En papel Luis Miguel Malo Macaya Prólogo de Pedro López Lara Ediciones Mahalta Ciudad Real, 2024 |
RAZÓN DE TINTA
En el mecano digital hay piezas que encajan de inmediato y adquieren a diario una presencia con elementos referenciales. Así sucede con Luis Miguel Malo Macaya (Santander, 1953), Licenciado en Medicina, poeta, aforista e incansable difusor de contenidos culturales en la red.
Su empeño literario comienza muy pronto. Fue en los primeros momentos de la transición, aquella esperanza colectiva que llenó la memoria generacional de amanecidas y porvenir, cuando encuentra las librerías Solo de amor (1979). Muy pronto aquel letraherido, recién llegado, opta por la foto de compañía y se integra en las convocatorias del grupo Cuévano. Pero su ritmo de escritura prefiere el paso lento y no vuelve a publicar hasta 1993 cuando deja en la cartografía del presente Nominación a tientas (1993), en ese tiempo en el que la lírica figurativa y la poesía de la experiencia se convertían en moda. Por entonces, Luis Miguel Malo Macaya dirigía la colección La sirena del Pisueña e impulsaba el despertar de voces nuevas, mientras sus poemas iban buscando sitio en algunas muestras antológicas. Tras un largo silencio, en el que no se apaga la lumbre del verso, reúne las nuevas composiciones en el libro A mi indebido tiempo (2017), ya con el timbre fuerte de la madurez; el poeta se reconoce en la línea clara del intimismo figurativo y en una expresión comunicativa sin el vaho en los cristales de la grandilocuencia.
El camino de vuelta al poema se completa con el volumen En papel (2024) en el catálogo de Ediciones Mahalta, una marca castellano manchega que dirige el poeta Francisco Caro con plenitud y acierto y en la que se asientan nombres inolvidables como José Luis Morales, Nicolás del Hierro o Efi Cubero. La entrega En papel tiene un proemio de Pedro Lara López. Se titula "La trama" y está articulado, con morosa ironía, como un informe judicial en torno a la traición en la que incurren todos aquellos Bartleby, el inolvidable escribiente del cuento de Herman Melville, que preferirían no hacerlo, pero lo hacen. De este modo, editor, poeta y prologuista depositan en la voluntad a media distancia del lector las composiciones del paisaje lírico de Luis Miguel Malo Macaya. Así, En papel se hace evidencia argumentativa, abandona el cajón de los manuscritos y da sonido a una voz que abre la puerta al día, entre los rosados dedos de la aurora digital.
Quien se viste con ropas de poeta fija posiciones de inmediato. Mira la realidad con los manchones de la contradicción, hace papel mojado al miedo de mostrarse en la tinta sombría de la página escrita. Las palabras escogen el camino buscando en sus laderas el verso que se salva, el instante de luz que hace de la poesía un único momento que ocupa plaza fija en las evocaciones, según dicta al olvido la sentencia del tiempo.
Hay mucha metaliteratura en las páginas de En papel, pero más allá del horario que suscribe el taller en la solemnidad erudita de buscar la razón del poema, o la fertilidad de espuma y dátil de la imaginación, Luis Miguel Malo Macaya se anuda en la camisa de poeta la sabiduría del escepticismo y la tela de entretiempo de la ironía. Son estrategias siempre compatibles con la textura emotiva de muchas composiciones que acogen las sombras de la noche, el aire fresco de los sentimientos y los pasos interiores que tanto saben de soledad y melancolía. En ellos, el poema se transforma en refugio habitable, donde el yo escribe a tientas y habla con su propia sombra en el desvelo.
Los hilos argumentales nunca olvidan el homenaje a la biblioteca; quedan los ecos de Neruda, Vallejo, Salinas, Ángel González y Karmelo C. Iribarren, nombres propios que velaron las noches de insomnio y mostraron la hondura del pasillo formal . En él caben las estrofas cerradas y el verso libre, el apunte emotivo y el romance, esa mirada que hace de las páginas en papel "la convicción de un sueño que pasea / en busca de respuestas redentoras / por los silencios puros de la noche". Alguien te está leyendo, Luis Miguel, aunque tú ignores quién y presupongas nadie, y te da las gracias por tu poesía y por tu amistad, por compartir el verso necesario.
JOSÉ LUIS MORANTE
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