Las doce y treinta y seis.
El bar repleto de voces y de humo.
Qué trabajo callar en noches como ésta,
donde tanto podría hablar de mí.
Pero llegó el extraño de un país extranjero
y trajo esas monedas
que fulgen desvalidas en tus manos,
y libros,
y guedejas de una dulce nativa
que le vendiera amor por pocos dólares;
y tú no tienes ojos
sino para viajar a aquel lejano sitio
en minutos eternos.
Hasta que mis bostezos te desclavan
de tu perplejidad.
( De Enemigo leal, Sevilla, 1992)
las cinco y veinte, quisiera viajar y viajar y despertar en un destino lejos de mi imaginación.
ResponderEliminarVerte y escuchar: Mi perpleja mirada queda atónita ante tus palabras...
Qué cosas... José Luis hablando en clave... por qué será, será...
ResponderEliminarQuerida Pilar, esas playas de cielo inmaculado, palmeras enhiestas y arena blanca existen. Son las playas que miras con el afecto generoso de siempre y en las que nos vamos acercando cada amanecer. Besos.
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