miércoles, 16 de abril de 2025

MANUEL FERIA. EL RÍO DE LA PERPLEJIDAD

El río de la perplejidad
Maanuel Feria
Prólogo de Javier Recas
Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2023

BALANCE

   Hay escritores que difunden, tras el tiempo ensimismado de la obra, una empatía natural, una lluvia en cursiva que empapa cualquier fronda. Su descubrimiento es una hendidura de alegría, que cobija la inteligencia y ocasiona gratificantes sensaciones de asombro. Así me sucede con el proyecto aforístico de Manuel Feria (La Laguna, Tenerife, 1949), Catedrático universitario de Farmacología y apasionado cultivador de la brevedad. Los fragmentos reflexivos del profesor canario nunca tuvieron prisa por visitar la imprenta. Llegan, con morosa cadencia, en plena madurez, alojados en cuatro entregas: Verlas venir (2015), En ascuas (2017) Diccionario imaginario de un irónico (2018) y Fe de vida (2023). Cada salida comparte la convivencia de la escritura mínima con las ilustraciones del artista visual Antonio Mauro García “Fanega” (La Laguna, 1952) y el cuidado molde de la diseñadora y maquetadora Irene Antón. Con el laborar común la publicación refleja singularidad y sello personal. Para el autor escribir es vivir, recuperar efímeros indicios desperdigados en el transitar. Desde la introspección, los libros sugieren un enfoque hacia las circunstancias, un estar lleno de vigilia y búsqueda, capaz de discernir la complejidad del ser humano. Su compromiso con el mapa de lo que sucede entrelaza emociones y pensamientos acumulados por la experiencia existencial.
   Sobre el balance del aforista, Javier Recas, el ensayista contemporáneo más cualificado en la teórica de lo conciso, edita y selecciona apuntes mínimos referenciales de la travesía creadora en la antología El río de la perplejidad. La compilación se incorpora al imprescindible catálogo de Apeadero de Aforistas y tiene como umbral el extenso estudio “Una radiante ironía”. Desde el comienzo de su análisis, el estudioso da solidez a la idea de que Manuel Feria es un autor a trasmano, ajeno al habitual afianzamiento de la estrategia expresiva mediante el quehacer editorial, los concursos literarios o la difusión en redes y publicaciones. La observación acerca al pensamiento el discurso fragmentado de lo que sucede. Y en ese estar tras la transparencia del cristal prevalece el detalle a contramano, el frescor del instante. Como advierte el investigador y filósofo, el recorrido interior no se disfraza de retórica cultural; no se busca la ornamentación verbal sino el vuelo alto de la intuición, las salpicaduras transparentes de la agudeza, “el río de la perplejidad”. No son rasgos únicos: el laconismo de Manuel Feria, sutil y luminoso, permite conocer un suelo argumental rico en estratos. En sus teselas se abrazan instantes evocativos y vibraciones. Alientan la simbiosis entre el oficio de vivir y la razón de escritura.
   Obviamente, el microtexto es un género cuajado de humanismo donde el sujeto siempre está presente en su doble condición temporal y metafísica. En ambas germinan temas universales como el amor, el deseo, el dolor, la vejez, el lenguaje o la muerte. Son sustantivos que se acercan a la pronunciación moralizante y al tono grave de lo solemne, como si revolotearan en ellos los pájaros de la transcendencia. Sin embargo, como apunta el prologuista, el enfoque desdeña púlpitos y busca el suelo firme de lo racional, el humor y la ironía: “A un gordo hay que conocerlo en ayunas”, “Antes del auge de la informática los ángeles ya estaban en la nube”, “Todos envejecemos, pero algunos se lo toman como algo personal”, “La incineración te dará la despedida más calurosa”. Son rasgos que potencian la mediación cercana entre hondura filosófica y calado lírico. Confieren también un posicionamiento ético, una defensa de principios y valores que tiende al compromiso y la marcada posición vital.  
