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miércoles, 9 de abril de 2025

VIAJEROS SEDENTARIOS


 La bruma fría
traspapela la tarde.
Pies indecisos.

Quema de cerca
el aliento de sombras.
Alguien detrás.

Dueños del eco,
los sonidos castigan
el viejo oído.

(De Viajeros sedentarios, La Garúa, 2025)





lunes, 10 de abril de 2023

JOSÉ GUADALAJARA y CANDELA AREVALILLO. UNA VOZ INTERIOR DESAFINADA

Una voz interior desafinada
José Guadalajara y Candela Arevalillo
Bohodón Ediciones
Colección Narradores de nuestro tiempo
Tres Cantos, Madrid, 2023

 

PRESENCIAS OCULTAS

  

   La novela Una voz interior desafinada es la primera colaboración literaria entre José Guadalajara, doctor en Filología Hispánica, narrador de amplio recorrido, investigador literario, conferenciante y ensayista, y Candela Arevalillo, licenciada en Arte, coordinadora de Escritores en Rivas, guía de exposiciones y gestora cultural que hasta la fecha había pospuesto su amanecida literaria para dedicarse con plena intensidad a la tarea extraliteraria de lo organizativo, la creación digital y la realización de eventos y talleres didácticos en Rivas Vaciamadrid. Por tanto, nos hallamos ante una experiencia narrativa auroral que ha suscitado en el entorno una encomiable urgencia lectora.
   Un mínimo umbral aclara de inmediato el detonante argumental del libro y el contexto temporal que recorre: “Un trágico suceso del que se hizo eco la prensa sensacionalista de la época y un escrito mecanografiado de 1983 nos impulsaron a escribir esta novela. Era una forma de recuperar la memoria después de una amnesia de casi cuarenta años”. Nos hallamos en un escenario en el que conviven realidad y ficción: la historia de Diana Soler Millán, una joven de veintitrés años, narrada en primera persona, y el testimonio de supuesta objetividad del narrador, empeñado en reconstruir las grietas del relato en los años ochenta. Es un tiempo histórico marcado por los hilos sueltos de la transición, la llegada al poder del socialismo y el balance apresurado de la libertad democrática que dio pie a la llamada “Movida madrileña” y a su aventurado comportamiento vital.
   El recorrido capitular comienza con precisas coordenadas de espacio y tiempo: Madrid, 1982-1983, y con la voz directa de Diana, modelo para una composición pictórica en el estudio de Fabio Moretti, ubicado en el sótano de una vieja casa del barrio de Salamanca, que deja fluir, con sosegado equilibrio, la claridad urgente de la memoria y sus contradictorias e imprevisibles espesuras mentales.
  La existencia cotidiana del pintor, pese al éxito de sus exploraciones creativas, se debate entre la languidez de un matrimonio anquilosado por el rumor del tiempo, y sus aspiraciones e inquietudes reflexivas que empujan a ser miembro de una Sociedad Teosófica interesada por el espiritismo y por creencias especulativas sobre un cataclismo cósmico.
   Una extraña visión de Diana, reflejada en la puerta del aseo de la casa del pintor, trastoca el ánimo de la modelo completamente y da pie a una larga conversación en la que se postula la existencia de presencias ocultas, que se mueven en otra dimensión. También el pintor resulta afectado por aquel incidente que parece generado en un sueño y se refugia en su amistad con un amigo pintoresco con el que recorre locales de Madrid que definen una época de la vida urbana y una forma de vivir la noche.
   Aquel incidente separa los quehaceres existenciales de modelo y pintor y pone de relieve que, más allá de las apariencias en cada identidad, hay una cara oculta en la que se encierran elementos espirituales, oníricos y conjeturales que casi nunca salen al exterior. Diana está convencida de que la mudez de Fabio es ocultación y ello sobredimensiona la inquietud y la desconfianza de su estar en el piso. Además la aparición de un cadáver en la escalera del edificio rompe definitivamente el clima sedentario y empuja a sus inquilinos a perderse en todo tipo de desavenencias y especulaciones. Los ojos de cada identidad perciben un horizonte desigual.
  Mientras la muerte sigue caminando a solas y  pone su guadaña sobre el hombro de los dos hermanos que acogieron a Diana en su apartamento del barrio madrileño de Campamento. El suceso deja en la niebla a Diana que a pesar de la mínima relación con sus tíos, no pude eludir profundizar en aquel misterio y conocer las circunstancias de la muerte.
   José Guadalara y Candela Arevalillo dibujan en Una voz interior desafinada un único perfil literario que ofrece al lector una amena incursión narrativa. Su andadura entremezcla una lograda ambientación real de los años ochenta y una azarosa mezcla de experiencias que contiene erudición, imágenes oníricas no exentas de poesía, tramas detectivescas y pasajes intimistas, cuajados de erotismo. Entre los distintos aspectos de esta mirada ficcional resalta el vitalismo de los personajes y sus claroscuros en los escenarios cotidianos. Rostros que proponen un atractivo juego de espejos donde la verdad rebaja sus certezas para reordenar la realidad o acaso para mostrarnos una realidad múltiple donde conviven fantasmas y evidencias, que  en el mediodía del tiempo, acuden a sentarse en la misma mesa.
 

