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sábado, 28 de enero de 2023

MIGUEL VEYRAT. LA ORA AZUL

La ora azul
Miguel Veyrat
Ediciones de la Isla de Siltolá
Colección Poesía
Sevilla, 2023

 

PUNTOS DE FUGA

 
   Constantemente repito que la escritura rompe cualquier lugar establecido, para asentarse, sólida y emotiva, en el taller de autor, sin más requerimiento que despertar un lenguaje propio, un punto de fuga. Miguel Veyrat (Valencia, 1938) periodista en prensa, radio y televisión y autor polivalente, escribe poesía desde la adolescencia y ha dejado en el camino medio centenar de entregas. Explora fórmulas como el ensayo metaliterario y filosófico, la poesía y la narración ficcional, con un concepto abierto de los géneros literarios como estrategias transversales y de fusión. Como advirtiera Ezra Pound, con habilidad y convicción, “cada escritor repite, diluye y modifica” ya que la mejor aspiración de la página escrita es dar vuelo a significados aurorales del idioma, ampliar posibilidades, ir más allá, constatar que la realidad es solo un enigma en sombras.
    Con La ora azul –publicado en Ediciones de la Isla de Siltolá, el sello sevillano donde han aparecido varias entregas del autor: El hacha de plata (2016), Diluvio (2018), Furor & Fulgor (2020) y Fuga desnuda (2021) –Miguel Veyrat suelta hilo de nuevo a su sensibilidad lírica. La dedicatoria reivindica la memoria de una presencia casi desvanecida, Leopoldo de Luis, y se amplía a los llamados poetas mayores, imprescindibles, cuyo trayecto es magisterio y armonía expresiva, como se manifiesta también en la amplia nómina de autores que sirven de pórtico a cada apartado.
   La compilación  La ora azul opta por reagrupar el material lírico en diez tramos definidos por sustantivos conceptuales: aire, palabra, niebla, tiempo, lengua, piedra, herida, ora, materia. En su desnudez, cada palabra apunta rincones de la inteligencia cuyo recorrido conmueve y ayuda a comprender. Tiende el poeta a lo esencial y emplea el poema breve, con versos cortos que practican el fraccionamiento de la oración y el encabalgamiento. De este modo, el texto deja la sensación de un cálido acorde musical, aunque su semántica sea muy densa en ocasiones, como si abocara a un cierto hermetismo simbólico y la marea verbal se apoyara en los márgenes del surrealismo. La palabra poética convierte al sujeto hablante en un observador que mira el entorno y se mira a sí mismo, como campos del pensamientos que esquivan un único sentido existencial y velan enunciados biográficos o sombras contingentes de la temporalidad.
 La poesía es un estar en la palabra, y de esa percepción metaliteraria se nutre el segundo apartado, dedicado a la poeta Mery Sananes. La facultad pensante, necesita el vivo don del idioma, la fuerza aclaradora de las palabras. En ellas debe moverse el mensaje y su fuerza sensitiva y musical. Es la poética y su energía emotiva una búsqueda y un intento de adquirir un movimiento armónico, una definición entre la niebla gris de la sintaxis.
   Se trata de ahuyentar lo oscuro y poner claridad en el fluir del pensamiento, siempre sometido a la precaria naturaleza del tiempo, como si la escritura, con sus manos de tinta, fuese capaz de modelar otro espacio real en el que sea posible la convivencia entre materia y espíritu, la tarea de ser en otro tiempo: “Ahora que navega y / Vuela mi envoltura vacía / Por su cósmico tapiz yo seré yo / La tinta que late en / Todo  texto y creeré ser mi / Propio tiempo individuo inmortal”.
   El apartado “Herida”, dedicado al poeta y aforista Javier Sánchez Menéndez manifiesta un fuerte sentido crítico. La voz poética zarandea ese culto a los ídolos que exige el desmantelamiento de la inocencia y la sumisión al dogmatismo; nada queda de la prístina mirada de la infancia, tras la herida. Es tarea entonces del poema cicatrizar la herida y mantener en el aire la hora azul, el vuelo del libre pensamiento que expande en el aire claridad y belleza.
   El poeta cierra La ora azul con un nutrido cuaderno de notas  deudas. Con una intensa crecida cultural se desvela la razón del título, que proviene de Ora marítima, obra de un poeta clásico del siglo IV Rufo Festo Avieno, protagonista de un mágico periplo por la costa mediterránea, y se hace una intensa cosecha de referentes personales que integra, entre otros, los nombres de Sem Tob de Carrión, Leopoldo de Luis, Jorge Urrutia, Mery Sananes, Efi Cubero y Ali Portinari, un apócrifo del propio autor.
   Como recuerda la breve nota final de Óscar González, Miguel Veyrat es un poeta insular, una voluntad literaria a contracorriente que vive la poesía como un don misterioso e inexplicable, como un ejercicio de revelación; una mirada diagonal capaz de avanzar hacia dentro desde las palabras. Así nace su peculiar poética del lenguaje, su propensión al hallazgo entre las sombras y su capacidad para abarcar campos semánticos de distintos legados culturales. Así nace también la ora azul, un libro que establece vínculos entre materia y palabras, que deja la herencia indeleble de muchas lecturas y oye, en el confín del aire, “el latir luminoso de los astros”.

