Juegos privados Carmelo Chillida Prefacio de Salvador Galán Moreu Kálathos ediciones Alcobendas, Madrid, 2023 |
LA VOZ DE LO POSIBLE
Desde 1997 Carmelo Chillida (Caracas, 1964) muestra la consistencia sostenida de una vocación literaria donde encuentran sitio la palabra lírica, el ensayo,
las notas críticas y la traducción. El escritor y periodista mantiene un afán de búsqueda
de itinerarios expresivos donde la poesía se percibe como significativo edificio central. Hasta 2023, el autor venezolano asentado en España ha publicado las entregas El sonido y el sentido (1997), Versos
caseros (2005), ¿Un poema de amor? (2011),
Desde el balcón (2013) y Rojo como la cabeza del fósforo (2018).
Las entregas hilvanan un ideario poético expuesto con verbo confidencial y elegante naturalidad, donde se mantiene la riqueza imaginativa y una lograda claridad mediante el uso de un léxico estricto, exento de aderezos
retóricos. Son trazos que invitan al lector a completar la imagen del poeta en
su nueva entrega Juegos privados (2023), también publicada en la editorial Kálathos que impulsan con excelente vitalismo Artemis Nader y David Malavé.
Salvador Galán Moreu firma un prefacio en el que resalta la solidez de una poesía que “habla de tú a tú”, alejada de solemnidades verbosas y abstracciones herméticas. En los poemas de Carmelo Chillida se palpa el empeño de huir de lo conceptual para ofertar una lírica escrita por la calma rota de un espectador verbalizando la existencia en su discurrir. La fluida cadencia de la amanecida muestra al despertar diario la estela de un estar conforme, que invita a la celebración de lo concreto y al disfrute sensorial de lo contingente. Mientras va creciendo la mañana con la pereza de lo rutinario se hace palpable la sensación de que nuestra finitud exige buscar sentido en cada instante y explorar el material perecedero de las sensaciones.
El poema inicial arranca con una intimista bienvenida a la poesía con un lenguaje llano, en el que perdura el tratamiento de temporalidad confidencial. El sujeto en su soliloquio comparte su disposición al poema sin exaltaciones ni lirismos torrenciales, solo con la alegría diáfana de la cercanía. El avance del libro congrega composiciones donde la razón poética adquiere la solvencia del primer plano: las rutas temáticas, los detalles triviales que enaltecen la fuerza visual del poema, la ausencia de idealización en el ejercitarse en la escritura y la disponibilidad del entorno para asentar en el cristal de la emoción poética cualquier trazo. Se trata de buscar luz al placer de vivir. Para explorar rincones de celebración y conformismo bastan algunas certidumbres y la conciencia de ser. La pulsión cotidiana tiende los brazos, sosiega la respiración, zarandea los sentidos con su sensación de ligereza y empuja hacia un nuevo canto.
En Juegos privados Carmelo Chillida plantea un deambular continuo entre el ahora existencial, la memoria, que recupera algunas presencias como la abuela que leía los horóscopos, la reflexión sobre el tiempo y sus parámetros de caducidad y ese viaje entre la sombra y el fulgor, entre la ironía y la creencia personal, que traza la identidad poética como alba de esperanza y chispa encendida para que el poema descubra una sonrisa.
El apartado final “Dos homenajes” presenta un par de composiciones muy diferentes. En la primera “Francisco” el personaje del abuelo y su peso vital llega a la última costa y se impone el balance de la experiencia personal. Mientras se apaga su respirar diario amanecen evocaciones y recuerdos, deudas de gratitud y espacios afectivos que fluyen como torrentes mostrando personajes y horizontes, como si fuera urgente convocarlos de nuevo en la despedida.
El poema fragmentando “Wislawa”, escrito en Caracas, el 1 de febrero de 2012, es una elegía a la premio nobel polaca en su instante final. A lo largo del libro, Carmelo Chillida ha ido sembrando algunos magisterios como Harri Almela o Mark Strand, y a ellos se suma Wislawa Szymborska, cuya obra poética es un canto a la voz natural sin disidencias; los versos fluyen con el rumor cristalino de la humildad, ajenos a cualquier gesto de púlpitos y soberbia. La vida es demasiado importante para tomarla en serio y el humor es el mejor epitelio, la respuesta convincente capaz de unir identidad y lenguaje.
