Miradas Oropesa del Mar 2023 |
EL DÍA QUE VOLVÍ A VER FÚTBOL
Porque me gustan las jugadoras que hacen de las ascuas del verano un sol especular para la historia.
Porque las futbolistas dejan en la distancia una tarde de luz celebratoria, con rasgos de ejercicios de ballet.
Porque mañana aspiraremos el humo de
los titulares como si fuera bálsamo y olor a dama de noche que expande los valores éticos del deporte más allá del resultado.
Porque el partido de la final convierten las gradas en un escenario de aspiraciones comunes.
Porque olvidaremos por un día las tertulias vociferantes de la inestabilidad política que transforman los acuerdos de la convivencia común en noche oscura que despierta mi vocación de eremita.
Porque ese gol con la zurda deja en el taller literario argumentos donde la delantero centro se compadecía del portero y fallaba un penalti, o las reservas tenían dos camisetas y querían jugar medio tiempo con cada equipo, o la chica que pitaba el partido después del final llevaba flores a una muchacha de la grada cero.
Porque nadie vio a un presidente calvo, zafio y baboso besar con estridencia a una jugadora y el gesto pasó inadvertido y sucio, para que no empañara una tarde de gloria.
Por eso –y porque la selección femenina de fútbol ha ganado el Mundial- un día encendí el televisor, dejé solo al socorrista en su azotea frente al mar, y volví a ver
fútbol. Después salí a la calle, vi en las manos de muchas niñas aquellos cromos de
la infancia que pusieron color a un día único y a un equipo completo. Y entonces sonreí. (O casi)
(Homenaje)
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