José Luis Morante



domingo, 1 de mayo de 2022

UNA CONVERSACIÓN CON ÁLVARO HERNANDO

Álvaro Hernando
Fotografía
de
Javier Jimeno Maté


Una conversación con Álvaro Hernando

Sobre el I Festival internacional de Poesía (Im)PRESCINDIBLES
 
Los días 23 y 24 de abril se celebró en Madrid el I Festival internacional de Poesía (Im)PRESCINDIBLES, con sede central en Moralzarzal, un municipio de la sierra norte madrileña. El evento, con más de cincuenta escritores, ha sido dirigido y coordinado por Álvaro Hernando (Madrid, 1971), licenciado en Antropología social y cultural, especializado en Lingüística evolutiva, periodista en diferentes medios, docente y gestor cultural. Es autor de Mantras para bailar (2016), ExClavo (2018), Chicago Express (2019) y Mar de Varna (2021), así como de ensayos, artículos y cuentos, publicados tanto en España como en Estados Unidos.
  
 ¿Cómo surge el Festival Internacional de poesía (Im)PRESCINDIBLES?
 
La idea del festival surge hace tres años, unos meses antes de la fatídica pandemia. Esto lo ralentizó todo. Al poco de llegar a Madrid, desde Estados Unidos, me ofrecieron participar en un festival internacional de Poesía en Madrid, previo pago por mi parte. Esto no me gustó y decidí poner al servicio de un festival de poesía digno para Madrid todo mi conocimiento y esfuerzo. Así, en 2019 nace la idea de un festival, hermanado con el Festival internacional de Poesía de Chicago, Poesía en abril. Pero, tras la jubilación de algunos de sus organizadores, tuvimos que ir por libre.
Desde entonces hasta ahora, hemos estado construyendo la lógica interna de un evento que queríamos fuera sostenible, de calidad, consistente y perdurable.
 
 ¿Qué matices vertebran la programación y desarrollo de actividades?
 
La lógica interna del festival pasaba por dar espacio a las diferentes tendencias poéticas, y a algunas de sus voces más significativas.
Lo primero era darle cierto sentido práctico: consistencia social y función constructiva dentro de la comunidad. De ahí salió el lema de esta edición, Migrantes, con el objeto de visibilizar las voces de autores y autoras nacidos fuera de España, pero residentes entre nosotros, de una enorme calidad. Por otro lado, queríamos contar con otro perfil, local, que sirviera para representar, con la máxima calidad posible, las diferentes corrientes poéticas contemporáneas en nuestro país.
A esto le añadimos el toque, en paralelo, de las artes plásticas y escénicas, con exposiciones, actuaciones performativas y conciertos. 
 
¿Cómo ha conseguido tal dimensión de autores de tan diversa procedencia y de tantos estratos generacionales?
 
