viernes, 21 de abril de 2023

FERNANDO DE VILLENA. LAS ESTACIONES DE LA EXISTENCIA

Las estaciones de la existencia
Antología poética (1980-2020)
Fernando de Villena
Baker ST. Ediciones
Granada, 2023
299 págs, 25 Euros

 

 LA LUZ EN EL PAPEL
 
                                              
   Las estaciones de la existencia representa casi al completo el corpus lírico de Fernando de Villena (Granada, 1956), Doctor en Filología Hispánica, Académico de Buenas Letras de Granada, narrador, ensayista y poeta de insólita fertilidad creadora, sostenida durante más de cuatro décadas de escritura. Tan amplio legado conforma una obra extensa e intensa que hace necesario el autoprólogo y confiere carácter didáctico a su propuesta interpretativa. Sin duda, la mirada personal facilita claves del diseño global y enuncia la sensibilidad preponderante en cada periodo del recorrido. El mismo autor define su periplo verbal como un diario lírico, hecho con estaciones naturales siempre hilvanadas por una clara intencionalidad temática y estilística.
   Los poemas iniciales se integran en el apartado “Las vacilaciones de la primavera”; están marcados por una estética neomanierista o neobarroca, prestigiada por la tradición, donde la mirada a los clásicos del siglo de oro y al venero grecolatino remarca la preocupación fundacional. EL comienzo comprende tres entregas epifánicas, Pensil de rimas celestes, Soledades III y IV, donde se hace presente como ruta a seguir el magisterio poético de Luis de Góngora, y Damas reales, empeño en alzar los muros de un cancionero a la manera de Petrarca. Son quehaceres que reafirman luminoso conocimiento del pretérito tradicional, indeclinable vocación lectora y un dominio formal muy alejado del prosaísmo y de la cercanía al verso libre que definía muchas de las entregas poéticas de aquel tiempo de cierre de la sensibilidad novísima.
   Esas obras de apertura, como es norma siempre en la buena poesía, confirman otros itinerarios de búsqueda; así se liberan de una cierta frialdad expresiva y dan mayor presencia al personaje emocional o al marco escénico, convirtiendo la geografía en paisaje sentimental. Pero persiste en esta primavera plena de intensidad expresiva la variedad argumental. En los frutos que aparecen en la década del ochenta hay menos presencia del factor esteticista. Fernando de Villena opta por integrarse en  una senda cultural en la que destaca con nitidez un coloquialismo cercano, tan evidente en el conjunto En el orbe de un claro desengaño. Pero cada meridiano sirve de avance al desvelo escritural y además a la asunción de otra imaginería semántica y formal, de modo que, como se ha dicho, toda esta primera etapa está marcada por la variedad y por un venero prolijo en los temas, capaz de afrontar el paisaje de Granada, la recreación del ambiente mitológico o el halo de pureza y claridad de la infancia y juventud que se van borrando en el devenir. No son temas cerrados en otros momentos; la mirada poética es continuo impulso que propicia formas de percepción.
   La travesía alcanza una primera altura, a juicio del poeta, en los títulos reunidos en el segundo tramo “La madurez del estío”. En él, la voz emotiva del yo se adueña de las composiciones de Arco de rosales donde se respira un cálido intimismo de comunión con el entorno cercano. Instantáneas del ahora jalonan las íntimas veredas de los días. Como encarnación de un sueño antiguo, retorna la palabra de la evocación que agiganta sombras. Hay también homenajes a los integrantes de la Taberna del Potro, aquel grupo poético que se cobijó en “Cántico”.  Pero ya es evidente el propósito de Fernando de Villena de definir la voz de cada libro con sentido unitario en torno a una trama continua. En Vos o la muerte el amor alumbra como núcleo germinativo en la mayoría de las composiciones. Es resaltable en los textos la carga simbólica de los sentimientos, pero también el hábitat descriptivo de la convivencia y esa estela de celebración y recuerdo que dicta el transitar. Son composiciones escritas entre 1987 y 1991 y en sus versos copa el primer plano la esposa del poeta, tanto en la educación sentimental como en los colmados frutos de la felicidad doméstica. El emotivo homenaje deja su tono confesional para un nuevo paso, Año cristiano donde la escritura hace del recuerdo un viaje terapéutica y liberador hasta la infancia. Retornan sensaciones, lugares y asombros; la poblada pradera habitable de sombras y aromas. Los referentes culturales impulsan las entregas finales de Libro de música y Nuevo museo pictórico y escala óptica, mientras que la entrega Las horas del día aporta una reflexión sobre la singularidad del estar y su proyección sobre el transitar entre lo contingente.
  Quien mira el colmado fruto que rebosa en las manos, defiende que la tercera parte es el momento áureo. En “La plenitud del verano” está la máxima definición del ideario poético de Fernando de Villena. Abarca la producción de siete libros nucleados en torno al Mediterráneo como espacio abierto a la historia, la cultura y la sociología de un ahora que amalgama asimetrías y desajustes como la emigración, los continuos naufragios y los conflictos étnicos. De estas cuestiones de fuerte actualidad mediática se ocupa la entrega Tiempos finales. Desde el itinerario iniciático por las ciudades más relevantes de la historia y desde la asunción del legado cultural y filosófico de la latinidad, Fernando de Villena nos deja en sus poemas el hondo resplandor de un canto épico.    
   Crepuscular y con cierto epitelio de melancolía, la parte final deja paso al trasfondo humanista y existencial del hombre. Existir es un paréntesis de duración variable que nos va dejando en cada recodo el temporalismo, la finitud y los efectos secundarios de la vida al paso. Se singularizan estados de ánimo lastrados por la pérdida y la ausencia y el tema de la muerte pasa con frecuencia al primer plano, como si estuviésemos abocados a enfrentarnos con nuestros propios laberintos. De ahí que en la selección “El recuento y la sabiduría del invierno” predomine la desnudez del ser, la disposición a hacer balance y aventar el desnivel de la última costa. El hombre se pierde en la sombra y constata su orfandad en la noche, mientras el pasado es solo una ilegible estela de ceniza. Nada queda tampoco del mundo de los sueños, solo la coherencia del sujeto con su escueto puñado de certezas estremecidas.
   Quedan muy lejos aquellas polémicas generacionales de los años noventa y el ámbito gregario de las etiquetas críticas. En  Las estaciones de la existencia. Antología poética (1980-2020  Fernando de Villena entrega su destino completo de poeta, una obra plena, casi desbordada en la que encuentra sitio la singularidad abierta de una conciencia en vela. Su vigilia comparte una experiencia de conocimiento, una convulsión clarividente que hace de la poesía el refugio tenaz de lo perdido, el alba permanente donde amanece el ser. 

JOSÉ LUIS MORANTE



 
 
                                                                                                  


       

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