viernes, 17 de mayo de 2024

JOSEFINA AGUILAR RECUENCO. LEONORA DENTRO

Leonora dentro
Josefina Aguilar Recuenco
XLII Premio Leonor de Poesía 2023
Ediciones de la Excma Diputación de Soria
Soria, 2024

 

LA SED DESPUÉS DEL VASO
 

 
   La decisión del jurado literario del XLII premio Leonor de Poesía, que convoca la Diputación Provincial de Soria, confirma la presencia de Josefina Aguilar Recuenco (Almería, 1971) entre las voces más reconocidas del mapa lírico actual. Autora de una escogida estela de poemarios, en un intervalo temporal muy breve, que arranca en 2016 con el libro Overbooking en el Paraíso, la poeta almeriense y profesora de Enseñanza Secundaria, singulariza su entrega Leonora dentro con el formato reflexivo de la prosa poética. De inmediato clarifica que el título alude a la pintora surrealista Leonora Carrington. La artista, nacida en Inglaterra el 6 de abril de 1917, se nacionalizó en México y fue una de las pintoras más importantes del surrealismo latinoamericano. Su biografía hizo de la desmesura normalidad. Eso se percibe muy bien en el cauce profundo del poemario Leonora dentro que tiene como brújula expresiva el relato novelado Memoria de abajo. Rebelde activa, Leonora rechazó, en su etapa juvenil, las convenciones burguesas de sus progenitores, abrazó la rebeldía y el nomadismo viajero, fue pareja en Paris del pintor Max Ernst y conoció a las figuras piramidales más aclamadas del vanguardismo surrealista del momento, Picasso, Dalí o Breton, artistas plásticos muy reconocidos frente a la condición marginal del yo femenino. El estallido de la II Guerra mundial aconseja huir a España, donde su padre propicia el ingreso en un psiquiátrico de Santander. Allí escribirá la narración autobiográfica Memorias de abajo en torno a los estratos del subconsciente, sus vivencias, delirios y apariciones oníricas.
   La voz poética de Leonora dentro destila un largo monólogo interior. Se hace un cauce enunciativo fragmentario que recorre sentimiento y razón ladera abajo, como si explorase el denso bosque de sombras de la conciencia. Busca claros en medio del frío. La imagen visionaria de los elementos cercanos de alrededor procede de la confrontación con el entorno familiar. La tiranía monolítica paterna hace del sanatorio un espacio aterido de introspección. Con bellísimas imágenes, procedentes de un pensamiento onírico y alejado del gregarismo cotidiano, Josefina Aguilar Recuenco indaga el pensamiento vivo de Leonora y abre las claves al moldeo de una identidad que habita fuera del tiempo, en la humedad silenciosa de su propia madriguera. Quien bucea en sí misma sólo encuentra sitio para la orfandad. Está a trasmano de la norma social del tiempo. Es periferia de esperanza que vislumbra un mañana sin andén.
  El lugar del poema se define como cárcel mental. Alza un espacio de reclusión que condiciona y margina el paso de los días. Se convierte en un poblado nido de fantasmas dispuestos a confundir realidad y sueños. Un cosmos difuso que no duda en emplear la camisa de fuerza para diluir las hebras más pequeñas de libertad y mediodía y hacer de la cama un núcleo fetal de miedos y soledad.
  También los recuerdos afloran, como si fueran adherencias cutáneas que muestran los síntomas de otro tiempo. En 1939, el régimen de Vichy declaró enemigo ideológico al artista Marx Ernst y la persecución aconsejó la separación de la pareja. Toca sobrevivir a solas, vadear las raíces del tiempo y abrazar la huida. Pero el pavoroso destino en el psiquiátrico rompe el epitelio de la rutina cotidiana; sobre la piel asoma la cicatriz abierta de la locura y la supuesta desestabilización psíquica. Las ventanas reflejan un pozo de extrañeza, una náusea infinita que discurre aferrada a las horas. La huida no encuentra puerta y el lugar alza muros a una hornacina de frío.
  Leonora dentro es un extenso poema río; un monólogo dramático pleno de luz sobre el misterioso cataclismo de la locura. En el fluir verbal de Josefina Aguilar Recuenco Leonora vuelve a la habitación con vistas del presente para fundir lo místico y lo sagrado, un poblado imaginario de seres brumosos, que sorben la razón y se despliegan en el aire libre del surrealismo: “Dios pinta un huevo que se derrite. La cáscara es piel de paloma que se quiebra en la vulva del bosque”. Son versos que dejan a ras de suelo la belleza, que golpean de lleno con su materia viva, que se adhieren al cuerpo para que percibamos como emerge del lodo y la duda incesante la esperanza y se hace amanecida y libertad.
  
                                                          

JOSÉ LUIS MORANTE 



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