Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Hernández. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Hernández. Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de septiembre de 2017

ENTREVISTA EN COVIBAR (SOBRE PULSACIONES)

Parque de Covibar (Rivas-Urbanizaciones)


José Luis Morante presenta en Covibar Pulsaciones


El próximo 21 de septiembre, inauguras la nueva temporada del Mirador Literario de Covibar con la presentación de tu nuevo libro, Pulsaciones. ¿Qué va a encontrar el lector en esta antología poética?

La antología Pulsaciones es una selección de poemas que da cuenta de mi trabajo literario en el discurrir del tiempo. Comprende un largo paréntesis de poesía que arranca en 1990 y que llega hasta el ahora, ya que incluye  una amplia muestra de poemas inéditos. Más de dos décadas de escritura. Contiene además un atinado “prólogo” de la poeta y editora Rosario Troncoso en el que se analizan con acierto los núcleos centrales de mi poesía: la identidad del sujeto, el compromiso social, la mirada al entorno, el discurrir del tiempo… 

¿Qué aporta este nuevo libro al resto de tu obra poética?

Es un balance; una parada en medio del camino para mirar dentro y ver si la escritura enlaza con la existencia personal o fortalece su razón de ser. En poesía no se puede escribir por inercia; cada palabra es necesaria. La hojarasca en el poema es inadmisible. Ya he comentado también que el libro muestra por primera vez algunos poemas inéditos que trazan una fotografía personal del presente.

 Has escrito en diferentes géneros literarios. ¿En cuál te sientes más cómodo?

Todos son teselas complementarias que, juntas, componen un gran mosaico. Si debo decantarme la poesía ocuparía el primer plano; es protagonista principal porque es el género más exigente y el que mejor define mi identidad. Pero me siento muy cómodo también en el trabajo crítico: la crítica enseña a leer, tiene un sustrato muy sólido de conocimiento argumentado y conviene practicarla con rigor, para saber cuáles son las líneas fundamentales del libro, más allá de superficiales impresiones al paso.

¿Qué autores han sido tus referentes literarios y con qué poetas actuales te sientes en consonancia?

La lista sería tan extensa que cansaría al lector; así que recurro a los más cercanos: los poetas que prefiero casi todos forman parte de la generación del 50, ahí están Jaime Gil de Biedma y Ángel González como voces fuertes; y nunca olvido a Antonio Machado por su empeño en fundir en cada palabra ética y estética.
Mi trabajo me ha concedido enlaces personales con muchos autores contemporáneos: me siento cerca de Joan Margarit, Ángeles Mora, Luis García Montero… Son amigos y maestros al mismo tiempo.


En tu labor como escritor, ¿alguna vez te has tenido que enfrentar al miedo a la hoja en blanco?

El miedo a la incertidumbre es un estado natural; en la escritura no hay fórmulas sino empeño que debe renovarse cada día; no hay que asustarse de esa inquietud que obliga a ser crítico con el trabajo personal y a ser inconformista con nuestra vocación literaria. Ese miedo solo se mitiga, nunca se cura, pero existen buenos remedios caseros. El mejor que conozco es la lectura.


Tu poesía ha recibido varios premios, entre ellos el Premio Internacional de poesía San Juan de la Cruz o el Premio Espadaña. ¿Qué importancia tiene para ti recibirlos?

La poesía sin lectores es un cajón umbrío; un premio literario es una posibilidad de que el trabajo personal se difunda mejor y sea conocido por entornos lejanos. Los premios literarios tienen mala prensa porque son muchos más los que no ganan que los premiados. Es verdad que en algunos casos se toman decisiones poco éticas, pero ocurre en todos los niveles, desde un premio local hasta los más meritorios… Aquí es esencial el sentido ético de cada sujeto. Ser coherente no es una cuestión ajena sino una actitud.


 ¿Dónde vamos a poder adquirir Pulsaciones?