Los primeros borradores de las listas de invitados al festival sufrieron muchísimas transformaciones. Los únicos criterios que transmití a los encargados de realizar las propuestas para el festival fueron genéricos, no relacionados con nombres o logros, sino con el perfil del autor o autora que queríamos tener aquí. Por decirlo de manera metafórica, sabíamos qué categorías de poetas queríamos tener, más que poetas de categoría. El resultado, cuando uno es coherente y comprometido, no podía ser de otra manera.
Teníamos que contar con una representatividad cualitativamente legítima para poder llamar a este encuentro como lo llamamos: (im)Prescindibles.
Tres personas han sido las que más tiempo han dedicado a construir estas listas. Una vez realizadas, de manera independiente, los nombres de todos los listados se cruzaron, con el objeto de ver qué elementos comunes encontrábamos en todas las listas. Es a esos autores y autoras a quienes se hizo llegar la invitación.
Hemos tenido la enorme suerte de encontrarnos con un momento muy favorable, en el que todos deseábamos hacer algo de manera presencial, libres de las restricciones propias de los tiempos de reclusión. Esto, sin duda, ha ayudado a poder aunar en una misma programación tantas figuras notables.
 
¿Satisfecho con el respaldo institucional?
 
Muy satisfecho. El Ayuntamiento de Moralzarzal decidió apostar fuerte por la realización de este evento cultural. La poesía, habitualmente, puede considerarse como algo minoritario. Era arriesgado. Hemos tenido todo su apoyo y respaldo. Por supuesto, hay cosas mejorables, pero lo que ha sido inmejorable es su disposición de apoyo y compromiso. Era necesario abrir el espacio y generar lo oportuno para que la poesía llegue a sectores de la ciudadanía que no siempre tienen acceso sencillo a estos contenidos.
Además, las 20 sedes colaboradoras, han respondido maravillosamente, responsabilizándose de sus propias programaciones, y llevando a cabo actos y eventos de una calidad enorme.
 
Suele aceptarse como un inevitable lugar común la inutilidad de la poesía, su condición elitista y minoritaria, incapaz de conectar con los intereses del público. ¿Es así? ¿Cómo ha sido la respuesta social?
 
Es evidente que aquello que escribió Juan Ramón Jiménez es una máxima que hoy sigue cumpliéndose cuando hablamos de poesía: a la inmensa minoría. Hay mucho camino por recorrer y, seguramente, sea un camino poco transitado.
Esto no quiere decir que haya que renunciar a abrir espacios accesibles, asequibles y de calidad para los ciudadanos.
Para que te hagas una idea, los eventos han ido teniendo más público presencial, según avanzaba la programación.
En la sede del teatro, el público no ha sido demasiado numeroso, pero el cierre del festival, en el local escénico de SORCAS, fue espectacular. No cabía un alfiler.
Espero que en años venideros esta sea la tónica.
Además de esto, he de expresar mi admiración por las personas que han llevado las actividades en los hogares de mayores y en los centros educativos, logrando la implicación del público, mucha participación y mucha expectación (recuerdo aquí a Tirso Priscilo Vallecillos y a Javier Lorenzo Candel).
Ante la belleza, la respuesta del colectivo siempre será positiva. 
 
¿Las redes sociales y los medios de comunicación han contribuido a dinamizar el regreso de la cultura, tras el tiempo de pandemia y el paréntesis de estos dos años?
 
Las redes sociales han permitido que no hayamos caído en una parálisis aterradora.
Han sido una respuesta emocional normalmente eficaz ante la desubicación.
Aunque, con contradicciones, pues no siempre han construido o han contribuido desde la serenidad, sino desde el ruido y desde la confusión.
Por otro lado, no nos podemos quejar.
Creo que es de justicia agradecerles a algunas cadenas nacionales de televisión que se hayan hecho eco del festival en sus noticiarios, incluso en los canales internacionales y de 24 horas.
 
 El tronco central del evento ha sido el homenaje a tres poetas de amplia trayectoria creadora: Miguel Veyrat, Efi Cubero y Rafael Soler. ¿Por qué estos nombres?
 
