domingo, 14 de diciembre de 2025

ÁNGELES CARBAJAL. NOSTALGIA DEL CIELO

Nostalgia del cielo
Ángeles Carbajal
Editorial Difácil
Colección Prúa
Valladolid, 2025

 


LA VOZ DEL TIEMPO

 
  Ángeles Carbajal (Argüelles, Asturias, 1959), licenciada en Historia del Arte, es una voz lírica que impulsa un quehacer bilingüe en castellano y asturiano. Con amplia presencia en las principales revistas del norte, comenzó trayecto literario a principios de los años noventa, cuando el realismo figurativo se definía como la etiqueta crítica más consolidada. Su innegable impulso al ámbito lingüístico local, reconocido con varios premios, ha convertido a sus libros de poesía en asturiano en referentes para la reivindicación y consolidación del patrimonio cultural autóctono. De este modo, se suma a la poblada nómina de poetas en lengua asturiana que José Luis Argüelles compiló en su antología Toma de tierra (Trea, 2010).
   La bellísima edición de Nostalgia del cielo elige como texto inaugural un apunte lírico de Luis Rosales: “Donde puso el temblor la primera hoja”, tras un título de innegable sensibilidad estética. Son matices que anuncian un espacio de calidez y armonía, ajeno a la voz exaltada de la estridencia. La elaboración del poemario se define por el intimismo y la mirada reflexiva sobre las hendiduras de lo real. El pensar del yo poético focaliza el sentido del tiempo cuando llega el momento de los interrogantes capitales, esas preguntas que se instalan en cada amanecida y empapan lo cotidiano de melancolía. Procede vivir, caminar con el techo de una casa encendida, por donde siembran pasos los sentimientos.
   Un cálido recuerdo a Francisco Umbral impregna el epitelio de la composición de apertura, en la que encuentra sitio un emotivo aserto: ternura sin sentido. Más allá de la lógica está la lluvia de las emociones, el inadvertido patrimonio que humaniza y concede a la escritura su experiencia vital. Advertimos también en “Ternura sin sentido” la labor de poda de la poeta, su empeño en dibujar el temblor emotivo con un claro despojamiento formal. Los textos emplean para su indagación en los rincones de la memoria una parca cantidad de palabras. Queda así en la voz confidencial un lenguaje directo, intimista, cercano, pero capaz de convertirse en testigo de lo vivido. El poema traslada afinidades con una peculiar cámara fotográfica que retrata el pasado. El excelente poema “La casa del padre” explica bien el discurso elegíaco de las palabras y su capacidad de unir los trazos de la historia personal de la protagonista, ese rosario de anécdotas con ”Inviernos, pájaros, gestos que se alejan / como estelas de un planeta / que da igual que haya o no existido.”.
  Las composiciones de esta primera parte comparten el ambiente auroral del asombro; eran días de infancia y la mirada infantil guardaba dentro un reino misterioso de cosas que vivían fuera del tiempo, en un ambiente de plenitud, donde nada estaba contaminado todavía por la intemperie.
  El segundo apartado rescata la voz del poeta y aforista Carlos Edmundo de Ory: “Una mujer me lava las manos. ¡Ojalá no se sequen nunca ¡”. La cita da pie a una interpretación abierta, pero en ella cabe la necesidad de protección y el sentimiento de fragilidad que la conciencia siente en cada instante. Así se refuerza en la infancia la presencia materna, o se asume en la juventud asideros invulnerables como el amor. Son sensaciones que el tiempo contamina y poco a poco transforma en una larga cadena de incertidumbres. Los lugares de siempre se convierten en calles desnudas de recuerdos. Solo queda un leve anecdotario, el nombre de alguna librería, las horas en el aula, el eco de unos pasos y la piel indemne que esconde en algún pliegue la dulzura.
   La existencia está en manos del tiempo. Los ideales, esas aspiraciones de ser Ícaro, envejecen y convierten el vuelo en “íntima indigencia”, en un fresco caudal de melancolía, que abre los ojos a un futuro inconcreto y lejano. Todo va quedando atrás. Como esos lugares de paso de la autopista, como días sin historia, cobijando una extraña sed de aventuras, alumbrando las luces de una casa encendida que espera todavía, en el último reflejo del atardecer, la llegada de nuevos invitados. 
   En la poesía transparente y emotiva de Nostalgia del cielo de Ángeles Carbajal, el poema busca razones de vida. Se hace evocación y melancolía. Siente que sus pasos son volutas de humo que el aire dispersa, como inalcanzables espejismos, en el páramo blanco de la memoria. Las palabras se empeñan en entender si la ceniza guarda todavía esa pequeña luz que un día fuera lumbre.



