lunes, 14 de julio de 2025

EL ÚLTIMO SIEMPRE APAGA LA LUZ

Casa sin nadie 

 

EL ÚLTIMO SIEMPRE APAGA LA LUZ

 

Quienes pasan mucho tiempo solos

terminan teniendo un oído muy fino

 

DJUNA BARNES

 

  

  Con los que oímos mal, (Y cada vez peor, como es mi caso), se pueden mantener dos actitudes: esgrimir con la voz prepotente de la hartura el “que no te enteras”, “ya te lo he dicho”, “a ver…”, “yo no hablo a voces…” y dejar en el rostro la mugre entumecida de la estupidez; o sencillamente repetir de nuevo e improvisar una explicación porque las palabras nunca necesitan agrandar carencias sino conformar rincones afectivos. Ambas actitudes, más que succionar en el ánimo de las cicatrices auditivas, definen a quien las esgrime. Los malos gestos son espejos fangosos de nuestra identidad.

   Los que aparcan las lecturas pendientes para el verano suelen pasar mucho frío en julio y agosto. 

   Los contagios ultras  se suceden y esa es una de las cualidades de la nueva cepa vírica; su increíble propagación, con dolorosos efectos efectos secundarios en la convivencia.

   Desde el cristal limpio de la responsabilidad personal también se puede colaborar al bien común:  el odio como ideología es desnudez mental.

  Se escucha a diario el conocido temblor de la ausencia. Los que faltan son un hueco que no desiste en mantener su sitio. 

 Oigo los digresivos razonamientos del inquilino de la casa blanca, dictados por el impudor de su ego y nace completa la genealogía natural de su masa encefálica: es un aplicado epígono de la estupidez.

   Son los poemas los que van sembrando indicios evidentes en el lector: una lírica despojada, esencial, que confía en su cierre en el enunciado aforístico y que incide en sus temas en el muestreo reflexivo de la peripecia existencial del sujeto verbal. En el evento digital, la propia imagen está falta de luz y la voz casi no se oye. Un desastre que los amigos disimulan con el entusiasmo del apoyo incondicional.

  Las palabras exploran, miran dentro, buscan la improvisada lección de lo diario, reconocen humedades y sombras; miden el trazo firme de las arrugas y constatan que es preferible seguir e intentar, poco a poco, la búsqueda de tierra firme.

 

(Apuntes del diario)

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.