JOSÉ LUIS MORANTE




miércoles, 25 de enero de 2023

JOSÉ GUADALAJARA (Entrevista sobre NADAR EN SECO)

 


 JOSÉ GUADALAJARA es Doctor en Filología Hispánica. Ha publicado libros de investigación como Las profecías del Anticristo en la Edad Media, además de numerosos artículos en revistas. Es autor de novela histórica y contemporánea: La luz que oculta la niebla, Testamentvm, La reina de las tres muertes, La maldición del rey Sabio, El alquimista del tiempo y Fado por un rey, entre otras.  También del libro de microrrelatos Cien microhistorias de la Historia. En el próximo mes de febrero saldrá Una voz interior desafinada, escrita con Candela Arevalillo.

 www.joseguadalajara.com

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS MORANTE SOBRE EL LIBRO NADAR EN SECO

 1.- Nadar en seco es un esfuerzo inútil que produce rasguños, heridas y una desazón enorme; nadar en seco, como el título de tu último libro, es un oficio de locura. ¿Qué se esconde detrás de ese sentido figurado?

La voluntad tenaz del superviviente, la conciencia de que vivimos en un tiempo extraño, que ha perdido su cimentación y multiplica arquitecturas en el aire. Por eso, hay que adaptarse a las circunstancias del presente y ajustar la musculatura mental a sus chalecos de fuerza. Nadar en seco es la aceptación de un compromiso con el yo concreto para que siga cumpliendo su papel existencial.

 2.-En uno de tus versos afirmas con desgarro: «En los brazos maltrechos hay jirones de mí». La imagen es desoladora: denota lucha, esfuerzo, amargura. ¿Qué herramienta cortante es la que secciona ese hilo tuyo «en el ovillo de los sueños»?

 El corte proviene del filo angosto de la realidad, ese espacio que impide el cumplimiento de nuestros sueños y lima nuestras aspiraciones más hermosas. El discurrir existencial es una larga historia de erosiones y pérdidas, un caminar inevitable hacia la última costa.

 3.-Los que te conocemos y gozamos de tu amistad, sabemos que eres un hombre afable, cariñoso y entusiasta; sin embargo, cuando leemos tus poemas nos encontramos muchas veces con un poso pesimista que no encaja en esta imagen personal. ¿Cómo explicas esta contradicción?

 Es una cuestión básica en toda la historia de la literatura que conviene aclarar de inmediato y en la que han participado los más grandes poetas del siglo XX, desde Antonio Machado, Fernando Pessoa, o Jaime Gil de Biedma. No hay que identificar el sujeto biográfico y el protagonista verbal; son identidades distintas, por mucho que se parezcan. El poeta es un fingidor, una máscara, un yo ficcional que convierte el poema en un espacio de representación. Se puede escribir novela negra sin ser un detective, un policía o un habitual del hampa. La imaginación y la capacidad creadora lo permiten. Y la felicidad doméstica, también.

4.-En relación con esto, creo que una hija tuya te llamó la atención sobre ese pesimismo que fluye en tu poesía. Si no es rebasar el ámbito de lo privado, ¿se puede saber qué le contestaste?

Que procuraré en nuevos libros dar voz a la alegría y la convivencia sosegada con los demás. No me gustaría encasillar mi trabajo en el nihilismo y en lo sombrío; como todos, tengo la obligación de ser feliz y dejar en las ventanas de lo diario un cristal transparente, sin máculas ni desajustes. A ver si lo consigo.

