sábado, 10 de marzo de 2012

CECILIA QUÍLEZ. ÚLTIMA POESÍA.

  Desde que iniciara itinerario en 2004, Cecilia Quílez (Algeciras, Cádiz, 1965) ha entregado a imprenta cuatro poemarios, La posada del dragón, Un mal ácido, El cuarto día y Vísteme de largo. Esta senda constata una evolución en sus dos títulos más recientes, ambos publicados por Calambur.
   En el poema “Prólogo” de El cuarto día se dibuja un paisaje alucinatorio, una estela de desolación, que obliga a retornar a un punto cero: “El tercer día acabó conmigo y empecé de nuevas. / Los círculos van bien. Es una dicha / haber tenido un apartamento sin aval en la eternidad”. Se sugiere así que el cuarto día es un regreso a los elementos germinativos, lo que marca la configuración del libro, con títulos muy simbólicos. La vuelta desde el agua se plantea en el primer apartado, “Columna de peces”; el mar es ámbito y refugio frente al yermo territorio de la tierra firme; de ese estado está hecha la niñez, la ingenuidad que envidia la continua inmersión en la transparencia. Pero no existe un desarrollo argumental lógico; el viaje se narra en fragmentos, en poemas breves, en los que también caben rememoraciones y homenajes. Así se enuncia la presencia de Rafael Alberti: “Me llama Rafael desde las aguas / que yo también conozco. / Hoy por fin sus ángeles me llevan. Estoy más cerca. “. De esta primera parte el poema de cierre, “Regresar desde el agua” es el más significativo por la acumulación de imágenes de gran fuerza expresiva y por el hermetismo de sus nexos versales: “Prescindo del aire. Ironizo lo esencial sin advertencias. / La manada retorna del éxodo alucinatorio”. El segundo conjunto poemático supone un tránsito desde la transparencia hacia el orden. El protagonista verbal recupera materia entre los apuntes de lo cotidiano, inventa un tiempo aleatorio para buscarse y huir de la agonía o del hastío donde encuentran asiento las mismas cosas. Así cierra “Punto de fuga”: “Estoy muerta de orígenes / y viva de sucesos inmediatos. / Tránsfuga sepultada y pretérita / del verbo ser “.  La última parte, “Propósito de enmienda” sugiera intencionalidad moral, abandono del pasado para ceñirse a la realidad oscura del presente, aunque nunca se cierren los datos frágiles de la memoria. Un subtema  importante de este apartado es el erotismo; la plasmación del deseo tantea para ser aliento y resurrección, para fortalecer el impulso vital que permite vivir el simulacro de una existencia más honda.
   El poema final funciona como un epílogo; clarifica la semántica del cuarto día, asociado a resurrección y regreso. Sus versos no abandonan el clima onírico que postula la cercanía de una realidad transmutada, en la que no faltan paralelismos con pasajes bíblicos. El cuarto día postula una cosmovisión compleja, densa y simbólica, que trata de indagar en el sentido de lo existencial, sin recurrir al discurso especulativo y lógico.
  Aparecido en 2010, Vísteme de largo completa el corpus de la autora y expone ante el lector vetas y contrastes. Sugiere una propuesta de ruptura con el tiempo auroral y afronta un nuevo recorrido paso a paso desde una identidad a otra identidad: “Lo que hay detrás de una mujer / es otra mujer”; por tanto, asistimos a un diálogo entre dos voces; una, la del comienzo, porta pupilas infantiles, explora un mundo en el que todavía no cabe la decepción ni la sombra. La otra, es la que pone el cuerpo al vestido largo, la que convierte en fósil la inocencia y se instala en la duda y en el extravío. En esa relación dual se establece un pacto de coexistencia; cada yo desdoblado se singulariza por una sensibilidad que postula conceptos temporales diferenciados. El sujeto del presente es un yo que conoce el frío y la intemperie, que huye y se desvanece en conceptos de ida y vuelta. La de ayer era mágica portadora de un equipaje de sueños que el paso del tiempo debe ratificar; pero esta mirada azul está abocada a la decepción porque la realidad se rige por coordenadas de la experiencia que ayudan al sujeto a situarse en otra perspectiva: el sujeto define su identidad frente al mundo exterior y así evita cualquier tipo de frustración existencial. Poco a poco lo etéreo se desvanece para transformarse en lo posible.Vísteme de largo amalgama afectividad y reflexión, el rostro bifronte de quien conjuga tiempos que aprender a convivir en la mutación de identidades.

4 comentarios:

  1. Tuve la oportunidad, junto a ti, de escuchar la lectura de su poemario Vísteme de largo y disfruté muchísimo. Gracias por recordarlo.

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  2. Es verdad, Elena, fuimos muy pocos los que tuvimos el privilegio de asistir a aquella lectura y además había entre nosotros un clima de afecto que hablaba de ilusiones comunes y proyectos compartidos. Una felicidad muy frágil que rompen las miradas furiosas y los silencios airados, como si la razón fuese un asunto de propiedad única.
    Seguro que la poesía ilumina las sombras.

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  3. Buen resumen, José Luis, de los dos últimos libros de Cecilia, a quien me une, además de su poesía, una reciente amistad. Traerla a Rivas, a Covibar, acontenió en un fracaso sin parangón de público. Los pocos que estuvimos, no obstante, disfrutamos de una estupenda poeta. Poesía femenina, de la identidad.

    En cuanto a que la poesía ilumina sombras, no me cabe la menor duda. Yo creo que la poesía ilumina incluso la luz.

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  4. Querido Ricardo, detrás de un proyecto cultural siempre hay un responsable y una mano que trabaja para los demás. Mi más cordial enhorabuena por tu trabajo al frente de los ciclos y al frente de EL MIRADOR LITERARIO. La antología sobre poesía contemporánea es una muestra muy representativa del actual momento poético. Lo dicho, muchas gracias por tu voluntad y por tu ánimo.

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