Mostrando entradas con la etiqueta Javier del Prado Biezma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Javier del Prado Biezma. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de agosto de 2025

EFI CUBERO. RIZOMA

Rizoma
Efi Cubero
Introducción de Javier del Prado Biezma
Imagen de portada de Paco Mora
Editorial Mahalta, Colección de Poesía
Ciudad Real, 2023

 

EL TRABAJO GUSTOSO
 
   Efi Cubero reúne en Rizoma una amplia muestra de su trayectoria poética en la editorial Mahalta. Consigna un desvelado quehacer en el tiempo, pleno de pulsión emocional y estética. La poeta y ensayista organiza su mapa creativo en ámbitos temáticos, como si la materia verbal estuviera formada por estratos. Las capas sedimentarias alumbran indagaciones en las posibilidades del lenguaje; responden a claves existenciales, cuajadas de misterio, por las que el yo se encuentra a sí mismo. El interminable fervor de Efi Cubero ha impulsado un balance creativo formado por las entregas Fragmentos de exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (2008), Ultramar (2009); Condición del extraño (2013), Punto de apoyo (2014) y Solo inclasificable 2021). Un largo proceso que aglutina también las composiciones inéditas, no conocidas en libro todavía.
  Efi Cubero explora la travesía en su desarrollo cronológico para vivir la esencia de las cosas, esos temas centrales que conforman la compleja urdimbre de Rizoma. Los poemas se cobijan sin enunciar de qué libro proceden; conforman apartados que mantienen una sostenida unidad armónica: “Rizoma”, “Ver”, “Hora Prima”, “Travesía”, “Lugares habitados”, “Natura”, “Huellas”, “Creación” y “Amar”. De este modo, percibimos los muros de una casa de tiempo y de silencio, un ámbito trascendente empeñado en la persecución de la belleza. Efectos profundos y sutiles en la sensibilidad de un sujeto verbal con un fuerte sentido de autonomía estética.
   La introducción “Leyendo Rizoma, bajo el enigma del poema”, firmada por la palabra sabia del poeta, ensayista y profesor Javier del Prado Biezma yuxtapone sondeos interpretativos. Esboza un análisis de intensidad y concisión emotiva en el que se desvela esa red transversal de los matices. Insiste el proólogo en la semántica fuerte de “Rizoma” como “tallo subterráneo hinchado de jugo y de gérmenes de vida”; una proyección de la raíz hacia el mundo aéreo que mantiene su oculta esencialidad, su imprevisible dimensión extemporal. La palabra despliega un paisaje conceptual que desvela y muestra la piel abierta de la ontología, la plenitud intacta de lo oracular que se resiste a la brújula analítica del pensamiento y su empeño de exactitud filosófica. La introducción nada deja en barbecho. Recorre, con profunda mirada, cada una de las secciones para determinar sus rasgos distintivos, sabiendo que la estructura es lo que permanece, más allá de la contingencia y lo coyuntural.
   La nota de la escritora responde con didáctica concisión al origen del título y los criterios de selección de esta poesía de la extrañeza que aglutina como material magmático entorno natural, pensamiento filosófico, realidad transcendida, esencia y decurso vital. Todos son lugares del poema, estaciones de llegada de la conciencia, pulsaciones de incertidumbre de las que emerge una poética y una disposición a la palabra: “La incertidumbre / es mirar más adentro / sin encontrarnos”.
    Quien escribe, pone en vigilia su forma de percibir y ver; se crea una disposición a la palabra, un estar a la espera que busca “enlazar lo distinto para unirse en un todo”. Desde la soledad y la extrañeza, el sujeto verbal se hace voz, semilla germinal de una armonía íntima y sin contornos.
  Construir la escritura es dibujar un código de acceso al núcleo del silencio. Los poemas transcriben incertidumbres; se deslizan por una senda de evocaciones, imágenes y enunciados reflexivos. En las composiciones se hacen accesibles los afanes diarios de una perspectiva ecléctica, de una contemplación que se condensa, donde las certezas son un afán continuo de claridad y transparencia, es refugio pautado que protege y salva, que concede sentido a la volátil sombra del discurrir: “La mirada resuelve / la extrañeza de ser… / O el extravío”.
   En cada sección las composiciones exploran sendas argumentales en las que el devenir existencial se define como vértice central. Vivir es un caminar continuo que hace posible la revelación y el encuentro, la fugacidad de un tiempo en continuo deseo de huida. El incansable andar empuja a encuentros y ausencias, a percibir las marcas en el aire del azar que sostiene nuestros pasos. Junto al yo, el sueño de la naturaleza, la materia que aporta cercanía y conocimiento en la compleja urdimbre de su apariencia: “Por el delgado filo / de transparentes márgenes / busco cobijar los códigos brumosos / de la naturaleza que intento comprender.”
   En el variado contexto escritural de  Rizoma la preocupación metaliteraria está presente en “Sílabas”, “De paz”, o en algunos poemas del apartado “Creación” que definen una manera de mirar el mundo llena de lucidez, nunca abstracta o distante. La creación es un proceso, el justo equilibrio entre trabajo, acierto expresivo e inspiración: ”Alumbrar, pulsar en lo acertado / para sentir el alma allí donde se oculta. / Aquí donde la vida se revela, / desnuda, intraducible…”
   El apartado final hace del amor camino propio. Un tantear continuo en la profundidad de la entrega, en el deseo y en el espacio simultáneo del nosotros en la incansable travesía de las estaciones. Después de la partida queda el desvelo del recuerdo, la reivindicación de que, en la ausencia, también se permanece, con los pasos inciertos de la evocación. El rumor elegíaco impulsa composiciones de fuerte calado sentimental; la voz de quien no está se retiene con la convicción de una vivencia permanente en “Fotografías”, “Sol”, “Partida” o “Soledad”.   
    Por la identidad poética de Rizoma asoma, vivo y pleno, el movimiento incesante de la revelación. La voz que aspira a llegar a ser. La esencia dispuesta a resistir la neblina diaria. Las palabras se deshojan de lo transitorio para mostrar una sensibilidad de efectos profundos. Las composiciones contemplan un presente único, en el que se concentra vida y obra. Una caligrafía de luz, que busca desvelar la música callada de silencio, el intacto perfil de la belleza.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 