JOSÉ LUIS MORANTE



sábado, 13 de diciembre de 2025

BAJO LA PIEL

Vivir por dentro

 

BAJO LA PIEL

 

 Tengo un hormiguero bajo el páramo triste de la piel. Sus pobladores trajinan intempestivos, sin preguntarse si alguien acudirá a rescatarlos. Un temblor continuo evidencia su vocación de recorrerme a diario. Completan el mapa de la memoria de mi decrepitud. Pago tributo, acepto, no hago drama; la queja pertenece a los débiles. Previsibles y oscuras, cobijadas bajo las escamas, deshojan las horas. Se agitan como un denso río sin sangre. Son trampantojo de una arteria empapada de negro.


Cuentos diminutos

viernes, 12 de diciembre de 2025

EXTRANJEROS

Nómadas
(Japón, mayo, 2025)



EXTRANJEROS

Solitarios o en grupo,
continuamente llegan hasta el foro.
Cada extranjero irradia
una fascinación inagotable.
Conmueve al residente
la palidez del rostro,
las ojeras que remarca la umbría,
la sonrisa fiable, el pulso firme,
los vestidos color de plata vieja
y el patrimonio de sucesos trágicos
que acumuló su errante nomadismo.
Da fe de su aureola
un hecho singular:
la nada que persiguen es la nada.

 ( De Ahora que es tarde, 1990-2020)




jueves, 11 de diciembre de 2025

APARICIONES

Contraluz
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

APARICIONES

 

   Como si necesitase propagar las nociones del miedo, la desastrada imagen regresa de improviso. Recuerda un destello diluido que va perdiendo intensidad. Hay en su gesto un estar apocado. Conjetura que estoy en ese tiempo en el que los fantasmas no son pesadillas sino compañía.



(Cuentos diminutos)



miércoles, 10 de diciembre de 2025

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO. VENIR DESDE TAN LEJOS

Venir desde tan lejos
Eloy Sánchez Rosillo
Tusquets Editores
Colección Nuevos Textos Sagrados
Barcelona, 2025

 

CONDICIÓN DE POETA

 