Carmelo Chillida muestra en Juegos privados una voz subjetiva y reconocible en la que se integra una variada red argumental. Desde la celebración al tono elegíaco, el coloquialismo del poeta y su recurrente caminar por la ironía alumbran una celebración existencial que no languidece por constatar sus aspectos más efímeros. La palabra es un punto luminoso que despliega un variado surtido de esperanzas. Solo se requiere atención y escucha. Al otro lado de la puerta camina inalterable la vida al paso.
Salvador Galán Moreu firma un prefacio en el que resalta la solidez de una poesía que “habla de tú a tú”, alejada de solemnidades verbosas y abstracciones herméticas. En los poemas de Carmelo Chillida se palpa el empeño de huir de lo conceptual para ofertar una lírica escrita por la calma rota de un espectador verbalizando la existencia en su discurrir. La fluida cadencia de la amanecida muestra al despertar diario la estela de un estar conforme, que invita a la celebración de lo concreto y al disfrute sensorial de lo contingente. Mientras va creciendo la mañana con la pereza de lo rutinario se hace palpable la sensación de que nuestra finitud exige buscar sentido en cada instante y explorar el material perecedero de las sensaciones.
El poema inicial arranca con una intimista bienvenida a la poesía con un lenguaje llano, en el que perdura el tratamiento de temporalidad confidencial. El sujeto en su soliloquio comparte su disposición al poema sin exaltaciones ni lirismos torrenciales, solo con la alegría diáfana de la cercanía. El avance del libro congrega composiciones donde la razón poética adquiere la solvencia del primer plano: las rutas temáticas, los detalles triviales que enaltecen la fuerza visual del poema, la ausencia de idealización en el ejercitarse en la escritura y la disponibilidad del entorno para asentar en el cristal de la emoción poética cualquier trazo. Se trata de buscar luz al placer de vivir. Para explorar rincones de celebración y conformismo bastan algunas certidumbres y la conciencia de ser. La pulsión cotidiana tiende los brazos, sosiega la respiración, zarandea los sentidos con su sensación de ligereza y empuja hacia un nuevo canto.
En Juegos privados Carmelo Chillida plantea un deambular continuo entre el ahora existencial, la memoria, que recupera algunas presencias como la abuela que leía los horóscopos, la reflexión sobre el tiempo y sus parámetros de caducidad y ese viaje entre la sombra y el fulgor, entre la ironía y la creencia personal, que traza la identidad poética como alba de esperanza y chispa encendida para que el poema descubra una sonrisa.
El apartado final “Dos homenajes” presenta un par de composiciones muy diferentes. En la primera “Francisco” el personaje del abuelo y su peso vital llega a la última costa y se impone el balance de la experiencia personal. Mientras se apaga su respirar diario amanecen evocaciones y recuerdos, deudas de gratitud y espacios afectivos que fluyen como torrentes mostrando personajes y horizontes, como si fuera urgente convocarlos de nuevo en la despedida.
El poema fragmentando “Wislawa”, escrito en Caracas, el 1 de febrero de 2012, es una elegía a la premio nobel polaca en su instante final. A lo largo del libro, Carmelo Chillida ha ido sembrando algunos magisterios como Harri Almela o Mark Strand, y a ellos se suma Wislawa Szymborska, cuya obra poética es un canto a la voz natural sin disidencias; los versos fluyen con el rumor cristalino de la humildad, ajenos a cualquier gesto de púlpitos y soberbia. La vida es demasiado importante para tomarla en serio y el humor es el mejor epitelio, la respuesta convincente capaz de unir identidad y lenguaje.
Carmelo Chillida muestra en Juegos privados una voz subjetiva y reconocible en la que se integra una variada red argumental. Desde la celebración al tono elegíaco, el coloquialismo del poeta y su recurrente caminar por la ironía alumbran una celebración existencial que no languidece por constatar sus aspectos más efímeros. La palabra es un punto luminoso que despliega un variado surtido de esperanzas. Solo se requiere atención y escucha. Al otro lado de la puerta camina inalterable la vida al paso.
JOSÉ LUIS MORANTE
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