5.-La poesía, según mi modelo estético, debe conseguir establecer una asociación de palabras «inasociables». Los formalistas rusos, como Viktor Shklovsky, hablan de desautomatización para crear la literariedad en el uso del lenguaje. En Nadar en seco esta operación de camuflaje es constante. ¿Cómo haces, cuando te encuentras en pleno esfuerzo creativo, para conseguir esa «nueva amistad» entre palabras habitualmente poco afines?

La poesía es un telescopio del lenguaje; su función básica es evitar los lugares comunes y conseguir que afloren nuevos matices, galaxias de imágenes, ritmos lectores y sentidos semánticos que añadan otros itinerarios. Hablamos de originalidad expresiva, de ver cada amanecida sin gregarismos ni rutinas visuales: con otra mirada.

6.-Un ejemplo de esta literariedad son versos como estos: «Goteo con trasiego de sístole», «sed ferrosa», «nubes ocres del gimnasio» o «latido de lluvia me interrumpe», entre otros muchos. ¿Cómo debe enfrentarse el lector a estas asociaciones? ¿Es necesario que entienda el mensaje al completo?

El lector habitual no es un cazador de metáforas, no tiene esa formación literaria que demuestran el profesor universitario, el filólogo o el investigador; por tanto sus niveles de lectura serán más básicos. Pero el creador no debe condicionar su taller a un primer piso expresivo; los rascacielos verbales están ahí, alzan sus estructuras con la fuerza pujante del arquitecto. Y eso crea un urbanismo desarrollado, habitable, distinto. Recuerdo aquella definición de clásico que argumentaba Italo Calvino: un libro clásico es aquel que nunca se agota en una primera lectura. 

 7.-Tus versos, muy precisos y sintéticos, portan una potente carga intelectual que puede quizá producir una sensación de distanciamiento; sin embargo, no es así. «Esa geometría estética» de tu poesía reviste una sentimentalidad y reflexión muy profundas. ¿Cómo conviven ambas?

 Siempre he pensado que el corazón del poema es la emoción; nunca me ha gustado el tacto de escarcha del hermetismo o de la poesía intelectual; mi poesía busca una estela de reflexión humanista y aporte sentimental; de su convivencia depende la razón del libro, su propuesta argumental; en los poemas debe habitar un abanico de sensaciones colectivas que no se dan en un solo sujeto sino en alguien que podría ser cualquiera.

 8.-Hay un verso, «El tiempo que no tuve, nada en seco», en el que el uso de una coma resulta un hallazgo artístico esencial. Me parece un modelo de ese rigor y precisión que, como he apuntado en la anterior pregunta, caracteriza tu poesía. Es curioso que el empleo de una simple coma potencie la plurisignificación y la sugerencia de todo un verso. Esto es solo un comentario, pero, si lo deseas, puedes añadir algún renglón.

 El traje formal del poema convoca una vigilia continua en el taller literario; las correcciones se multiplican; crear es borrar, repetir, cambiar, romper, seguir, operaciones de relojería que aseguran la precisión final. A veces tanto trabajo se disfraza de sencillez o se cierra de modo intuitivo, casi por un acierto casual. Así que sigo dedicando –ya lo sabes, mi querido amigo,- toda la mañana a la coma, para seguir dudando por la tarde si no hubiera sido mejor borrar su rastro. No sé, a veces los aciertos no dependen del autor sino del lector.

 9.-Tienes una gran facilidad de palabra y tus intervenciones públicas están siempre repletas de asociaciones léxicas y conceptuales referidas a la realidad. ¿Cómo lo consigues? 

Pertenezco a esa generación de maestros y profesores que hicieron de la palabra su método de trabajo; he llegado tarde a la mirilla digital y a los artilugios conceptuales del lenguaje binario. Amo profundamente la palabra y lo paso francamente mal con la pésima utilización de nuestra lengua por los medios de comunicación y por la banalización de las redes sociales. Yo busco siempre en cualquier medio la máxima exigencia. Tenemos una herramienta hecha de verdad y de belleza, que no admite ninguna pereza mental.

 10.-¿Qué es para ti un «ordinal necesario», tal como escribes en el primer poema de Nadar en seco? ¿Qué te conduce a la metapoesía? 

