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Flor de calabaza Julia Bellido Editorial La Garúa Colección Haiku Barcelona, 2025 |
REFLEJOS
En la voz lírica de Julia Bellido la naturaleza es piedra angular. Regula el percibir de una observación subjetiva. Describe los quehaceres de un testigo en vela que acomoda en su sensibilidad secuencias emotivas e instantáneas al paso. El vuelo de una cigüeña blanca, desgarrando la noche; la soledad del pájaro en la jaula, la calabaza, como un sol arrugado y amarillo, o el canto de un petirrojo en el pinsapo son ámbitos del canto en el poema. Destellos libres, ratificando la actividad emocional de un yo verbal, abierto a la cambiante presencia de la realidad. Haikus y tankas acumulan en su deambular las hendiduras sensoriales del entorno. Los sentidos aportan una manera de conocer el paisaje. Colores y formas imponen sus sedimentos. Constatan espejismos y mutaciones de un mundo aparente que pone asombro en la retina y en el pensamiento: “Llegó el otoño: / tamborilea la lluvia. / Caen diamantes / donde fluye el arroyo / y se entristece el chopo”.
El discurrir incardina ciclos estacionales: “Ya está la luz / entre las hojas pardas. / En el estanque / se deshace la sombra / en pequeñas tinieblas”. El renovado fluir de la conciencia vislumbra, en la cercanía, la mansa convivencia entre lo que se inicia y lo que apaga sus destellos. De esa condición en tránsito no están exentos los objetos cercanos que muestran la belleza de su aspecto: “Flor del magnolio: / perfumada y flexible / renueva el aire”.
Todo el libro es un homenaje al patrimonio lírico de la filosofía zen. Haikus y tankas son formas de iluminación que penetran en las cosas e interiorizan su esencia con un esquema métrico establecido y canónico: la estructura versal 5/7/5 se repite en una docena de haikus, que se suman a los cinco versos del tanka clásico 5/7/5/7/7, que aporta más de una veintena de textos. En sintonía con el legado japonés, Julia Bellido deja en Flor de calabaza el desvelo de un testigo implicado que se empeña en cristalizar sensaciones; la atmósfera encendida de una realidad significativa, profunda, que, tras su aparente quietud elemental, impregna de aire limpio la conciencia de ser.
JOSÉ LUIS MORANTE
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