Podrían, efectivamente, haber sido otros nombres, por supuesto. Pero, desde la convicción más profunda, decidimos homenajear a estos tres autores. Son tres voces extrañas, en el mejor sentido de la palabra, que han resistido modas, presiones, mareas y dificultades, conservando una autonomía, identidad y una calidad, a lo largo de las décadas, que no puede por menos que ser reconocida en cada una de sus voces. Son testimonio vivo de la poesía española contemporánea. Calidad, trabajo y continuidad. Aprovecho para comentar que otra de las personas que iban a haber sido homenajeadas en este espacio falleció durante la preparación inicial del evento, siendo imposible llegar a realizar la invitación como era debido. Se trata de García Marquina. Para él mi homenaje aquí, hoy, y mi recuerdo.
 
Otro de los grandes aciertos del festival, a mi modo de ver, en un tiempo global ha sido la convivencia de autores de distintos ámbitos geográficos y lingüísticos… Qué corta se hizo la mesa redonda coordinada por Margarita Todorova  ¿Qué conclusiones resalta del debate en torno a la convivencia lingüística?  
 
Efectivamente, este asunto da para un festival o congreso de una semana. Aquí volvemos a otra de esas contradicciones maravillosas que nos plantea la poesía. Los traductores son tan necesarios como inútiles; tan leales y necesarios como traidores al lenguaje original. Y, lo fundamental, tan transmisores de la creación literaria como creadores de literatura. Como ocurre en otros campos de expresión y conocimiento, como pueden ser la filosofía, la antropología, o incluso la sociología, los traductores se convierten en piezas fundamentales para la transmisión cultural y el intercambio de valores. Por otro lado, debido a cómo se conforman los sistemas lingüísticos, simbólicos, y de construcción del pensamiento grupal, a veces es una tarea imposible lograr la traducción adecuada de un texto, especialmente en poesía. Así pues, como ocurre en otros ámbitos de las lenguas en contacto, los terrenos comunes no son de batalla, de defensa y de ataque, sino de transmisión, casi de ósmosis, o como tú lo has llamado, de convivencia lingüística entre unas formas y otras del lenguaje que están separadas por una frontera líquida. Evidentemente, era un tema que daba mucho más que el tiempo que le asignamos, pero hemos de tener en cuenta que es un evento con hora de inicio y final, y que, lamentablemente, había que ponerle límites temporales. 
 
También me gustaría resaltar el diálogo continuo entre poetas, rompiendo ese cerco de soledad y aislamiento del creador a solas. ¿La convivencia entre escritores ha sido fácil?
 
Es de lo que más orgullosos estamos.
El formato de organización del festival ha exigido que los poetas compartieran algunos momentos previos, más extensos de los propios de un festival, con el objeto de que conocieran la obra, la poética y los compromisos y experiencias de los compañeros con quienes iban a compartir escenario y micrófonos.
De aquí, esperamos que surjan nuevas cosechas, al margen de nuestra organización y del festival. Sí, ha sido una convivencia sencilla. Los autores y autoras han demostrado una falta de miedo total a la hora de conocer nuevos planteamientos. Estamos muy contentos con esto. Lo más complejo es contribuir a generar o fortalecer tejido social y cultural. Esperamos haber favorecido esto o, al menos, haber posibilitado la creación de las condiciones idóneas para que esta convivencia se diera de manera relajada y auténtica.
También es cierto que se han retirado dos invitaciones a sendos poetas que no estaban por la labor de convivir, si no era desde un enfrentamiento inexplicablemente irrespetuoso y casi desde la cúpula de una casta. Esto ha sido lo más difícil de llevar a cabo, comentar con alguien a quien en principio admiras que, lamentablemente, este espacio no es compatible con la falta de respeto y rigor. 
 
Tu quehacer laboral te ha permitido un conocimiento amplio del ámbito poético norteamericano. ¿Qué contrastes percibe respecto a nuestra propia realidad?   
 