Que me niego a ser un simple número en la fila común de lo diario. Que busco una identidad sólida mediante las palabras, que amo la lectura como ejercicio esencial para el conocimiento y la razón estética. Que hablar de libros, voces, magisterios y autores abre cualquier lejanía. En el diccionario caben todos los mundos.

 11.- «Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en tanto aprieto…». Eres historiador y, como sabes, yo soy escritor de novela histórica. Como conclusión y regalo, me gustaría que me compusieras dos o tres versos de «poesía históricas”:

“España ya no existe como tema poético;  / es solo un sustantivo que dormita / en el viejo jergón del poeta social”. Somos afortunados, querido José, los primeros poemas de la literatura occidental son la Iliada y La Odisea; y desde Homero se han multiplicado las conexiones entre poesía e historia, no como verdad irrefutable, sino como relato de un tiempo concreto; piensa por ejemplo en cómo afectó nuestra guerra civil por la censura y el exilio a la poesía de la posguerra. Pero, me temo, que eso es otra historia; y ahora solo corresponde darte las gracias por  este apasionante capítulo de preguntas.

Rivas Vaciamadrid, 24 de  enero de 2023





viernes, 20 de enero de 2023

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS MORANTE ( NADAR EN SECO)

Presentación de Nadar en seco
(Lunes, 23 de enero, 19,15)
Sala Miguel Hernandez, Centro Social de Covibar
 

 Entrevista con JOSÉ LUIS MORANTE

 

   Desde la publicación de su primera entrega poética Rotonda con estatuas (1990) han transcurrido más de treinta años, casi el mismo tiempo que vive en Rivas, donde José Luis Morante es una presencia cultural imprescindible. El próximo 23 de enero regresa a la Sala Miguel Hernández, en el Centro Social Covibar, para presentar el libro de poesía Nadar en seco, editado por la editorial de Puerto Rico Isla Negra.
  
La crítica ha sido durante muchos años, la primera opción de tu itinerario creador. ¿Podrías resumirnos cómo ha sido esa larga dedicación lectora?
 
   Creo que sobre cualquier otra consideración soy poeta. Es verdad que llevo muchos años haciendo crítica literaria, pero ese quehacer no merma mi voluntad diaria de dar vuelo a la poesía, de buscar esos hilos sueltos de verdad y belleza que dejan su estela emotiva en el aire.
 
Crítica, prosa didáctica, aforismos, poesía… Sobre tu mesa de trabajo una sosegada convivencia de géneros.
 
  La escritura es un paisaje abierto, que suma muchos ángulos de visión; la biblioteca es una condensación de estrategias literarias, cada una de las cuales con sus rasgos específicos. Y desde esa práctica se conforman nuevos proyectos, como si encontraran en la diversidad su molde particular, su forma, su rostro propio.
 
 El nuevo libro Nadar en seco apuesta por un título muy expresivo. ¿Qué significado contiene?
 
   Creo que el título de un libro es muy importante porque traza la dirección exacta de la lectura. La expresión “nadar en seco” alude a nuestra condición de supervivientes; vivimos en un tiempo repleto de extrañeza y dificultades y hay que aprender a mantenerse a flote, aunque nada empuje hacia la playa. Resistir es esa obligación de encontrar a diario una razón de vida.
 
 Cada libro encierra un desarrollo argumental ¿Cómo nacen los poemas de Nadar en seco?
 
  La poesía tiene una doble fuente de inspiración, desde mi punto de vista. Por un lado, desde la experiencia existencial se van acumulando experiencias, conocimientos, decepciones, sueños, secuencias que van componiendo un trayecto muy aleatorio que aporta muchos indicios a la escritura. Y junto a esa fuente primaria está la lectura, el quehacer diario en torno al libro que nos muestra la obra de los poetas en el tiempo; la escritura tiene una génetica con muchos precedentes.  
 
 La editorial Isla Negra de Puerto Rico es, junto a la editorial valenciana Crátera, la que ha propiciado la edición de su libro. ¿Qué novedades supone editar en Latinoamérica y en El caribe?

  Que nuestros libros recorran tanta distancia supone una enorme satisfacción personal; estamos en el espacio digital y ahora es más fácil difundir el trabajo literario, pero publicar en la mejor editorial caribeña supone un reconocimiento al trabajo realizado que agradezco profundamente.
 
