postmoderna. Una perseverante tarea
para descubrir lo esencial, las formas ideales en un transitar proclive al
desaliño de la banalidad, a los espejismos del presente y su particular
geografía de saldos. De este modo, en el caminar de la creación, “el aforismo
es atajo”. En él conviven el epitelio humanista y la reflexión donde
respira el fluir de la conciencia: “El fracaso, cuando es contundente y sin
aspavientos, tiene mucha dignidad”, “El aforismo no busca educar. Por eso es
tan aleccionador”, “El aforismo sabotea la moraleja”. Este parco análisis de la
naturaleza indagatoria del aforismo sirve de entrada a una compilación de
textos mínimos donde la dispersión temática funciona como punto de encuentro. La curiosidad intelectual testimonia la
diversidad; de este modo en los diferentes capítulos de Un naufragio permanente se escucha el rumor inquieto de una
percepción en vigilia. Quien escribe mira, sondea las respuestas del silencio.
El sujeto verbal personifica el lugar de la escucha. Camina a solas con su
pensamiento. Dialoga consigo sin buscar respuestas. Deja que los enunciados
sentenciosos dibujen el paisaje estacional de la interpretación. Al cabo:
“Intrincar los enigmas tiene más sentido que tratar de resolverlos”.
De cuando en cuando el habla
lacónica sugiere un relato con personajes y argumento que se resuelve con la
inmediatez de una microhistoria: “Niñería. Quería a toda costa ser un hombre”,
“El choque. Caminé varios días para perderme; ¡ingrato destino!: terminé
encontrándome”. Otras veces fecunda una grieta mental sobre la escritura, como
sucede en el apartado “Tachaduras”. Allí lo metaliterario muestra una realidad
cercana y transparente, que se mira en las aguas de la tradición y desmiente
las propias certezas convocando al “Arte de borrar”: “Escribir y pensar son
operaciones distintas. Pensar y borrar son la misma cosa”, “Borra las huellas
para que las puedan seguir”.
Un naufragio permanente recurre a rótulos orientadores para dar a su
contenido la apariencia de un viaje reflexivo por andenes desperdigados.
“Epitafios” ahonda en esa escritura que busca permanencia más allá de la
finitud. Si el nihilista, como asevera un aforismo, es víctima propicia de su
propio vacío, personifica también lo paradójico, el hecho de confrontar una
realidad y su reflejo, de ubicar al escritor frente a su obra: “El librepensador. Luchaba por la verdad.
Su obra lo desmintió”.
Para quien esto escribe la sección “Manuscrito hallado en una botella”
contiene una buena compilación de aforismos excelentes. Dejo una muestra: “La
evolución es un fraude. Fracasamos como animales”, “No hay filosofía que pueda
salvarte de ti”, “La inteligencia explica; la memoria implica”, o el esqueje
verbal que inspira el título del conjunto: “La vida es un naufragio permanente;
nunca dejas de hundirte”.
Hiram Barrios sondea modelos expresivos formales para evitar la pulsión
reiterativa de la frase aforística. En “El caminante y su sombra”, dedicado a
Manuel Neila, otro gran impulsor del aforismo, ensaya la forma dialogal y el
desdoblamiento entre enunciado y respuesta para que los aforismos personifiquen
silencios escritos. En “Artimañas” y “Los hechizos de la noche” el destello
conciso mantiene densidad reflexiva en su naturaleza filosófica, recordando el
didáctico consejo de Nicolás Gómez Dávila: “Escribir corto, para concluir antes
de hastiar”. Y en “Autoservicio” se extrema la apariencia gráfica, como si el
escritor convocara la perplejidad del lector para completar los mínimos enigmas
expresivos. También acentúa su apariencia de caligrama la secuencia verbal “Cuatro
claves y un distractor” con disposiciones visuales aleatorias para cada uno de
los textos que parecen conceder al mensaje un segundo plano.
Cada antología es un
muestrario de fragmentos que trata de convertirse, desde la brújula del azar,
en un todo unitario. Un naufragio
permanente aspira a ser una caja de resonancia en el tiempo, la bitácora de
un itinerario que ha hecho del decir breve una estrategia expresiva testimonial
y directa, en continuo peregrinaje interior, donde todo está en discusión. Sólo
la duda sigue en pie.
JOSÉ LUIS MORANTE
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