  La nota a la edición explica el muestreo en la selección de cada libro. El río de la perplejidad es un botiquín básico de la obra aforística de Manuel Feria, todavía inédita en su mayor parte. Por tanto, Javier Recas, fuera de las autoediciones, nos deja la primera versión del despertar y reajusta los logros recurrentes. De este modo, la primera parte selecciona casi noventa aforismos de Verlas venir la entrega más temprana, donde se contenían las coordenadas que marcan huellas. Quien percibe interpreta una conciencia frente a la incertidumbre: “Uno no puede huir de sí mismo sin caer en el otro”, “Profundiza y discreparás”, “Para esconderse de uno mismo no hay que ir muy lejos”, “La soledad es la falta de uno mismo”. Son anotaciones que recuerdan la reconstrucción de una autobiografía con secuencias dispersas.
  Ese alguien, con aire de familia entre el escritor y el ser biográfico, aborda en el segundo conjunto aforístico Ascuas el recorrido entre luces y sombras de lo cotidiano; la expresión del entorno tiene una apariencia de grisura, pero vivir es siempre un proceso de conocimiento, una luz encendida que aleja la propia oscuridad: “Vivo en ascuas por saber si soy prueba o error”. ”Esté donde esté, sólo estoy de paso”, “El futuro suele decepcionar a la esperanza”. El cauce existencial se identifica como uno de los vértices centrales de este tramo y en su propuesta retornan recursos habituales de Feria, las fluctuaciones argumentales y lecturas irónicas de la paradoja, y la conciliación de contrarios. Los pensamientos muestran la geometría variable de un entorno que expande incertidumbres y despierta las inclinaciones subjetivas.  El destino es proclive al azar. En su dermis duerme la hermética caligrafía de lo que no tiene respuestas. Así nace una metafísica de la duda, las convicciones que apenas encuentran sistematización.
   Los aforismos de definición de Diccionario imaginario de un irónico exploran cavidades semánticas. Buscan rupturas del sema establecido y abren grietas para cobijar significados nuevos. Es el mismo propósito que alumbrara el quehacer de uno de los precursores de este formato aforístico, Ambrose Bierce; pero es también un acercamiento a nombres contemporáneos de interés como Miguel Catalán. Más que la definición precisa, interesa el vuelo del tiempo y sus versiones lúdicas. Abundan las comparaciones, metáforas, imágenes y es habitual el recurso al oxímoron. Así se logran efectos de perplejidad, dotando al decir conciso de las voces fuertes de la imaginación y lo hipotético: ”Adúltero. Alma de abeja”, “Almohada. Confidente de la otra mejilla”, “Bandera. Tela de colores representativa de los peores instintos de un colectivo”.
      Más cerca de la geografía humana de lo colectivo está la entrega Fe de vida. Sus apuntes componen un poblado testamento social, encendiendo farolas en los callejones de la convivencia. Tras conocer los propios límites, la complejidad ambiental requiere salir fuera. Airear conciencia y entendimiento. El vislumbre racional percibe la escucha del paisaje humano. Son continuas las mutaciones de la identidad que convierten al nosotros en un personaje desdoblado. Mientras las pupilas reflejan espacios habitables para la meditación y el paseo, “el buen aforismo reduce la realidad a su máxima expresión”. En Fe de vida abundan los fotogramas con mirada crítica, que buscan los relieves del dibujo final, las asimetrías del tapiz: “Los mediocres cazan en manada”, “Beberse de un trago la juventud produce resaca en la madurez”, “La masa diluye la razón”. Frente a una sociedad llena de asimetrías y crudeza se manifiesta el rumor fuerte de una filosofía crepuscular. El pensar propio ha hecho suya la idea de que el estar cotidiano se debate entre el espejoy la confrontación abierta con lo indefinido.  
   En los textos sentenciosos de El río de la perplejidad, aportados por la destreza intelectiva de Javier Recas, vislumbramos una resignificación permanente, una pluralidad de vías de sentido. Más allá del discurso cerrado  de una artificiosa realidad, emergen claves interpretativas que conforman una peripecia analítica, ese empeño continuo de dislocar los ateridos miembros de lo gregario y hablar de lo imposible; de aquello que no se puede decir. El yo afronta el destino con la incertidumbre de salir a un día de límites difusos donde es preciso rastrear la improbable destilación del devenir.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
     https://archive.org/details/manuel-feria-el-ri-o-de-la-perplejidad
 

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