José Luis García Martín
La Grúa de Piedra, Santander, 2011.
En las palabras previas de Arena y
nada, escritas por José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres,
1950), resalta una afirmación hiperbólica: “Por eso de la media docena de libros
que hojeo cada día, apenas leo completos uno o dos”. No hay que tomarla en
sentido literal; en efecto, hojear libros es casi una operación mecánica y puede
repetirse las veces que dicte la voluntad, en cambio leer uno o dos libros al
día significa centrarse en la poesía, cuyas ediciones no suelen sobrepasar las
cien páginas y abandonar géneros como la novela, el ensayo, el cuento breve o
los diarios, una de las debilidades del poeta y crítico García Martín; además
el propio tiempo creativo quedaría reducido a su mínima expresión, algo que
contradice el amplio listado de publicaciones y las frecuentes colaboraciones
en prensa, a ritmo semanal en el cultural de ABC y en La Nueva España.
Lo que se desea subrayar es la adicción a la lectura y el
continuo estar entre libros.
El volumen que aquí nos ocupa, Arena
y nada es una muestra de poemas de
procedencia dispar. Como hiciera en La
Biblioteca de Alejandría, la selección está integrada por reescrituras de
textos ajenos, poemas propios que el poeta denomina ensoñaciones o placenteros
sucedáneos y traducciones que guardan una fidelidad discutible con los
originales. La selección se presenta agrupada por asuntos temáticos de varia
naturaleza que giran en torno al amor y desamor, a gatos, caballos y a antiguos
textos en prosa que se han modificado para que adquieran todas las cualidades
del poema.
Cada una de las secciones va precedida de un texto breve que clarifica
procedencia, opiniones de la tertulia en la que se han leído antes de visitar
la imprenta o variables contextuales. García Martín siempre dota a sus prosas
de una rigurosa amenidad y cultiva en ellas la paradoja y la ironía para que el
lector nunca salga decepcionado o aturdido por la erudición.
Tal vez
la mayor virtud de estos textos es su atemporalidad; en todos los casos el
poeta o el traductor consiguen que suenen en presente, que muestren una
sensibilidad contemporánea y que sus contenidos no parezcan nunca reliquias
epocales sino contenidos y preocupaciones del ahora.
Desde los inicios de su escritura, José Luis García Martín ha mostrado
una inclinación natural por la creación de máscaras y heterónimos. Transformar
el yo en otro permite suplantar la voz, compartir las vivencias ajenas y
apropiarse de las emociones que deparan. De estos encuentros entre el yo y el otro está lleno Arena y nada, un elogio del palimpsesto,
que ofrece un recorrido por la memoria
común de la poesía.
Excelente en todos tus comentarios, éste sobre el libro de García Martín, no podía ser menos. Enhorabuena, José Luis. Todos tus lectores debemos agradecer esta dedicación tuya a la poesía. Y más ahora cuando están cayendo chuzos de punta. Gracias, amigo.
ResponderEliminarComparto tu pasón lectora por la literatura de José Luis García Martín, no sólo en su dedicación crítica o en sus diarios, ya sabes que me gusta mucho su poesía.
ResponderEliminarEl blog permite la inmediatez y es un quehacer casi ritual ir colgando entradas, sin la paciente espera de las revistas escritas.
El curso languidece y tras las evaluaciones programaremos un largo encuentro personal. Por cierto, con José Luis tengo pendiente un largo paseo por Rivas; le gustará la transformación urbanística de un lugar nuevo, con una geografía desolada que va mudando de piel. Un abrazo.