miércoles, 22 de junio de 2011

AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO. POESÍA LABORATORIO


Cuando un poeta y crítico “ortodoxo”, como quien suscribe, hace una inmersión en profundidad en el magma teórico de Agustín Fernández Mallo, recogido en el ensayo Postpoesía (Barcelona, Anagrama, 2009), debe observar las siguientes actitudes:

. Leer el libro hasta la última línea, derrotando a la tentación reincidente de no sobrepasar la primera veintena de páginas por manifiestas disonancias físicas, químicas y estéticas. Es un largo monólogo que hace un diagnóstico catastrofista; la historiografía lírica contemporánea se concibe como un negro ataúd, cerrado, hostil, en proceso de descomposición.

. Recordar el acopio ensayístico leído hasta la fecha, donde no fallan las afinidades, y hacer un proceso de fotosíntesis del mismo. La duda es menos duda si halla respuestas.

. Globalizar cultura interactiva, escuchando los grupos musicales de las diferentes fases de mi decurso vital, y acordarme de las letras y del contexto sociológico que describían. Rogar a mis hermanos menores la devolución de los comics sustraídos (o pedirlos en préstamo a Luis Alberto de Cuenca), informarme con las primeras novias de qué películas vimos mientras colisionaban hormonas en la oscuridad de las últimas filas. Sondear la colección completa de Cuadernos para el diálogo, para ver si el futuro ya estaba previsto con tan mala cara.

. Acordarme de que los códigos realistas y experienciales, aunque no tengan carne de píxel, ni están agotados ni son spam depositados en la bandeja de entrada de las antologías y suplementos literarios.

. Aceptar que Postpoesía es un compendio de argumentos. Las hipótesis nacen, se reproducen y mueren; no son criterios de validez universal. Los poetas laboratorios manejan las palabras con pinzas desinfectadas, pero eso no prueba que el experimentalismo dé frutos superiores a la poesía convencional.

. A cierta edad (los próximos son 55) no sienta bien al colesterol de la rutina el nomadismo estético y hay que conformarse con ser un belicoso propagandista de la normalidad.

. Volver mañana mismo a la lectura compulsiva de poetas ortodoxos. Sobre mi mesa esperan turno libros de Paco Díaz de Castro, Antonio Rivero Taravillo, José María Álvarez, las últimas ediciones en Letras Hispánicas de Luis Rosales y Manuel Padorno y el complemento vitamínico de la buena prosa (Javier Marías y J. M. Coetzee) que abordaré con el gusto de siempre, aunque no sean poetas y narradores postpoéticos. Aunque sean sólo poetas, o sólo narradores.
 


5 comentarios:

  1. Coincido con Agustín en el pésimo panorama lírico español, pero no son formas. Respeto, pero no entiendo.

    Un abrazo fuerte.

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  2. Querido Javier, gracias por tu rápida y reflexiva lectura. El panel negro del pesimismo evita la visión de las maravillas celestes: auroras boreales, estrellas, eclipses, amanecidas, fases lunares...
    No comparto esa visión tétrica del ahora creador en poesía. la mejor respuesta de mis argumentos optmistas se halla en las bibliotecas. Hay que buscar, sin perder las formas claro; la sensatez es el perfecto compañero de viaje.

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  3. Un fuerte abrazo mi querido José Luis. Nunca podemos olvidar la belleza, la verdad y la bondad, que sumados a la poesía autentica nos llevan siempre a la esencia.
    El tiempo hablará.

    Otro abrazo fuerte, y mil gracias.

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  4. De alguna manera el catastrofismo ha vendido mucho más que la prudencia crítica o que, incluso, el alarmismo. A lo nuevo, nuevísimo o novísimo siempre le precede un álito de curiosidad por parte del lector no implicado. El lector cualesquiera siempre atenderá con más interés a un tomo de poesía última o ultimísima o post ultimísima que a una recopilación de poemas del XIX. Si alguien nos quiere contar el final de la novela, la poesía o lo que sea siempre tendrá en nuestros ojos lectores el beneplácito de la duda. ¿Se acabó ya todo?

    Pero sigue habiendo, pese a todo, Fernándezmayos y Garcíamonteros y lusialbertosdecuencas y peregimferreres y elenamedeles y manuelvilas... Todo avanza, sí, pero creo que insignificadamente. Como cuando uno se pasa la vida mirando su mano y no ve esos cambios que se están produciendo en nuestra piel. La mano no es la misma que hace cinco años. ¿Pero acaso lo percibimos? Vamos, una teoría...

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  5. No sé lo que me entra cuando os leo. Es esa sensación de ir hacia atrás como los cangrejos, quizás la reflexión sea más coherente que creerse algo que no se es. Aunque yo en estos detalles soy muy prudente, nunca me llamé poeta y eso que su definición se las trae. Tenemos un ejemplo muy claro y conocido de G.A.B :

    ¿Qué Es Poesía?

    ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
    En mi pupila tu pupila azul.

    ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
    Poesía eres tú.


    Saludos y gracias.

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