miércoles, 23 de agosto de 2023

ESTEFANÍA CABELLO. QUIENES LLEGARON

Quienes llegaron
Estefanía Cabello
Editorial Cántico
Colección Doble Orilla / Narrativa
Córdoba, 2023

 

UN LUGAR EN LA NADA

 
   La biografía intelectual de Estefanía Cabello (La Carlota, Córdoba, 1993) se amolda a una doble labor que aglutina escritura y gestión cultural. Su carta de amanecida Trece segundos para escapar aparece en el catálogo de la editorial Torremozas en 2017. Sólo un año después llega a las librerías La teoría de los autómatas y confirma una senda lírica de excelente textura el libro El cielo roto de Shangái, su más reciente título, publicado en 2022 en la colección de poesía de Bartleby que dirige Manuel Rico.
   Con Quienes llegaron aflora la estrategia expresiva del relato en el taller de la cordobesa, que ahora realiza la tesis doctoral internacional en literatura española. Esta propuesta narrativa contó para su realización con una Ayuda Extraordinaria a la Creación 2020, otorgada por la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía. La nota de contraportada clarifica que Quienes llegaron, escueto aserto que sugiere un tono elegíaco y la indefinición del encuentro en el transcurrir temporal, mantiene un enfoque que “ahonda en lo ancestral y en el territorio, planteando como eje articulador los múltiples sentidos de la mujer”. Una breve nota prologal recuerda una contingencia histórica que afecta al plan de colonización demográfica de Andalucía  en  Sierra Morena durante el reinado de Carlos III, de modo que el pasado marca también su lugar propio en la formación de una genealogía colectiva que despliega su cadena de causas y efectos hasta el presente.
   Abre la compilación el relato “Hermana”, una ficción con la claridad del campo abierto y la pupila luminosa de lo autobiográfico. Habitar el primer tramo de la infancia da por sentado que en el hecho de vivir aguarda gozo y alegría. Pero el patrimonio afectivo está marcado por lo transitorio; presenta grietas como la soledad, la extrañeza y el desamparo frente a los otros. La travesía del sujeto aporta conocimiento y tejido sentimental, siembra esperanzas y sueños y deja en cada cruce de sendas el encendido abrazo de la inocencia. Son colores de mediodía que no tardan en diluirse en el inevitable transcurrir de la decepción.
   El espacio doméstico se convierte en marco de representación del relato “Aquí nunca pasa nada”. La rutina define el estar donde el hablante verbal Marita convive con presencias femeninas que ejercen papeles secundarios y aceptan un destino impuesto realizando labores de la casa. Todas las voces perciben una segunda dimensión del yo en la que caben la tragedia, la inquietud y el desamparo. Los miedos de siluetas en sombra que provienen de un mundo lejano y distante, solo entrevisto por los ojos de la memoria. La convivencia de la niña con la abuela cobija intimidad y alumbra una evocación solidaria y compartida que rememora recuerdos o ve crecer, desde los pliegues de la memoria, lejanos acontecimientos que se recuperan bajo los latidos de la nostalgia.
   La fuerza narrativa de la pieza “Los Blanchot” sobrecoge. El argumento plasma el oscuro poblamiento de un territorio inhabitable hecho aridez, enfermedad y vacío. Entre la crónica epocal que convive con la percepción subjetiva y la intimidad confidencial se hace palpable la inútil esperanza de aguardar un futuro mejor. “Los Blanchot” muestra el hondo discurrir de lo humano. Se realiza un mínimo inventario de esperanza y ese atemperado latir que muda la percepción consumidoa por el espejismo de un mediodía vital imposible.
   También en el cuento “La venta” la desolación y la pérdida están conectadas con el fatum que erosiona cualquier acceso a la felicidad; la luz de la existencia en medio de la nada se hace muy pronto penumbra clarificadora y certeza plausible de un final doloroso. La soledad se impone como un epitelio frío que oculta una geografía de demoliciones. Queda la sombra ausente de una joven que lo perdió todo y que vive el presente como una estela incierta que no lleva a ninguna parte. Sirven de coda a Quienes llegaron los cuentos “Un desvío inesperado”, “Suerte Rosales” y “La línea que termina en mi nombre”. En el primero, una voz omnisciente hace de la mudanza de una pareja a un entorno rural una estela reflexiva sobre los meandros de la convivencia: la comunidad de vecinos se convierte en una cárcel de iniciativas y frustraciones. Es necesario la huida, esa disposición del yo para “alejarse de aquel sitio, de aquella gente, del rumor constante, alejarse de la soledad en la soledad” para que cobre formas un paisaje con los trazos de un porvenir renacido.
 También la soledad y el dolor son rasgos caracteriales del entorno en el contenido de “Suerte Rosales”. En el fluir del cuento retorna el drama familiar de los últimos pobladores de un cortijo aislado en la aridez de la llanura y de los dramáticos sucesos que se clavan, como punzantes cristales, en el imaginario del lugar convertidos en leyendas. La experiencia de una realidad trastocada cobra una dimensión extrema que clausura cualquier salida a la esperanza.
   La tesela final “La línea que termina en mi nombre” cobra un peso ancestral. Escala el árbol genealógico para perfilar en la historia familiar la presencia de algunos personajes significativos, como el bisabuelo, cuya identidad busca asentimiento y mitificación, traspasando tabiques del pasado.
  La compilación narrativa de Estefanía Cabello explora la paradójica intensidad de un territorio que es al mismo tiempo geografía y estado anímico, desarraigo y apertura auroral. Y en esta dialéctica contradictoria se dan la mano las contingencias del hábitat, en el que se descubre una relación de pertenencia, y las indagaciones de la intimidad. El resultado es un gratísimo viaje lector que deja la tersura luminosa de una escritura que revisa emociones y sentimientos, con la conciencia de quien busca enlaces entre pretérito y ahora, mientras hace balance de su estar en la orilla. Ascuas vigorosas que guardan en su pupila el calor de la mudable geografía del tiempo.     
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

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