 La Sala Miguel Hernández es un espacio físico muy presente en tu trabajo literario. ¿Qué sensaciones deja la lectura en Covibar?
 
Mi colaboración con la Cooperativa Covibar se remonta a los primeros años de mi llegada a Rivas, en 1989, tras conseguir destino como profesor en un colegio de la localidad. Y este largo recorrido siempre ha encontrado una complicidad muy fuerte que ha multiplicado actos literarios, convocatorias como jurado de certámenes teatrales y asistencias como espectador a sus ciclos culturales. Así que estoy muy agradecido por esta relación tan fértil, que aspiro a seguir manteniendo con plena vigencia. Muchas gracias.
 
Revista Covibar, nº 312, Cultura Centro Social, pág 22  
 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

FERNANDO LÓPEZ GUISADO.



Con José Guadalajara y Fernando López Guisado






DIÁLOGOS CON LA BIBLIOTECA

  La dilatada trayectoria en el tiempo de Fernando López Guisado ha hecho posible un diversificado acopio de sedimentos culturales. A continuación, propongo un rastreo de estos referentes que enriquecen las coordenadas básicas de su escritura. La experiencia lectora confirma que la estética de un autor no es un camino cerrado sino la búsqueda continua del matiz y el conocimiento de provechosas confluencias que evitan el monolitismo y el amaneramiento.
   El primer paratexto es la cita de apertura que firma  Neil Gaiman. Autor de culto, nació en Portchester, Inglaterra, en 1960. En el arranque juvenil se convierte en lector precoz. Se anima pronto a colaborar en publicaciones cercanas, como articulista y entrevistador; no desdeña la inmersión en el cómic que inclina su itinerario hacia la novela gráfica en la que debuta muy pronto. Uno de sus personajes, Sandman, muy alejado de los arquetipos habituales de las viñetas, se convierte en un verdadero referente del género a nivel mundial. Esa identidad condensa muchos de los rasgos de Gaiman: recurrencia al folklore local inglés, onirismo, ambientes urbanos irreales y densos y contrastes sentimentales en las historias…
   Una referencia contextual menos explícita es el primer verso “Bajo los tilos” del poemario. Para otros, como es mi caso, su carga emotiva es meridiana. En este diciembre de 2012 se cumple un año de un viaje familiar a Berlín, la ciudad alemana cuya arteria principal es “La Unter den Linden” (La avenida de los tilos). Desemboca en la Puerta de Brandenburgo. Cuando la vía se cedió a la ciudad, se plantaron en sus márgenes numerosos tilos y poco a poco fueron testigos del próspero urbanismo berlinés. Marlene Dietrich cantó al bulevar, como signo distintivo. En él sitúa Fernando López Guisado el poema más diáfano de La letra perdida, y acaso también el más emotivo, como estela sentimental de la amada.
  El aporte citado de H. P. Lovecratf, un clásico del terror cósmico que aglutina satanismo y fantasmas, autor de oscuros y barrocos relatos de terror y ciencia ficción, elige como hilo argumental la pérdida de la propia identidad. Sirve de pórtico a un autorretrato, cuyos trazos perfilan esta desalentadora conclusión: lo cotidiano es una fuerza sombría dispuesta a vaciar nuestros sueños y a llenarnos de pesadillas.
  La dificultosa convivencia entre cine y literatura es antigua. Mantienen una relación convivencial que intercambia elementos básicos; muestran una expresividad diferenciada y distintos modos de mirar. En los poemas de La letra perdida hallamos alusiones a cintas como Lady Halcón y La invasión de los ultracuerpos. Pero ningún aficionado al séptimo arte dejará de percibir la importancia que tiene la película Tiburón, dirigida por Steven Spielberg en 1975” en el poema que se abre con una frase del guión: “Vamos a necesitar un barco más grande”; el poeta emplea esa expresión para –como Kavafis con los bárbaros- hacer del hombre-tiburón un amigo, Manukanaka, capaz de instalarnos en otra dimensión. El nombre pertenece al habla popular polinesio.
   Fernando López Guisado utiliza la prosa poética como formato, a sugerencia de otro estímulo cultural, en esta ocasión extraído de la literatura fantástica norteamericana de Robert W. Chambers: El Rey de Amarillo, un muestrario de relatos publicado en 1895; es una antología de cuentos sobrenaturales, que buscan provocar en el lector inquietud y malestar físico porque dejan a descubierta una maldad palpable, ominosa y dañina, que anula cualquier ingenuidad.
  El primer verso del poema “Veo un sol rojizo que no se apaga nunca” postula la llegada de un enviado; también es un elemento con bastante desarrollo en algunas de las sagas de ciencia ficción; no cabe olvidar su referente bíblico y la llegada del profeta  que da cumplimiento a una esperanza sostenida entre generaciones.
   Un nombre propio, Grendel, despierta de inmediato connotaciones épicas. Grendel el monstruo es uno de los antagonistas del poema épico Beowulf. Es un ser que personifica el mal y la destrucción que siembra en la tierra danesa hasta convertirla en un páramo inhabitable. Sólo concluye su labor maligna cuando muere a manos del héroe Beowulf.
   La expresión “Espejo, espejito…” tiene el aire nostálgico de los cuentos clásicos, de aquella malvada madrastra que pregunta al espejo si algún ser supera su belleza. La respuesta del espejo condena a Blancanieves. López Guisado trastoca la ingenuidad del relato clásico para elaborar un poema narrativo nocturnal.
   Soy de los que creen que cada página escrita interroga páginas anteriores, textos hallados en el heterogéneo mar de la tradición. Este acercamiento a los diálogos con la biblioteca de La letra perdida no es sino un apresurado índice de la vigencia de estímulos culturales. Todo lo que no es tradición es intemperie.
 