   Quienes hayan seguido el recorrido poético de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) recordarán que su obra expande una travesía orgánica donde se yuxtaponen, sin estridencia, dos etapas: una primera, definida por la inclinación evocativa y el sentimiento elegíaco, y un segundo momento marcado por el canto y el tono celebratorio. El tramo inicial de escritura abarca las entregas Maneras de estar solo (1978), Páginas de un diario (1981), Elegías (1984), Autorretratos (1989), La vida (1996) y La certeza (2005). Son libros habitados por un protagonista verbal reconocible en sus rasgos y actitudes, próximos a la experiencia biográfica de quien escribe. A cada paso, los contenidos muestran una terca inmersión en el intimismo y en el fluir del pensamiento. En ellos se percibe la variedad de una evolución sin rupturas, donde la reflexión humanista y el epitelio emotivo funcionan como sedimentos orbitales. Así lo reafirma el autor en El sueño cumplido (2023), libro en prosa que recoge sus escritos sobre poética y sus entrevistas, al meditar sobre su condición de poeta: “El escribir poesía es para mí una manera de entender y de considerar la vida, de acercarme a ella y de confundirme con su sustancia: un ser y un estar. Y un destino hermoso como pocos, del que hay que hacerse digno asumiéndolo hasta sus últimas consecuencias”. 
   El segundo momento escritural germina ya en abundantes composiciones de La certeza, que puede considerarse un conjunto de transición. Aglutina los poemarios Oír la luz (2008), Sueño del origen (2011), Antes del nombre (2013), Quién lo diría (2015) y La rama verde (2020). Ahora se hace más evidente la voluntad de canto ante el patrimonio sensorial del discurrir. El viaje temporal de la existencia propicia la felicidad unánime de estar entre las cosas, de ser parte de su fervorosa plenitud y apacible armonía. No hay soledad en la intemperie de quien amanece a diario sino meditación ante el asombro de ser. En la claridad de lo inmediato se palpa una realidad benevolente, ofrecida como regazo y vínculo.
   En los poemas de Venir desde tan lejos (2025) parece abrirse un nuevo ciclo. No predominan la elegía ni el canto, sino una asumida disposición de la conciencia para aceptar el desbocado caminar del tiempo, la certeza de lo transitorio y la apacible consumación. La mirada interior se hace cumplimiento y aceptación, y se refuerza el trasfondo moral. Quien advierte en el espejo los laberintos de su periplo vital asume que el destino ha trazado un largo itinerario de vivencias. Advierte también que el ahora se aproxima, con sosegado andar, al lento atardecer. No hay resentimiento sino acuerdo pleno con el estar de la vida y su condición de andén transitorio. Hay una compenetración sin fisuras entre sujeto y entorno, como si hubiera una exacta correspondencia en el diálogo entre intimismo y territorio contingente.
   El abanico de tramas argumentales recobra algunos motivos recurrentes. Se percibe, por ejemplo en el poema “La herida”, un renacido homenaje al recuerdo paterno y al encuentro temprano con la ausencia y el desamparo, también presente, de forma más explícita, en el poema “Acerca del final”. El tiempo no ha cerrado esa “extraña herida que duele y da consuelo”, pero la sensación de lejanía ha mitigado el dolor y lo ha trasmutado en fortaleza y esperanza, mientras se deshoja la nostalgia, convertida en lección y conocimiento.
    Paso a paso, el sujeto verbal medita sobre la conciencia de ser y las enseñanzas de la edad. El ahora deja al protagonista lírico frente a sí mismo, con las coordenadas situacionales de estar en el centro de todo. La mirada es apropiación de colores y formas; en ella se cobija la claridad de lo vivido, mientras el pensamiento resguarda, como “centro sereno del asombro”, el pulso elemental de la existencia.
   El poeta es un maestro en construir impresiones y maneras de sentir; la observación se transforma en génesis y aglutina dentro las instantáneas exteriores. Quedan a resguardo esas sensaciones pasajeras que concede el transcurso del tiempo. Todo se hace trazo ingrávido y decurso interior, luminosas señales de quien está vivo: “La vida es esto: / tanta quietud moviéndose, / estar sin nadie y conversar con todo”.
   Eloy Sánchez Rosillo, en los poemas de Vivir desde tan lejos, atribuye al poeta el quehacer esencial de expresar la dimensión inefable de la existencia. El misterio que guarda en lo más hondo lo aparente. El necesario hilo de luz que una rendija guarda para empezar el día. 



JOSÉ LUIS MORANTE
 

 

martes, 9 de diciembre de 2025

TELARAÑA SOBRE BODEGÓN


 

BODEGÓN

 

   Marcia encuentra en el sueño una telaraña de besos  y llena de humedad su piel dormida. En mitad del silencio, extenso y claustrofóbico, Lena cuenta la avalancha de pasos que exilia inadvertida su memoria. Impregnada de polvo, una moneda reclama en el rincón la mano abierta y resucita el vuelo a cara o cruz. Una araña descifra el agujero que reabre la sombra en la pared. Pliegues de un bodegón que exigen cada día esa porción exacta de asombro y extrañeza.


(Cuentos diminutos)




 

lunes, 8 de diciembre de 2025

ESTÉRIL, LA TRISTEZA

Lejos
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

 

 
ESTÉRIL, LA TRISTEZA
 
Cuando la soledad se haga presencia
querrás acaso precintar un día
la estupidez de otros.
Te basta con sellar
las glándulas esquivas
que hidratan tus carencias.
Sin reproches, persiste en los trabajos
de amansar pan y sombras
que hagan del error una corteza.
Y comparte contigo
esa tristeza estéril, confidente,
que requiere en voz baja
la expulsión de la culpa:
al menos, lo intenté.   


        (Poemas del invierno)