viernes, 16 de febrero de 2024

PABLO FIDALGO LAREO. VIVIR SIN NADA

Volver a casa
Pablo Fidalgo Lareo
Prólogo de Martín López Vega
RIL Editores
Colección Aerea Carménère
Santiago de Chile-Barcelona, 2023

 

VOLVER A CASA

  En la hermosa introducción “Pablo Fidalgo o la verdad sobre todos nosotros” del poemario Vivir sin nada el poeta, traductor y gestor cultural Martín López Vega deja una clave de lectura que define, con apunte preciso, la trayectoria lírica de Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984): “En realidad todos sus libros están conectados de alguna manera; son un ensayo de autobiografía espiritual, en la que abundan los detalles concretos, pero que buscan siempre trascender la anécdota, responder a dos preguntas: ¿Quién soy yo? Y ¿Por qué? “. Yo añadiría, si se me permite, otro rasgo personal: el fuerte enlace entre poesía y teatro, los dos géneros esenciales que cultiva el poeta. Ambas estrategias expresivas conviven desde que en 2010 vio la luz La educación física, su primera página poética, a la que seguirán La retirada, premio Injuve 2012, El tiempo de las tragedias absurdas, con Pilar Pérez Abilleira, quien aporta fotografías a los textos, Mis padres: Romeo y Julieta (2013), Esto temía, esto deseaba, Crónica de las aves de paso (2018), accésit del Premio Adonais, La dejadez, Anarquismo & DanielFaría (2019), dos performances editadas juntas por la editorial Papeles Mínimos  y El perro en la puerta de la casa, donde Pablo Fidalgo Lareo invita a recordar la conmovedora presencia de Argos, el perro de Ulises, convertido en voz enunciativa del poema.
  El sujeto verbal de Vivir sin nada va perfilando un extenso monólogo interior, cuajado de preguntas. Deja fluir una historia abierta que mana desde el pasado, incontinente y dócil. En su hilo argumental se enlazan recuerdos, secuencias al paso que buscan una pausada reconstrucción. Ayer, casi niños todavía, era el tiempo de la posibilidad y la espera. Era también el despertar de las preguntas que quedaron sin respuesta porque alrededor la oscuridad susurraba contradicciones y no certezas. Por eso, cuando el ahora sondea la memoria, todo parece distinto y emerge firme una soledad hecha desasosiego y ausencia. El largo viaje introspectivo explora y analiza con paciencia las causas de la dispersión, el borrado de tantas fotografías y vivencias comunes.
   También el segundo poema, integrado en “Memoria de otra casa” es una extenso espacio verbal cuajado de interrogaciones. La propia identidad se convulsiona, encarna la presencia de un adicto que se acostumbra a vivir sin nada. La arquitectura familiar se resquebraja y deja entre sus ruinas un fuerte sentimiento de culpa, una sentencia, una renuncia a cualquier herencia y el impulso continuo de estar en otra parte para encontrar la verdad y dar sentido a lo que sucede.
  En el tramo final del libro, el que conforma el apartado “Vivir sin nada” hay un brusco cambio formal. Los poemas narrativos desaparecen y es el poema breve y despojado el que con mínimas imágenes desgrana los estados de ánimo. Se hace más fuerte la sombra perfilada de lo terrible. El sujeto verbal expande el ovillo de su propia lógica, se ve a sí mismo como un buscador sin sitio que necesita algo más que pan y techo; necesita ser y reconocerse: “Un adicto necesita conocer su cuerpo / reconstruirlo / entrenarlo / dominarlo /    Pero eso / ¿a quién le importa? “. Como si todo fuese un alud de sombras, el pensamiento sigue labrando respuestas, quiere comprender, compartir y despertar al día, pero el extravío es complejo y su itinerario no permite el retorno. Solo la presencia del otro, la posibilidad de caminar con un nosotros en la mirada permite superar el desarraigo, abrir una ventana al aire limpio.
   El poeta incluye como cierre de Vivir sin nada  el texto “LE CITTÀ DEL MONDO”  una meditación sobre la fragilidad y la condición insular del sujeto. De cada inmersión en los laberintos interiores de la existencia van manando ausencias, preguntas y reflejos de soledad y melancolía. Son advertencias que requieren ser nombradas con el despojamiento de un vocabulario personal. Las palabras de los otros no sirven. Están ahí pero desconocen hacia dónde lleva el camino de ser. Quien camina se tiende boca abajo, desanda el tiempo y asume la extrañeza de la temporalidad.
   Uno de los magisterios del poeta, Giuseppe Ungaretti, de quien se rescriben en Vivir en nada algunos versos, hizo de la interioridad del sujeto un campo exploratorio, a través de un lenguaje sintético y desnudo. Aspiraba a mostrar la abisal oscuridad del interior y dar vuelo al trasfondo biográfico. En el mismo registro, hace sustrato del poeta la experiencia vital. Los poemas reflejan las erosionadas expectativas del yo, su caminar hacia el ocaso, mientras la luz diluye y desfigura el camino a la nada.


JOSÉ LUIS MORANTE



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