lunes, 21 de abril de 2025

MARIO MONTALBETTI. EL PENSAMIENTO DEL POEMA

El pensamiento del poema
Mario Montalbetti
Pólvora Editorial, Marginalia Editores
Santiago, (2ª Edición) 

 

CONTORNOS TEÓRICOS

 

 Gracias al esfuerzo prometeico de Ediciones Liliputienses y al empeño de su director José María Cumbreño para enlazar la poesía en castellano de España y Latinoamérica, tuve la fortuna de conocer Lejos de mí decirles, el corpus lírico del lingüista y poeta peruano Mario Montalbetti (Callao, 1953). Fue la necesaria entrada a la complejidad de su obra literaria. Profesor universitario de Lingüística, director de QWXY, Seminario permanente de Filosofía del Lenguaje y fundador, con Mirko Lauer y Abelardo Oquendo, de la revista Hueso Húmero, es un escritor intenso y consagrado por completo a la interpretación del hecho lingüístico.
  Montalbetti inicia su trayecto creador en 1979 con la entrega Perro negro, 31 poemas. Después adviene una escisión, rota en 1995 con la obra experimental Fin desierto. Tampoco ahora el quehacer poético se hace rutina, pero en la década siguiente el trayecto se consolida con andenes como Llantos Elíseos, Cinco segundos de Horizonte, El lenguaje es un revolver para dos y Ocho cuartetas contra el caballo de paso peruano. Siempre consecuente con la percepción del lenguaje como magma exploratorio, publica en 2012 Cajas, un estudio especulativo sobre sentido y estética con sondeos nucleares sobre los espacios del poema. Esta faceta crítica aporta en 2014 la recopilación ensayística Cualquier hombre es una isla, trabajo que postula otro viaje interior a las cavidades semánticas del lenguaje, y en 2016 El más crudo invierno, monografía sobre un poema de Blanca Varela. La visión de análisis perdura con El sentido y la ceguera (2018), Epiciclos, escrito en colaboración con Marc Belderbos, y El pensamiento del poema, reeditado por segunda vez en 2024.
  En su quehacer poético, Mario Montalbetti busca la intersección y el corte, supone que el lenguaje deconstruye y no comunica. Los poemas buscan los márgenes del significado, por ello necesita símiles clarificadores para impulsar algo de luz entre el vacío y la sombra. Las claves significativas inquieren argumentos sobre la naturaleza de las palabras para no decir: “Escribo para contener / mi distancia con lo humano. / Escribo para estar solo, / para no ser poeta”.        
 Las meditaciones germinales de El pensamiento del poema remarcan una estela crítica en torno al material verbal como objeto teórico, aunque la construcción sienta, imagine o sea capaz de simbolizar. Aquí, Montalbetti parte de la propuesta analítica del filósofo francés Alain Badiou, formulada en 1988 en El ser y el acontecimiento: “El poema es una forma de pensamiento”. Desde ese enfoque Montalbetti se propone elaborar una serie de variaciones libres en torno a la formulación inductiva. No se trata de reconstruir la teoría filosófica de Badiou sino de avanzar en los caracteres ambiguos que proyectan un dibujo fragmentario sobre el poema. “El poema piensa parece un vehículo que ingresa a contramano en una calle de sentido único…”.  Sus divagaciones adquieren una cadencia discontinua, una percepción laberíntica del transitar del pensamiento. La temática se convierte en una operación sobre el lenguaje, como este axioma sobre la poesía: “Todo lo que participa del ser, sea simple o infinitamente múltiple, tiene un nombre. Lo difícil es inventarlo”.
  Aunque la sintaxis no es poetizable, queda patente la inquietud analítica, el discurrir más allá de la catalogación experimental que engloba cualquier huida de lo previsible para incorporar al poema rupturas léxicas, sustracciones sintácticas a partir del replanteamiento teórico de un poema de Trilce de César Vallejo, cuyos versos sostienen el deseo de abrir espacios y el afán de buscar puertas tras la puerta. La creación, como precisa Giorgio Agamben, se convierte en un acto de resistencia, en liberación de una potencia interna.
  En los vectores de sentido de Montalbetti las conclusiones se guardan fuera, como si pretendiera percibir el lenguaje con una cierta perspectiva de lejanía y futuro, como si se gestara desde una realidad con diferentes niveles de ficciones conceptuales. “El significado no clausura el lenguaje”; por eso “interpretar un poema es desandar el camino que quiso llevarnos fuera de él”, aunque sea atravesando una explanada de metapoesía donde se dan cita procesos lingüísticos, repletos de matices y argumentaciones.



JOSÉ LUIS MORANTE



 
 
 

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