viernes, 21 de julio de 2023

LUIS FELIPE COMENDADOR. LA ALFOMBRA VEJADA DEL GRAN LEBOWSKI

La alfombra vejada del gran Lebowski
Luis Felipe Comendador
Umbral lírico de Jesús Urceloy
Editorial Ars Poetica
Colección Sola Nocte
Oviedo, 2023

GOTAS DE SOMBRAS


  El director literario de la colección Sola nocte, el poeta y profesor de talleres Jesús Urceloy, renuncia al prólogo habitual para firmar un hermoso soneto en clave humanista. Del mismo, extraigo la idea de que vivir es una continua renuncia, un alargamiento de sombras un día y otro día, mientras se apagan los sentidos. De ese mercurio poético, que toma la temperatura a lo cotidiano y a su conmoción sentimental, se hace la singularidad estética de Luis Felipe Comendador (Béjar, Salamanca, 1957, poeta, editor, aforista, impresor y artista de amplia obra gráfica.
  En el bejarano amanece siempre un verso existencial sin propósitos persuasivos que percibe el discurrir existencial como un cristal opaco, invadido por gotas de sombra. Cada libro es un diario íntimo donde el lenguaje cumple su función comunicativa, y cuyas coordenadas crean un ámbito de concordia entre el acervo cultural y la experiencia biográfica. Con esta poética, que hace de la biblioteca infusión estimulante, se fraguan las composiciones de La alfombra vejada de el gran lebowski, nueva entrega de Luis Felipe Comendador en cuya contraportada, firmada por Álvaro Muñoz Robledano. De la nota mana de forma natural un ámbito de renuncia y pesimismo: “En cada poema de Luis Felipe Comendador la pérdida y la perdición ocupan el lugar que el ritual pazguato nunca les reservó: no el de la revelación, que es pensamiento mágico, sino el de la desvelación, que es pensamiento de oprimidos y emputecidos, decididos ya a dejar de escamotear su rabia para que los significados no sufran”.
  Los textos poéticos de La alfombra vejada del gran Lebowskil tienen una naturaleza claramente culturalista, velan los ángulos intimistas del destello biográfico para argumentar soliloquios y reflexiones sobre un entorno literario germinal, habitado por la presencia de nombres propios muy significativos. De esa recuperación emergen secuencia al trasluz que proyectan enfoques nuevos, instantes diluidos entre la emoción y el sentimiento, envueltos en su propia sustancia. Tal vez lo aclare mejor la lectura directa del poema, convertido en mirador y observatorio, en inventario abierto a matices y alteraciones que encuentran en la expresividad del título una puerta de entrada: “Federico consuela a Juan Ramírez de Lucas”. Lorca, con la cálida voz del erotismo convoca la memoria para que sume piel sobre piel con su pareja sentimental. Sorprende de inmediato la fuerza expresiva de la voz poética trasmutada en la palabra viva del poeta de Granada: quien habla es el holograma del propio autor de los sonetos del amor oscuro.
  Se reúnen casi cuarenta composiciones que conforman con nítida precisión la cosecha lectora de Luis Felipe Comendador. Quien escribe sabe que el punto de partida del poema es la palabra del otro. Y ahí habla con fuerza el tiempo lector del poeta y sus silencios para absorber la voz de José Hierro, Claudio Rodríguez, Ángel González, Vallejo, Neruda, la beat generation; en definitiva la intrahistoria intensa de quien duerme a diario con un libro entre las manos para superar el ensimismamiento biográfico de lo personal y construir puentes que conducen al entendimiento claro de otras identidades. Son presencias convocadas en el paisaje interior de cada poema, versos que despliegan su mapa comunicativo y convierten la tradición en sustrato germinal.
  El poema se caracteriza por su condición atemporal, por localizar su espacio en una dimensión etérea en la que andan a trasmano las ausencias. De ahí que sea posible que Josep Brodsky recuerde a Yeats, Cesare Pavese hable con Pierina en un bar de Turín, o un Catulo, hormonal y humedecido recuerde a Lesbia.
  El itinerario lírico de Luis Felipe Comendador tiene en el cine un soporte esencial. La gran pantalla ha sido continua fuente de recursos expresivos en las estrategias visuales del poema, en los cambios de planos y en el deambular continuo de personajes. Así que el expresivo título de esta entrega tomado de la película cómica El gran Lebowski, dirigida por los hermanos Coen en 1998, convierte a cada poema en una secuencia habitada por un personaje. Desde este enfoque nace una instantánea narrada, un estar pasajero que captura un tiempo mínimo, un soliloquio interior. El poema pone en primer plano el deseo y el sexo como vértices centrales de la identidad que cubren el asentado espacio de cualquier alfombra extenuante, como aquella de Jeffrey Lebowski.
   El poeta sabe que las turbulencias continuas del vivir moldean la esencia del hombre, siempre sometido al vano esfuerzo de superación y circunstancia, a la indeclinable fatalidad del tiempo.  Respirar despliega un variado ángulo de visión donde cada presencia adquiere un carácter simbólico. Los sentimientos mantienen una distancia ambigua, con tramos azarosos que se expanden hacia la felicidad o el desamparo, como si fuesen grietas donde la existencia esconde mutaciones y cambios inadvertidos.  La alfombra vejada del gran Lebowski, desde su mirada fragmentaria, contiene una intensa narratividad lírica. Sus piezas conforman un árbol de luz, una realidad atemporal que aporta a quien se acerca la claridad gozosa del encuentro, esa propuesta de la palabra  hecha refugio, indagación y búsqueda.   
 
                                                                  José Luis Morante



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