Texto inédito, escrito para la presentación en Rivas de La letra perdida en la Sala Miguel Hernández, en la que también participó Manuel Hernández, coordinador de las actividades culturales de Covibar.  

 

                                                              

lunes, 12 de noviembre de 2012

JOSÉ GUADALAJARA. IDEALIZACIONES.


La luz que oculta la niebla
José Guadalajara
Bohodón Ediciones, Madrid, 2012

   Hasta las páginas de La luz que oculta la niebla, el escritor José Guadalajara integraba la nómina de autores dedicados de modo exclusivo a la novela histórica.  Tras sus estudios sobre el Medievo y las reputadas investigaciones sobre el Anticristo, había depositado en la mesa de novedades Signum, Testamentum, La reina de las tres muertes y La maldición del rey sabio. Todas desvelan una paciente labor de sondeo para alumbrar tramas y personajes en marcos históricos que reconstruyen con fidelidad algún rincón del pasado. En su quinta salida, La luz que oculta la niebla hay una voluntad de exploración de otros cauces argumentales a través de un relato amoroso, concebido como una propuesta introspectiva, elegíaca e intimista.
  El ahora se convierte en tiempo narrativo de una identidad femenina. Se nos cuenta en primera persona el despertar de su memoria, tras la recepción de una carta, cuyo remitente aviva la búsqueda de indicios sentimentales. Desde ese momento, aún con la misiva cerrada, la protagonista se ocupa en poner luz a una etapa vital de búsqueda y descubrimiento relacional. Sus rememoraciones conducen a los años universitarios, en la amanecida de la transición, tras la muerte del dictador. El entorno social respira un clima de libertad esperanzada, como si fuera posible cualquier utopía. Son días juveniles y la narradora se retrata a sí misma como un temperamento abierto y contestatario, con gustos vegetarianos y una activa vida sexual. Cursa Filología Clásica y tiene un buen bagaje de lecturas en el que no faltan los poetas que definen ese tiempo, los novísimos, aquella promoción literaria que convirtió a Venecia y el culturalismo en rasgos habituales.
   Sin embargo, sus enlaces con los demás sólo son aproximaciones esporádicas. Una fotografía trastoca esa firmeza del estar solitario. La descubre un día cuando en el lugar de trabajo, su jefe, Fermín, director de una academia de enseñanza, repasa instantáneas de los años setenta. La imagen es también la excusa para un primer viaje en el que conoce a Mateo, el personaje retratado, quien no sólo no decepciona su intuitiva atracción sino que en un beso esporádico y furtivo alimenta la idea de una convivencia común, a pesar de que ya tiene pareja y que su trabajo académico como catedrático de arqueología supone frecuentes viajes y alejamientos.
   Se inicia así una relación sentimental compleja, basada más en la idealización que el conocimiento ajustado del otro. Sólo comparten algunos encuentros apresurados y la pasión por el pasado, pero hay pocas esperanzas de que ese amor se convierta en un trayecto en común.  La vida laboral impone su calendario de rutinas y obligaciones en el que los sentimientos afloran como corrientes discontinuas. La inquietud del deseo se convierte en pasarela hacia el otro, en el espacio íntimo donde cabe una realidad ensanchada.
   Tres iniciales en el dorso de un sobre; una excusa, como la celebrada magdalena de Proust, para capturar el rastro de un tiempo perdido en el azogue gris de los espejos, hecho de sensaciones y añoranza. Y un libro distinto a los que integran su trayecto creador que nos da una faceta nueva del autor, José Guadalajara, que convierte al amor en un microcosmos escénico, con vía libre para emocionarnos y para pensar que el amor ideal y el real sólo tienen vagos parecidos.

