martes, 10 de octubre de 2023

EFI CUBERO. RIZOMA

Rizoma
Efi Cubero
Introducción de Javier del Prado Biezma
Ediciones Mahalta
Colección Poesía
Ciudad Real, 2023

 

EL HONDO RESPLANDOR


   Efi Cubero reúne en Rizoma una amplia muestra de su trayectoria poética en la jovencísima editorial Mahalta. Consigna un desvelado quehacer en el tiempo, pleno de pulsión emocional y estética. La poeta y ensayista de Granja de Torrehermosa organiza su mapa creativo en ámbitos temáticos, como si la materia verbal estuviera formada por estratos conectados entre sí. Las capas sedimentarias alumbran indagaciones en las posibilidades del lenguaje y responden a claves existenciales, cuajadas de misterio, por las que el yo se encuentra a sí mismo. El hondo resplandor impulsa un balance creativo formado por las entregas Fragmentos de exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (2008), Ultramar (2009); Condición del extraño (2013), Punto de apoyo (2014) y Solo inclasificable 2021). Un largo proceso presente en el desvelo insomne de Rizoma que aglutina también las composiciones inéditas, no conocidas en libro todavía.
  Efi Cubero impulsa un proceso de singularidad y extrañeza para vivir la esencia de las cosas, esos temas centrales que conforman la compleja urdimbre de Rizoma. Los poemas se cobijan sin enunciar de qué libro proceden; conforman apartados que mantienen una sostenida unidad armónica: “Rizoma”, “Ver”, “Hora Prima”, “Travesía”, “Lugares habitados”, “Natura”, “Huellas”, “Creación” y “Amar”. De este modo, percibimos los muros de una casa encendida, un ámbito transcendente empeñado en cobijar belleza en el epitelio del silencio. Es un legado de efectos profundos y sutiles; la sensibilidad en vuelo de un sujeto verbal con un fuerte sentido de su autonomía estética.
   La introducción “Leyendo Rizoma, bajo el enigma del poema”, firmada por la palabra sabia del poeta, ensayista y profesor Javier del Prado Biezma, yuxtapone sondeos interpretativos. Esboza un análisis de intensidad y concisión emotiva en el que se desvela esa red transversal de los matices. Insiste el liminar en la semántica fuerte de “Rizoma” como “tallo subterráneo hinchado de jugo y de gérmenes de vida”; una proyección de la raíz hacia el mundo aéreo que mantiene su oculta esencialidad, su imprevisible dimensión extemporal. La palabra despliega un paisaje conceptual que desvela y muestra la piel abierta de la ontología, la plenitud intacta de lo oracular que se resiste a la brújula analítica del pensamiento y a su empeño de exactitud filosófica. La introducción nada deja en barbecho. Recorre con profunda mirada cada una de las secciones para determinar sus rasgos distintivos, sabiendo que la estructura es lo que permanece, más allá de la contingencia y lo coyuntural.
   La nota de la escritora responde con didáctica concisión al origen del título y a los criterios de selección de esta poesía de la extrañeza que aglutina como material magmático entorno natural, pensamiento filosófico, realidad transcendida, esencia y decurso vital. Todos son lugares del poema. Estaciones de llegada de la conciencia, pulsaciones de incertidumbre de las que emerge una poética y una disposición a la palabra: “La incertidumbre / es mirar más adentro / sin encontrarnos”.
   Quien escribe, pone en vigilia su forma de percibir y ver; se crea una disposición a la palabra, un estar a la espera que busca “enlazar lo distinto para unirse en un todo”. Desde la soledad y la extrañeza el sujeto verbal se hace voz, semilla germinal de una armonía íntima y sin contornos.
  Construir la escritura es dibujar un código de acceso al núcleo del silencio. Los poemas transcriben coordenadas indefinidas; se deslizan por una senda de evocaciones, imágenes y enunciados reflexivos. En las composiciones se hacen accesibles los afanes diarios de una perspectiva ecléctica, de una contemplación que se condensa, donde las certezas son un afán continuo de claridad y transparencia. El verso es refugio pautado que protege y salva, que concede sentido a la volátil sombra del tiempo: “La mirada resuelve / la extrañeza de ser… / O el extravío”.
   En cada sección las composiciones exploran sendas argumentales en las que el devenir existencial se define como vértice central. Vivir es un caminar continuo que hace posible la revelación y el encuentro, la fugacidad de un tiempo en continuo deseo de huida. El incansable andar empuja a encuentros y ausencias, a percibir las marcas en el aire del azar que sostiene nuestros pasos. Junto al yo, el sueño de la naturaleza, la materia que aporta cercanía y conocimiento en la compleja urdimbre de su apariencia: “Por el delgado filo / de transparentes márgenes / busco cobijar los códigos brumosos / de la naturaleza que intento comprender.”
   En el variado contexto escritural de  Rizoma la preocupación metaliteraria está presente en “Sílabas”, “De paz”, o en algunos poemas del apartado “Creación” que definen una manera de mirar el mundo llena de lucidez, nunca abstracta o distante. La creación es un proceso, el justo equilibrio entre trabajo, acierto expresivo e inspiración: ”Alumbrar, pulsar en lo acertado / para sentir el alma allí donde se oculta. / Aquí donde la vida se revela, / desnuda, intraducible…”
   El apartado final hace del amor camino propio. Un tantear continuo en la profundidad de la entrega, en el deseo y en el espacio simultáneo del nosotros sobre la incansable travesía de las estaciones. Después de la partida queda el desvelo del recuerdo, la reivindicación de que en la ausencia también se permanece, aunque se acallen los pasos inciertos. El rumor elegíaco impulsa composiciones de fuerte calado sentimental; la voz de quien no está se retiene con la convicción de una vivencia permanente en “Fotografías”, “Sol”, “Partida” o “Soledad”.   
    Por la identidad poética de Rizoma asoma, vivo y pleno, el movimiento incesante de la luz. La voz que aspira a llegar a ser. La pulsión que resiste la neblina diaria. Las palabras se deshojan de lo transitorio para mostrar una sensibilidad de efectos profundos. Las composiciones contemplan un despertar en el que se concentra la naturaleza del yo y su empeño de transcendencia. Un nacimiento germinal  que busca pronunciar el mudable destino del silencio.


JOSÉ LUIS MORANTE




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