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ANTONIO MACHADO (SEVILLA,26 DE JULIO DE 1875-COLLIURE, 22 DE FEBRERO DE 1939 |
ANTONIO MACHADO. SIEMPRE
Antonio Machado es uno de los
poetas más significativos y transcendentes de la lengua castellana. Su obra lírica no solo se contiene en el intervalo temporal que vivió el escritor, sino que enlaza con
los magisterios germinales que cimentaron el milagro de su voz y con la incontinente
estela de discípulos que consideran su quehacer literario un monumento lírico, pleno de relevante
solidez. La esencia de su escritura muestra una lúcida conciencia de lo humano.
Conocer su biografía es descubrir al yo biográfico en el sujeto poético. Las
composiciones están habitadas; en ellas se perfilan las
distintas etapas vitales y los devaneos existenciales gestados en su
periplo vital. Como escribiera Rafael Alberti: “el poeta lírico va diciendo su
autobiografía en sus versos”. Así se define la identidad en el tiempo en los recordados versos del poema "Retrato".
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
En 1902 aparece su primer libro de poesía Soledades, que luego ampliará con Soledades, Galerías y otros poemas. Es el año 1907, importante para Machado porque en él se traslada a Soria. Hay una razón de peso: ha aprobado unas oposiciones a profesor de francés en un instituto. En Soria conocerá el amor. Pronto se enamora de una mujer que es una niña aún, de hecho tiene que esperar para casarse con Leonor, a quien lleva más de quince años. También descubre la tierra, la textura de sus paisajes, del carácter… Poco a poco todo aquello va cristalizando en poemas que compondrán Campos de Castilla.
En 1910 el matrimonio parte a París con una beca para la ampliación de estudios de Antonio Machado. En la capital estudia junto a Bergson y frecuenta a Rubén Darío. La experiencia no pudo ser más desastrosa para los recién casados. Leonor cae enferma ;y morirá a la vuelta a Soria, en 1912.
La tristeza y el mundo se le hace insoportable al poeta que busca escapar y cambiar si no de vida, sí de escenario. Llega a Baeza donde vivirá los siguientes siete años. En esa época se concentra en el estudio de la filosofía y tiene algunos contactos muy provechosos como Federico García Lorca. Reviven, quizás gracias a esa amistad, el gusto familiar por el folclores y la música popular.
En las paredes fotos de la hermosa Leonor y del poeta, la partida de matrimonio, portadas de periódicos de la época donde colaboraba Machado e imágenes de los acontecimientos que saludaron la llegada de la segunda república. También primeras ediciones y algunas estanterías con los libros del poeta. La más entrañable pieza del museo es la habitación de Don Antonio: amplia cama de cabezal metálico, mesa camilla, alacena y espejo donde todavía se contempla la sombra del poeta. Empieza a anochecer cuando abandono la casa del poeta. En mis manos los nuevos libros. Abro Proverbios y cantares. Cierro los ojos y ahora estoy en el mar con el vaivén azul en la pupila y la alegría del recuerdo intacto. La casa segoviana del poeta sigue en mí, austera y en penumbra. Como siempre.
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