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Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez José Luis Morante (Edición, selección y prólogo Edición de la Isla de Siltolá Colección Aforismos Sevilla, 2028 |
Los aforismos de Juan Ramón
Jiménez
Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881- Puerto Rico, 1958) es una figura clave
de la literatura española contemporánea. Sobre este autor tutelar se han
prodigado los estudios sistemáticos, casi siempre nucleados en torno a la
poesía y, en ocasiones, sobre las complejas dimensiones biográficas que no
acaban de alejar algunas sombras: el desafío permanente a la vida social desde
un aislamiento casi huraño, la independencia estética, el incansable afán
perfeccionista y esa imagen de escritor
aséptico, poco enlazado con el convulso paréntesis histórico que le tocó vivir.
Pero lo concerniente a su producción aforística parece ocupar un segundo plano,
aunque sea una pared básica del edificio alzado en el discurrir, a pesar del ejemplar
rescate realizado por Antonio Sánchez Zamarreño. Tras veinte años de esfuerzo
investigador, el hispanista solventó algunos obstáculos básicos como la
dispersión, la multiplicidad de versiones o la temática heterogénea para
dejarnos una versión canónica de la aforística
de Juan Ramón. El libro Ideolojía,
volumen cuarto del corpus completo Metamórfosis,
explora un territorio esencial y sirve de introducción a otras antologías como
las preparadas por Andrés Trapiello y Juan Varo, que alumbran visiones parciales,
ya que el escritor estuvo activo durante más de medio siglo haciendo de sus
aforismos un elemento de continuidad entrelazado con su obra poética.
Aforismos e ideas líricas selecciona entre el voluminoso despliegue lapidario –el mismo escritor cifraba en más de veinte mil sus textos breves- una muestra fuerte, de más de ochocientos aforismos, una selección suficiente y capaz de recuperar una competente guía de argumentos, repleta de inteligencia y sensibilidad creativa. Esa maduración coherente del trabajo aforístico se distribuye en seis tramos que aglutinan un fértil quehacer extendido en el tiempo entre 1897 y 1954. En él se perciben algunas influencias de base, desde los magisterios más tempranos de Kempis, Nietzsche, Marco Aurelio, Pascal o Chamfort, hasta los derivados de su formación en la Institución Libre de Enseñanza, o de contemporáneos como Antonio Machado y Miguel de Unamuno.
La exploración argumental es ecléctica. la perspectiva creadora evoluciona o rehabilita intereses, pero siempre se caracteriza por una relación intensa entre existencia y labor literaria. Concede a su enfoque una fuerte dimensión ética impregnada de pensamiento filosófico. Para Juan Ramón Jiménez la perfección no es un concepto abstracto sino un camino que recorre con fervor interminable hacia la plenitud: “Pensemos más con las manos”, escribió en uno de sus aforismos, como si en él la provisionalidad no tuviese sosiego y necesitase estar sometida a la inquietud y a la perenne revisión. Hechizado por la perfección, buscaba el equilibrio total de la obra, el anhelo de lo completo.
Aforismos e ideas líricas selecciona entre el voluminoso despliegue lapidario –el mismo escritor cifraba en más de veinte mil sus textos breves- una muestra fuerte, de más de ochocientos aforismos, una selección suficiente y capaz de recuperar una competente guía de argumentos, repleta de inteligencia y sensibilidad creativa. Esa maduración coherente del trabajo aforístico se distribuye en seis tramos que aglutinan un fértil quehacer extendido en el tiempo entre 1897 y 1954. En él se perciben algunas influencias de base, desde los magisterios más tempranos de Kempis, Nietzsche, Marco Aurelio, Pascal o Chamfort, hasta los derivados de su formación en la Institución Libre de Enseñanza, o de contemporáneos como Antonio Machado y Miguel de Unamuno.
La exploración argumental es ecléctica. la perspectiva creadora evoluciona o rehabilita intereses, pero siempre se caracteriza por una relación intensa entre existencia y labor literaria. Concede a su enfoque una fuerte dimensión ética impregnada de pensamiento filosófico. Para Juan Ramón Jiménez la perfección no es un concepto abstracto sino un camino que recorre con fervor interminable hacia la plenitud: “Pensemos más con las manos”, escribió en uno de sus aforismos, como si en él la provisionalidad no tuviese sosiego y necesitase estar sometida a la inquietud y a la perenne revisión. Hechizado por la perfección, buscaba el equilibrio total de la obra, el anhelo de lo completo.
JOSÉ LUIS MORANTE
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