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Brizna perdida Carlos Rafael Ruta La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014 |
RAZÓN POÉTICA
La Isla de Siltolá incorpora al catálogo de la
colección Tierra el poemario Brizna
perdida de Carlos Rafael Ruta, una atinada iniciativa que permite explorar los
trazos líricos de una firma esencial del acontecer cultural argentino. Nacido
en la Plata, Buenos Aires, en 1956, completó estudios universitarios de
filosofía en La Plata, Buenos Aires, Barcelona y Zúrich. Como ensayista ha
centrado sus estudios críticos en la filosofía alemana medieval y sobre todo la
mística renana y el pensamiento del maestro Eckhart, publicando numerosos
estudios de su especialidad. Rector de la Universidad Nacional de San Martín y
docente con muchos años de dedicación, ha publicado los libros de poesía Merecer la soledad, Grieta de penumbra, Llueve y
distancia, Trasiego y el más
reciente, que ahora se presenta en Madrid, que cuenta con un extenso umbral del
filósofo y ensayista Jesús Moreno Sanz.
A nadie sorprenderá, conociendo el sesgo intelectual del filósofo,
historiador y nuestro máximo
especialista en la obra de María Zambrano, la profundidad de campo que contiene
este prólogo de Jesús Moreno Sanz. La introducción devana el estar
convivencial en la poesía de Carlos Rafael Ruta entre filosofía y lírica; no son
itinerarios dispares sino espacios trabados en una misma unidad expresiva que
despliega un colmado muestrario de interrogaciones: en el interior de cada
identidad se refugia su percepción del entorno, los indicios transitorios que
van jalonando el existir al paso y de esa experiencia cognitiva nace la
inquietud de ser, como un ejercicio de búsqueda y anhelo. De ellos da cuenta la
palabra poética, esa lucidez del verbo por ir percibiendo entre los pliegues de
lo cotidiano, con la ilusión del náufrago que bracea para no perder nunca la
esperanza de una cercana costa. Empeñada en resistir la noche, cada voz lírica
avanza entre disoluciones y regresos y Carlos Rafael Ruta en las sucesivas entregas escucha ese
silencioso diálogo del yo consigo mismo para acercarse al centro del vacío.
Como recuerda el prologuista, Brizna
perdida alude a ese sentimiento de fragilidad que tiene la existencia, a
esa forma precaria de estar entre las cosas que hacen de cada yo un espacio
inestable.
El hablante verbal plantea el tránsito en el tiempo como una singladura
marina con un amplio contingente de inquietud. Sin mapas ni brújulas, abundan
los términos que aluden a la noche y a los certeros signos de la tempestad. No
hay calma ni un manso recorrido hacia el puerto sino una precisa percepción del
peligro, como si ya se percibiera la acritud del naufragio, la aceptación de
que la voluntad es una hoja al viento: “El coraje de vivir / se nutre de todas
las derrotas “.
En Brizna perdida el verbo poético
de Carlos Ruta sondea en la expresividad del lenguaje para exponer matices
nuevos, proclives a la sugerencia, con una dicción apoyada en imágenes que
obligan al lector a un ritmo lento; la travesía por los significados es
compleja, como es complejo aceptar la idea del hombre enquistado en su
laberinto.