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Los jefes. Los cachorros Mario Vargas Llosa Alfaguara Serie Roja Madrid, 2016 |
NARRATIVA
BREVE
Aprovecho el inicio estival bajo la
sombrilla cervecera para regresar a su narrativa breve, Los jefes, editado por primera vez en 1959, y Los cachorros, que amaneció en 1967.Los integrados en Los jefes son cuentos que comparten en su espacio de representación
un localismo violento y justiciero, repleto de sangre, y con una enfermiza
obstinación por hacer de la violencia una razón de vida. Los cachorros aporta un relato de aprendizaje en el que se dibujan
los claroscuros del laberinto juvenil de Miraflores, un barrio que tiene
notables componentes autobiográficos y que sirve de brújula para vislumbrar las
aspiraciones sentimentales de la juventud limeña.
El regreso a estas páginas no me deja el
gusto conforme. Como si el tiempo hubiese desdibujado contornos, los perfiles
de los personajes difunden rasgos carentes de complicidad. Y hay poco
asentimiento en ese empeño tenaz por buscar en la noche un cuerpo donde hundir
una navaja, o por contemplar con los ojos absortos del lector como el rencor
hace diana en el cuerpo inocente de algún indio. Lo que sucede está ahí, como
un cauce rumoroso y cercano cuyas aguas arrastran materiales narrativos, pero
no sacuden el ánimo con la fuerza de lo necesario. Lo mismo me sucede con el
léxico localista de Miraflores, que anega con su pintoresquismo léxico el
avance accional y deja en un segundo plano el desgraciado accidente que marcará
la relación con las chicas.Cierro el libro. Los relatos disuenan en
la plácida cadencia del verano. Pero ya busco nuevas relecturas. Mario Vargas
Llosa continúa siendo un escritor de altura. Sin prensa rosa, con la caligrafía
firme del talento.