Ya está a la venta en El Rincón de la Lectura, la librería de Covibar que muestra siempre un incansable apoyo a los autores de nuestro municipio, gracias a la labor de Jeremías, un referente cultural como los ciclos literarios de la Cooperativa Covibar, impulsados por Manuel Hernández. Además se puede adquirir en la editorial Takara  que hace posible de inmediato el envío a domicilio con un coste mínimo. Así que en septiembre será un placer volver a compartir vida y poesía con mis paisanos en la sala Miguel Hernández, tan abierta y hospitalaria. Nos vemos el día 21 de septiembre con la gratitud de siempre. 

(Revista Covibar, nº 266 (Septiembre, 2017)




miércoles, 19 de diciembre de 2012

FERNANDO LÓPEZ GUISADO.



Con José Guadalajara y Fernando López Guisado






DIÁLOGOS CON LA BIBLIOTECA

  La dilatada trayectoria en el tiempo de Fernando López Guisado ha hecho posible un diversificado acopio de sedimentos culturales. A continuación, propongo un rastreo de estos referentes que enriquecen las coordenadas básicas de su escritura. La experiencia lectora confirma que la estética de un autor no es un camino cerrado sino la búsqueda continua del matiz y el conocimiento de provechosas confluencias que evitan el monolitismo y el amaneramiento.
   El primer paratexto es la cita de apertura que firma  Neil Gaiman. Autor de culto, nació en Portchester, Inglaterra, en 1960. En el arranque juvenil se convierte en lector precoz. Se anima pronto a colaborar en publicaciones cercanas, como articulista y entrevistador; no desdeña la inmersión en el cómic que inclina su itinerario hacia la novela gráfica en la que debuta muy pronto. Uno de sus personajes, Sandman, muy alejado de los arquetipos habituales de las viñetas, se convierte en un verdadero referente del género a nivel mundial. Esa identidad condensa muchos de los rasgos de Gaiman: recurrencia al folklore local inglés, onirismo, ambientes urbanos irreales y densos y contrastes sentimentales en las historias…
   Una referencia contextual menos explícita es el primer verso “Bajo los tilos” del poemario. Para otros, como es mi caso, su carga emotiva es meridiana. En este diciembre de 2012 se cumple un año de un viaje familiar a Berlín, la ciudad alemana cuya arteria principal es “La Unter den Linden” (La avenida de los tilos). Desemboca en la Puerta de Brandenburgo. Cuando la vía se cedió a la ciudad, se plantaron en sus márgenes numerosos tilos y poco a poco fueron testigos del próspero urbanismo berlinés. Marlene Dietrich cantó al bulevar, como signo distintivo. En él sitúa Fernando López Guisado el poema más diáfano de La letra perdida, y acaso también el más emotivo, como estela sentimental de la amada.
  El aporte citado de H. P. Lovecratf, un clásico del terror cósmico que aglutina satanismo y fantasmas, autor de oscuros y barrocos relatos de terror y ciencia ficción, elige como hilo argumental la pérdida de la propia identidad. Sirve de pórtico a un autorretrato, cuyos trazos perfilan esta desalentadora conclusión: lo cotidiano es una fuerza sombría dispuesta a vaciar nuestros sueños y a llenarnos de pesadillas.
  La dificultosa convivencia entre cine y literatura es antigua. Mantienen una relación convivencial que intercambia elementos básicos; muestran una expresividad diferenciada y distintos modos de mirar. En los poemas de La letra perdida hallamos alusiones a cintas como Lady Halcón y La invasión de los ultracuerpos. Pero ningún aficionado al séptimo arte dejará de percibir la importancia que tiene la película Tiburón, dirigida por Steven Spielberg en 1975” en el poema que se abre con una frase del guión: “Vamos a necesitar un barco más grande”; el poeta emplea esa expresión para –como Kavafis con los bárbaros- hacer del hombre-tiburón un amigo, Manukanaka, capaz de instalarnos en otra dimensión. El nombre pertenece al habla popular polinesio.
   Fernando López Guisado utiliza la prosa poética como formato, a sugerencia de otro estímulo cultural, en esta ocasión extraído de la literatura fantástica norteamericana de Robert W. Chambers: El Rey de Amarillo, un muestrario de relatos publicado en 1895; es una antología de cuentos sobrenaturales, que buscan provocar en el lector inquietud y malestar físico porque dejan a descubierta una maldad palpable, ominosa y dañina, que anula cualquier ingenuidad.
  El primer verso del poema “Veo un sol rojizo que no se apaga nunca” postula la llegada de un enviado; también es un elemento con bastante desarrollo en algunas de las sagas de ciencia ficción; no cabe olvidar su referente bíblico y la llegada del profeta  que da cumplimiento a una esperanza sostenida entre generaciones.
   Un nombre propio, Grendel, despierta de inmediato connotaciones épicas. Grendel el monstruo es uno de los antagonistas del poema épico Beowulf. Es un ser que personifica el mal y la destrucción que siembra en la tierra danesa hasta convertirla en un páramo inhabitable. Sólo concluye su labor maligna cuando muere a manos del héroe Beowulf.
   La expresión “Espejo, espejito…” tiene el aire nostálgico de los cuentos clásicos, de aquella malvada madrastra que pregunta al espejo si algún ser supera su belleza. La respuesta del espejo condena a Blancanieves. López Guisado trastoca la ingenuidad del relato clásico para elaborar un poema narrativo nocturnal.
   Soy de los que creen que cada página escrita interroga páginas anteriores, textos hallados en el heterogéneo mar de la tradición. Este acercamiento a los diálogos con la biblioteca de La letra perdida no es sino un apresurado índice de la vigencia de estímulos culturales. Todo lo que no es tradición es intemperie.
 