miércoles, 15 de noviembre de 2023

JAVIER DEL PRADO BIEZMA. GRUTAS Y GRUTESCOS

Grutas y grutescos
Javier del Prado Biedma
Poema de contraportada de Antonio Daganzo
Plaquette de poesía
Editorial Búho Búcaro
Madrid, 2023

 

MIRAR  DENTRO

 
   Con el personal diseño artístico de la poeta Pilar S. Tarduchy, llegan los nuevos cuadernos poéticos de Ediciones Búho Búcaro con nombres de alto interés literario como Teresa Gómez o Javier del Prado Biedma. Son muestras de excelente calidad que refrendan el papel imprescindible de la edición independiente y su continuo forcejeo con el mercado, a través de una voluntad férrea de seguir sembrando acotaciones dialogales con el lector, a pesar del habitual pesimismo que augura esos trayectos frágiles que acaban sin pasos.
  Hace ya una década que Javier del Prado Biedma (Toledo, 1940) me honra con su amistad. Escritor de largo recorrido, humanista y docente universitario, ensayista y teórico de la literatura con una incansable producción propia y autor de prólogos referenciales, ha dejado en la imprenta más de veinte entregas, multiplicando además varios centenares de artículos de investigación. Un sabio sin más que ha hecho del espacioso campo de la literatura una tarea fieramente humana y una rotunda afirmación de la inteligencia. ​
   Grutas y grutescos asume también el subtítulo de “Fantasías para niños y adolescentes sabios y perversos”. El introito aclara que el material poético procede de un rescate personal que integra las tempranas composiciones de Arqueologías del yo. Es, a juicio del autor, “un conjunto muy diferenciado de mis primeras canciones, sentimentales y pseudo-místicas, que era mi forma de crear poesía por aquel entonces”. Javier del Prado Biezma señala además dos cuestiones de notable calado: el asentamiento en la palabra del axioma vital y la importancia formativa de la música francesa de finales del siglo XIX y principios del siglo XIX de donde mana la idea de “suite” y su paralelismo en la poesía como material breve y fragmentario, dispuesto a componer grutas interiores y grutescos ornamentales.
  Los poemas mantienen títulos enunciativos que orientan cabos argumentales. En el comienzo del cuaderno “Suite de la gruta del amor desesperado” hallamos tres breves fragmentos que comparten temática amorosa. Su plenitud simbólica personifica en las palomas la libertad del vuelo, la fuerza de ser más allá de los ojos. El segundo fragmento, por su perfección formal, recuerda la cadencia musical de la suite: “Una sonrisa remota / erguía, flecha, su tallo, / sobre el lago de una boca… / Vibraba como una cuerda / de viola. “.
   “La gruta del olvido” enfoca la relación amorosa como un tesoro oculto y subterráneo, una barca ilusoria mecida por las olas sobre la superficie que, aislada e inasible, se va desvaneciendo en el tiempo. El apartado mantiene cierta continuidad de tono con “La gruta de la pureza”, cuyo formato dialogal da voz a elementos del entorno como el estanque o el ciervo, espectadores cómplices de la amada y de su persistente idealización: es aljibe de pureza, bebida fresca para los labios del poeta y flor que vela en las aguas del  reposo nocturno.​
  La idea central del amor percibe otros escenarios simbólicos como la luna, elemento central del universo imaginario de la noche que protagoniza canciones o baladas. También el viento como laberinto y sueño, o como tenaz causante de la música  Y a estos elementos de complicidad y compañía se suman la serpiente, la sombra, la música o los animales que pueblan las fantasías nocturnas.​
  Los poemas aurorales de Javier del Prado Biezma expanden una atmósfera onírica y celebratoria. Hacen del amor una búsqueda que aleja la soledad y abre ventanas a un imaginario a trasmano. Anulan referentes biográficos para añadir a las teselas dispersas del entorno una función poética. Abren márgenes y miradores para que las palabras se llenen de luz y depositen en el epitelio cálido de los sentimientos los fragmentos de un sueño.

JOSÉ LUIS MORANTE