 

 

 

 

 

lunes, 15 de octubre de 2012

RIVAS, UNA MIRADA ESCRITA.

     
Rivas, una mirada escrita
VV. AA.
Ediciones ER,  Rivas, 2012

   Siempre que arranca un proyecto editorial no cabe sino agradecimiento a los impulsores de la iniciativa por su valentía ante la compleja situación económica, al no hacer de la rentabilidad del mercado el único itinerario a seguir. Los responsables de esta senda por el barrio de las letras son Elena Muñoz, empresaria y gestora cultural, bien conocida por su implicación coordinadora en ciclos como las Jornadas de Historia de Madrid, la revista digital de autores locales, o el Café Literario de Covibar, y José Guadalajara, novelista, promotor y cabeza visible de la asociación de escritores ripenses.  Les  corresponde a los dos el mérito de  organizar y ofrecer cobertura a esta mirada múltiple que da el primer paso del catálogo ER.
   Se trata de un volumen de llamativa cubierta; un ojo captura un reflejo especular. En él el aparatoso monolito de la entrada parece un detalle estético. El libro aglutina catorce cuentos breves de voces vinculadas con Rivas-Vaciamadrid, una población periférica del sureste de la Comunidad de Madrid. La edición cuenta con un poético liminar de José Guadalajara y con ilustraciones de Sergio Guadalajara, realizadas para acompañar la nota biográfica.
   Todos los cuentos comparten el escenario narrativo: el callejero urbano,  los rincones que sugieren un lugar habitable, una ciudad abierta a lo posible y a lo imaginario. De este modo se fusiona la realidad de un entorno reconocido por los naturales del lugar y la ficción argumental del escritor.
   El trabajo aporta frutos diferenciados y sensibilidades dispares, pero permite tomar el pulso a la nómina de autores presente en  un espacio geográfico que, desde que iniciara su cambio demográfico, en el arranque de los años ochenta, ha hecho de la cultura uno de sus valores más arraigados.
   Al ser un núcleo poblacional moderno, los sitios escogidos no destacan por su singularidad arquitectónica sino por ser enclaves de referencia que toman el pulso a la vida urbana de una ciudad dormitorio. Queda la historia,  el municipio original es bastante antiguo y ya se hallan referencias a Rivas en las relaciones topográficas de Felipe II. El paso del tiempo y la guerra civil, con el cerco a Madrid y la batalla del Jarama, borraron rastros.
   De plena actualidad  es el paisaje con figuras que se relata en páginas que dejan sitio al auditorio Miguel Ríos, al Parque del Sureste, la oficina de correos, el Cerro del Telégrafo, la biblioteca del centro Cultural Federico García Lorca, El Cristo de Rivas, el Parque Lineal, el monolito de entrada,  la estación de metro, o la superficie consumista de los centros comerciales... Son lugares conocidos en los que se transita a diario de manera mecánica, donde aparentemente no cabe el sobresalto y sin embargo esconden tras la esquina la sorpresa que revitaliza los sentidos de sus transeúntes habituales.
   En estas ambientaciones se desarrollan breves relatos que ensayan distintos enfoques: el tradicional relato de tesoro convive con una narración sentimental, o con un relato jalonado por la ironía, o con historias que hablan de soledad y desdoblamiento.
   Cada ciudad requiere para conocer su callejero la complejidad de una caligrafía, que acumule detalles de su latido diario. Catorce retinas guardan esta imagen de Rivas y el círculo cerrado de su realidad y su apariencia  Dan al lector una exacta muestra de una plataforma de escritores que busca sitio en el poblado ensanche de la literatura contemporánea.