(Malcolm Lowry)
INVITO A UNA CERVEZA…
A Miguel de Cervantes,
por su mala memoria topográfica.
A Max Brod,
que salvó de la quema los manuscritos de Kafka.
A Robert Musil
que convirtió en protagonista
el bloqueo vital de un hombre sin atributos.
A Malcolm Lowry,
íntimo contertulio de los habitantes de la taberna
y del contradictorio deambular de sus sombras
entre el paraíso y el infierno.
A Louis Ferdinand Celine,
porque toda su literatura parece cortada de perfil,
resentida y bronca,
y fuera preciso golpear su hombro con una palmada
de asentimiento y otra de afecto.
A Jorge Luis Borges,
por concebir la literatura
como una gran despensa donde se aprovisiona
el gusto sumergido en el paladar más exigente.
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