Aurora Imagen de internet PEREZA |
Ese día la aurora de rosados dedos volcó su pereza poética sobre la placidez del sueño. Como un fantasma gris, despuntó con frío al atardecer. Frente a la línea de horizonte, percibió, con los ojos semicerrados todavía, que el afuera estaba en vela, con las mejillas pálidas de quien se asoma a un acantilado, absorto en la carencia. No pudo evitar estragando la boca un lamentable reflujo de tristeza. Por una grieta, como una sombra anciana que vuelve desde lejos, retornaba la noche.
Inmenso, leerte siempre es aprendizaje y belleza.
ResponderEliminarAbrazo,
Buenos días, Gabriela, como ves, sigo sin resolver del todo en mis cuentecillos esos límites que separan poesía y prosa, así que hoy hice un pequeño homenaje a la luz del alba, a ese espejo colmado de rosas y belleza.
EliminarY eso es maravilloso, no lo resuelvas. La imagen de los dedos rosados, es tanto, tanto; y yo disléxica,leí: El afuera estaba en verla, en vez de: "el afuera estaba en vela" y en esa primera lectura (no te preocupes inmediatamente hice la relectura para volver a disfrutar de esta pieza maravillosa) observé mi falla. En todo caso es tan sublime, poroso, poseso y diestro que deja ese dolor, esa tristeza como miel.
EliminarGracias de nuevo de parte de esta humilde lectora.
P.D: No sabes lo que mueves al decir "luz del alba".
Querida Gabriela, la imagen de los dedos rosados, como sabes muy bien es de Homero, él ha creado una tradición de la amanecida como un tapiz rosa que convierte el cielo en calidez y tacto; y los problemas de interpretación nunca son problemas sino nuevos itinerarios al texto; por eso es tan necesario convertir la palabra en un diálogo abierto. Que pases un hermoso día, con aurora "rosas".
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