martes, 27 de febrero de 2024

ALBERTO GARCÍA-TERESA y DAVID TRASHUMANTE (Eds). ÚLTIMA POESÍA CRÍTICA

Última poesía crítica
Jóvenes poetas en tiempo de colapso
Alberto García-Teresa y David Trashumante
(Prólogo, selección y epílogo)
Lastura Editorial
Madrid, 2023

 

PALABRAS EN PIE

  
   Anoté en una lectura un verso de Tomás Sánchez Santiago que siempre me ha parecido una definición ejemplar sobre el compromiso ético de la poesía: “Cuando escribes te manchas de ti mismo”. En la soledad del quehacer diario lo pronuncio en voz alta para que el taller de autor sepa qué coordenadas marcan el propio laboreo. Las palabras no son inocentes. No alojan pasivos receptores. Están ahí para descubrir la intención de quienes las pronuncian, para que preserven desde el lugar del sujeto en el yo colectivo una mirada ética. Para que supuren vivas y muestren las cicatrices  del lenguaje.
   Alberto García-Teresa (Madrid, 1980), poeta, narrador, crítico literario y antólogo, y David Trashumante (Logroño, 1978) poeta, performer y agitador cultural, presentan la antología Última poesía crítica, subtitulada  Jóvenes poetas en tiempos de colapso. Completan un pentagrama de treinta y cuatro veces jóvenes, nacidas a partir de 1992. La clave común entre los seleccionados es que sus poemas nunca son ajenos al ruido de fuera. Las composiciones hacen recuento de las grietas más profundas que definen el ahora y, desde su oscuridad, sostienen la arquitectura de resistencia de las palabras.
  En el texto de presentación, los editores recuerdan que la idea de esta compilación nació en el encuentro Voces del Extremo 2023, impulsada por Raúl Castañeda, quien advirtió sobre la creciente marea de poesía crítica. Quedaba delimitar el intervalo temporal. Y fue el año 1992, de gran relevancia social por el Quinto Centenario de la conquista de América, los juegos olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, junto al declive de las mayorías socialistas, la fecha biográfica de inicio. Comenzaba, poco a poco, un nuevo ciclo social y económico que constataba el triunfo del neoliberalismo. Era ineludible la implantación de una globalización económica que convertía el mercado en máximo exponente de la realidad social. Otros hechos históricos fueron goteos constantes sobre la conciencia: el cambio climático, la sedimentación de las ideologías extremistas y los desajustes entre progreso y subdesarrollo. La entrada en el nuevo milenio ha generado otras consideraciones que no pasan inadvertidas para los sentidos del poema: la ecología, la lucha por la igualdad, las nuevas tecnologías y los incontables conflictos que han impulsado éxodos y grandes movimientos migratorios. Así nacen, en las nervaduras del poema, un colapso de asuntos en pie que requiere tratamientos singulares. 
   En las tareas de agitación de la poesía crítica abundan las travesías de amanecida, los pasos que estrenan libros en la última década. Ahí se asienta el despertar de los nacidos en 1992: Celia Bsoul, Alba G., Miki Garofalo, Yeison F. García López y Ángela Martínez Fernández. El año de nacimiento sirve como faro de orientación del libro, sin otros aditamentos generacionales que vivir en el mismo entorno con similares características contextuales. Emerge un sustrato poético comunicativo y prosaico, con tendencia a lo explícito y con hilos temáticos similares. El poema se despoja de recursos literarios para avanzar hacia un coloquialismo que fragmenta el rechazo hacia un ahora desapacible que ubica en la periferia del sistema a los más débiles, a los diferentes, a los que llegan buscando futuro desde ninguna parte.
   Los nacidos en 1993 comienzan con Joan Deusa que aporta composiciones en valenciano en las que se asienta un suelo de ceniza y melancolía, una óptica más reflexiva.  Están representados en las voces de Mayte Gómez Molina, Julio León y Alejandro Pérez-Paredes. Las perspectivas caminan sobre el feminismo, la precariedad laboral, la equidistancia de la sociedad frente a los conflictos enquistados en el tiempo o la prolongación de estereotipos en el cauce social.
   Sobre el foco encendido de 1994 están Víctor Benavides Escriba, Jesús Godofredo aka Siku, Brenda Mondelo, Francisco Javier Navarro Prieto, Ismael Ramos, David Silvestre y Daniel Martínez Bauzá. Este grupo de poetas incorpora el gallego como lenguaje poética y el poema en prosa con Ismael Ramos, uno de los nombres claves de la selección, ganador en 2022 del Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hérnández con su poemario Ligero.  Los textos escogidos reiteran la sensación de intemperie social y hacen de la soledad, la ecología o el extrañamiento espacios incisivos del poema para anotar el grito y el compromiso. La apuesta por nombres inéditos incorpora a David Silvestre.
  También se integran añadas líricas de 1995, con Carlos Catena, como referente central; 1997, que aloja a Rocío Acebal, otra voz fuerte y bien conocida, y Raúl Castañeda, galvanizador de la antología. El inventario sigue hasta Ander Villacián, representante más joven de 2003.
  Tras la copiosa lluvia de poemas, el epílogo de los editores, inspirado en una cita de Enrique Falcón, poeta, miembro fundador del colectivo Alicia Bajo Cero y uno de los mejores teóricos de la poesía de la conciencia, subraya algunos aspectos conclusivos sobre el estado actual de la poesía, ya analizado con sabia pericia por Martín Rodríguez-Gaona en su ensayo Contra los influencers. Corporativización tecnológica y modernización fallida (o sobre el futuro de la ciudad letrada).
   La coyuntura digital ha multiplicado los modelos conductivos y la expansión insólita del mensaje. Ha facilitado la configuración de una praxis literaria basada en una supuesta democratización cultural. Sin embargo, para el salto generacional la realidad es mucho más sombría. El yo se ha convertido en medida de todas las cosas, con mínima fuerza de lo colectivo y sin sentido autocrítico. La homogenización es un hecho incontestable que hace de la poesía con conciencia crítica una necesidad básica porque la decepción y el descontento afloran en la coyuntura binaria con la pujanza de siempre. De este modo, la capacidad de indignación es un sentimiento que requiere una enunciación directa y singular en cada identidad literaria. Cada vez más, en el colapso, para que la palabra no se convierta en polvo la acción revolucionaria del poema, la ventana del grito a la intemperie buscando una respuesta.      

JOSÉ LUIS MORANTE




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