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Florida, 2013
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AFORISMOS CON OLAS
A menudo la vida carece de sentido, es abstracta y compleja.
La literatura no.
Considera cada libro como un ejercicio de aprendizaje; agua que sube.
Todo escritor soporta el previsible anclaje de la lectura.
Como el mar, la realidad tiene signos secretos.
Bajo
la gota fría, el trazado del sendero se diluyó. Rumbo incierto.
Amo las noches de doble fondo, en
las que caben vigilia y sueño.
Esa manía de la memoria de
revisar apuntes atrasados.
Siempre que concluyo un libro,
firma la escritura discreta del aprendizaje.
La verdad no es un área reservada
para soledades ariscas.
Cuando avanzo hacia ti te
desvaneces.
Consumo la relación incierta del
autista y su temporada en el invierno.
Un porte sólido. De fantasma.
Cuando tenía veinte años, Jaime Gil de Biedma no era un
poeta cualquiera. Era el poeta.
La biblioteca, ese amplio gremio de deudas e hipotecas.
Crepúsculo, aleteo, sopor, engarce, azul… Tedio verbal con
reputación asentada.
Los malos poemas tosen; tienen respiración errática.
Una página es una conspiración entre sustantivos comunes, verbos
fríos y adjetivos ecuánimes.
Ya no recuerdo; el final de una biografía deja sitio para
mucho olvido.
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