La mayor diferencia es que en el entorno norteamericano, en el que he desarrollado la mayor parte de mi carrera literaria, no he encontrado tribus. También es cierto que forma parte del carácter del ciudadano norteamericano y se puso aventurero, solitario e individualista. Esto de ser individualista tiene cosas malas, por supuesto, y otras maravillosas. Por ejemplo, es difícil ver cómo se conforma una tribu, y más difícil es ver una confrontación entre tribus. Y, sí, justo uso el término tribu, por toda la implicación primitiva y emocional que creo que condensa tensión y rivalidad, a veces irracionales, política, en la historia de la literatura española.
No es algo que comente como un defecto, sino como una característica de este entorno, sin más. Tengo la sensación de que, en nuestro territorio, es más complicado acceder al reconocimiento y al respeto unánime que en Estados unidos.
Quizá sea una percepción muy subjetiva e inexacta, puesto que la realidad me ha demostrado que la colaboración entre distintas corrientes e instituciones ha sido muy sencilla a la hora de conformar este festival (im)Prescindibles.
Pero sí, es un contraste, aunque sea propio de mi subjetiva percepción.
Por otro lado, en cuanto a la gestión cultural, hay mayor apoyo económico por parte de instituciones privadas. Todo es más sencillo en lo referente a la gestión y administración documental.
Este tema da para mucho y en muchos aspectos: en lo relativo a la creación literaria, las editoriales, los movimientos de difusión y promoción, los premios… Hay muchísimas diferencias y contrastes. 
 
El abrazo es el género literario que más me gusta; así que lo practico con alevosía para agradecerte un evento tan afectivo e iluminador. ¿Tendrá continuidad?
 
Por supuesto. Parece que desde el Ayuntamiento de Moralzarzal seguirán apostando por mantener la sede central de este festival internacional, en el que yo seguiré colaborando encantado, y que las otras entidades que han colaborado como sedes satélite han quedado muy satisfechas.
Seguiremos en esta dinámica de abrazo y de creación de espacios por y para la poesía. Solo queda elegir el lema de la segunda edición.




                   JOSÉ LUIS MORANTE


 

lunes, 22 de febrero de 2016

MIGUEL VEYRAT. PASAJE DE LA NOCHE



Pasaje de la noche
Miguel Veyrat
Barataria, Poesía, 2014


RAZÓN Y DESEO



   El poblado itinerario creador de Miguel Veyrat (Valencia, 1938) aglutina más de quince entregas poéticas. En su pautado desarrollo en el tiempo se desvela un ideario estético de búsqueda que mantiene como coordenadas centrales un sustrato culturalista y un hondo sentido de continuidad en el tiempo. Esta actitud ante el lenguaje y a su sentido intercultural arranca en el vivero novísimo y prosigue hasta el ahora. Son rasgos que suelen resaltarse en los textos de apertura de sus poemarios. Así lo enuncia Jacobo Muñoz en el prólogo de Pasaje de la noche , obra que ve su amanecida en 2014.
   El crítico define la experiencia estética del poeta valenciano como praxis de “una conciencia vigilante que se enfrenta al “infranqueable abismo” que se abre entre el sujeto –el yo- y el mundo”. Nace de este taller del lenguaje un espacio de conocimiento que ha de recorrerse con la brújula tenaz del pensamiento. Vislumbramos en Pasaje de la noche una poética  de textura metafísica que busca sus manantiales  genesíacos en magisterios como Rilke, Valente, o en el pensamiento crítico de Heidegger, por citar solo algunos magisterios que se exponen con transparencia.
   Desde un escenario nocturnal, las palabras dan voz a la carencia. El sentido ontológico del ser define una sensación de naufragio. Quien habita la nada está sometido a un deambular desnudo, cuyo sentido a veces se oculta; de ahí el continuo bucear en la indagación y la sensación de desamparo en la que yo toma conciencia de habitar un espacio a la intemperie.
   En ese estar agónico hay que atender, con la conciencia despejada, al rumor en el que cobra impulso la palabra poética. El poema se va gestando entre tanteos, abre sendas, deambula entre linderos desvaídos sin descubrir entre las múltiples bifurcaciones la claridad del destino propicio.
   Esa necesidad de decir, aunque no amanezcan respuestas, pronuncia una actitud despierta, de sujeto activo; el yo es consciente de que no puede vencer al tiempo y de que su función cognitiva se pierde en una línea de niebla que aglutina contornos y horizontes.  Así se va marcando un rostro en el espejo; son los destellos de una identidad moldeada entre desapariciones y pérdidas, erosiones y cambios; estelas que abren inadveridos propósitos baldíos; son los itinerarios de regreso de un pasajero impaciente que en su laberinto existencial hace suyo aquel verso de Hölderlin: “lo que permanece lo fundan los poetas”.