domingo, 23 de abril de 2023

RAFAEL CADENAS. PREMIO CERVANTES 2022

Rafael Cadenas
(
Barquisimeto, Venezuela, 1930)

 

Ars Poética de Rafael Cadenas
 
   La arcilla literaria que Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) trabajó con las manos del tiempo ha sido reconocida con el Premio Miguel de Cervantes 2022. Es el certamen de literatura en lengua española de mayor relevancia; se concede de forma anual desde 1976, y fue creado para reconocer la aportación a nuestro idioma de escritores españoles e hispanoamericanos. En su convocatoria anterior el galardón recayó en la escritora uruguaya Cristina Peri Rossí, una identidad creadora plural, desde hace décadas asentada en España.
  Ya cumplidos los noventa y dos años de edad, el poeta de Barquisimeto, reorganiza su obra, corrige el material inédito y mira con gratitud un itinerario en el transitar cronológico cuya última propuesta verbal, Estaciones apareció en 2018. Es la voz  de un presente poético, cuyas raíces nacieron en 1946, cuando llegan a superficie los textos de Cantos iniciales. Poco a poco se sucede una veintena de entregas, con amplia difusión en el mapa hispánico y versiones a otras lenguas como el inglés, francés e italiano. Conforman un trayecto fuerte en el que sobresalen Derrota (1963), acaso su hito más recordado por su compromiso social,  Falsas maniobras (1966), Intemperie (1977), Amante (1983), y En torno a Basho y otros asuntos (2016), donde el escritor utiliza como estrategia expresiva el despojado laconismo del haiku.  También sobresale en el pulso solar de su escritura la indagación metaliteraria y el análisis del taller de autor en ensayos que clarifican afinidades y lecturas, magisterios y tradiciones que exaltan el legado de oriente y la impronta mística de San Juan de la Cruz. Con frecuencia, en sus entrevistas, el escritor ha resaltado también su querencia lectora por Walt Whitman, el inolvidable autor de Canto a mí mismo, un hermoso poema polifónico que sintetiza toda su doctrina estética y su mensaje existencial. Rafael Cadenas asumió el magisterio poético y la filosofía de Whitman a quien tradujo, editó y estudió en sus años como profesor en una institución universitaria norteamericana. Otro poeta esencial en la evolución de su perspectiva estética fue Henri Michaux y todavía hay margen en sus lecturas de contemporáneos como Eugenio Montejo.
   La poesía de Rafael Cadenas trasciende el yo; es apertura e iluminación del ser humano. Más allá de las palabras y su conjunción de vocales y consonantes está el hombre que escribe, piedra angular de vivencias, emociones y pensamientos. Una identidad mudable que aporta la textura de su núcleo afectivo y su manera de entender  la geografía asimétrica de lo cotidiano. En sus manos está la semilla del poema, el discurso subjetivo y cambiante del yo frente a la realidad; la imagen áspera de un tiempo histórico que prodiga caminos dispersos y fechas de caducidad. Y así se define en el decir de Rafael Cadenas la conciencia ética del protagonista verbal frente al ensimismamiento del yo y la calculada distancia de los otros.
  El poeta es poema; expresa una experiencia estética donde la voluntad se realiza y toma impulso en el trayecto existencial. Así lo constata Rafael Cadenas en Ars Poética, indagación en torno al lenguaje escrita con la fuerza de quien marca los pasos en la arena: “Que cada palabra lleve lo que dice. / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido”.
Mientras la música bebe en la claridad de las palabras, se hace vaho que abriga los cristales una tarde de frío. Palabra y música componen un discurso que sobrevive a la intemperie, que abre senda interior porque los versos están hechos para caminar por dentro “como quien se inclina sobre el cuerpo que ama”.
   Ars Poética nace desde el compromiso de la contemplación. Expande una mirada esencial, sin ornamentos, sencilla y despojada. Acoge materiales expresivos que sitúan el discurrir biográfico en el arco tensado de la coherencia. Pero ese viaje interior puede construir un reducto de normas con apariencia de verdad y es necesario el tacto social de la compañía. Hay que estar cerca del sujeto para contrastar sus percepciones y buscar los hilos del ovillo que ayudan a salir del laberinto: “Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame / la impostura, restriégame la estafa. / Te lo agradezco, en serio.”
   En el callado espacio del poema, mientras suena la música, hay una claridad que se abre paso también entre la sombra. No sirven espejismos vanidosos ni falsas maniobras para que se cobije la impostura. Solo el canto a mí mismo en el tiempo, solo un Tántalo que lleva en sus espaldas el peso de la luz y las palabras.
 
 

 

JOSÉ LUIS MORANTE (Ávila, España, 1956)

Poeta y crítico literario   

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