Texto inédito, escrito para la presentación en Rivas de La letra perdida en la Sala Miguel Hernández, en la que también participó Manuel Hernández, coordinador de las actividades culturales de Covibar.  

 

                                                              

viernes, 11 de mayo de 2012

LECTURA POÉTICA EN LA SALA MIGUEL HERNÁNDEZ.

Lectura en RIVAS
C. S. Armando Rodríguez
10 de mayo de 2012

Presentan
MANUEL HERNÁNDEZ
RICARDO VIRTANEN.

Retrato de JOSÉ LUIS MORANTE  del poeta y editor LUIS FELIPE COMENDADOR.

Cada lectura exige una nueva mirada sobre el itinerario creador. Leo en la Sala Polivalente Miguel Hernández, en el Centro Cultural Armando Rodríguez. Leo en Rivas, la ciudad donde vivo y trabajo, el marco geográfico donde ha ido naciendo mi poesía. En la mesa, conmigo, Manuel Hernández, gestor sociocultural de Covibar, y Ricardo Virtanen, poeta, músico y el crítico con mayor trato personal, el amigo que mejor conoce mi poesía y más atención ha puesto a cada una de mis entregas. La lectura se complementa con una proyección audiovisual y me ofrece la ocasión de emparentar dos facetas complementarias de mi trabajo: poesía y crítica. Los poemas de Mapa de ruta abren el acto, tras la excelente indagación teórica de Ricardo y, para no reiterar explicaciones y circunstancias, leo también un puñado de inéditos. Con la mirada a Ropa de calle , la edición de Letras Hispánicas sobre Luis García Montero, repasamos el papel del ensayista y las distintas perspectivas al seleccionar enfoque: el mío tiene un tono cordial y didáctico porque busca un público universitario en el que he resaltado la modulación coloquial, el ritmo poemático, la presencia de lo real circundante y la relectura de la tradición. Es sabido también que toda investigación literaria propicia una reflexión metapoética sobre la escritura, su evolución y sus variables genéricas.
Entre el público algunos escritores, compañeros de viaje, que como yo hacen de la vida y de la literatura una única moneda a cara o cruz. también madres y padres de alumnos con sus hijos preguntándome cuándo se empieza a leer poesía.
De cuando en cuando miro a mis hijas. Han crecido tanto que casi nunca recordaran los folios blancos que acogieron los poemas sugeridos por vivencias compartidas.
Todos sabrán disculparme si concluyo estas líneas aludiendo una vez más a Rivas como entorno ideal de mis lecturas y al nutrido grupo de amigos que una y otra vez ha ocupado las primeras filas del afecto. Su palabra cordial contrarresta el silencio de plomo de los que no están.