miércoles, 9 de julio de 2025

LOUISE GLÜCK. POESÍA DEL YO

Louise Glück


ROMPER LO FRÁGIL

 


   La concesión del Premio Nobel de Literatura de la Academia Sueca genera en cada convocatoria una incontenible tormenta verbal. Suele ser más riñas de gatos y preferencias personales no fundamentadas que opiniones y vislumbres inteligentes. En 2020 eran candidatos transeúntes Adonis, Margaret Atwood, António Lobo Antunes, Anne Carson, Haruki Murakami y Javier Marías. Pero la ganadora anunciada el día 8 de octubre fue Louise Glück, poeta y ensayista norteamericana de reconocido palmarés cuyos libros están en el catálogo de Pre-textos desde hace casi dos décadas. Gracias al traductor de Ararat, el poeta Abraham Gragera conocí la poesía de Louise Glück (Nueva York, 1943) a finales de 2008. En una grata tertulia madrileña, donde intercambiamos libros, Gragera recalcó el ideario figurativo y el aire frágil de aquellos poemas donde lo autobiográfico se convertía en vigoroso argumento.
   Así que para introducirse en el faro de Louise Glück, formado por una decena de poemarios entre los que sobresalen Praderas, AraratAverno y El iris salvaje, es recomendable sondear elementos biográficos que tienen una simbiosis misteriosa con el material poético. Nacida en la metrópolis de Nueva York en 1943, pasó una ensimismada primera infancia en Long Island. Su niñez tuvo contornos sombríos, trazados por el fallecimiento de una hermana antes de que ella naciera, que disolvió la armonía familiar. Tejió silenciosamente una fuerte voluntad lectora, que creció en la adolescencia cuando se diagnosticó una anorexia incontrolada. La enfermedad exigiría un prolongado tratamiento de psicoanálisis y la interrupción de su formación académica en Columbia. En este tiempo es cuando aflora su poesía. El despertar poético supone una imitación de los modos poéticos de William Blake, T.S. Eliot y W. B. Yeats. La prolongada soledad y la terapia le permiten una indagación profunda en las secuencias vitales y un cuestionamiento del clima relacional. Esas dolorosa incisiones no se oculta tras nubes metafóricas, sino que la palabra se convierte en terapia objetiva, como escribe en la indagación crítica Educación del poeta o en el rescate evocativo de Ararat, cuya configuración explana las relaciones familiares, la extrañeza, la sensación de estar fuera de sitio, el proceso erosivo de lo cotidiano y el precipicio final. Son aspectos descritos, como subrayaba la comunicación de Anders Olsson, presidente del comité del premio Nobel, con austeridad minimalista. La poesía enuncia enfoques de grisura desde una ética muy exigente que busca trascender el intimismo emocional.
   Por tanto, la clave argumental de Ararat es la familia, grupo de cohesión donde los vínculos afectivos exigen una intensa relación, como parte del crecimiento personal. Pero la perspectiva de Louise Glück en estos poemas es el desasosiego, una relevante vigilia que revisa grietas y necesidades nunca cubiertas. El yo poético muestra una potente capacidad observadora que asimila y rechaza secuencias vitales. Así amanece un método reflexivo que cuestiona la realidad interna del núcleo familiar. Cada miembro ha sido expulsado del paraíso para afrontar sufrimientos y absorber sentimientos contradictorios. Así se gesta una identidad separada, un esqueje no exento de frustración que busca clarificar su experiencia emocional.
   Ararat propicia una imagen autobiográfica en la que el hablante lírico intenta romper su fragilidad. Su voz revisa estereotipos sin estridencias, con un lenguaje lacónico, sin la tela cálida de los adjetivos. Como ha manifestado, al comentar su estética despojada, Louise Glück hace poesía en el páramo verbal: “Me atraen las elipsis, lo no dicho, la sugerencia, el silencio elocuente y deliberado. Lo que no se dice, para mí, ejerce un gran poder: a menudo desearía poder hacer un poema completo con este vocabulario. Es análogo a lo invisible, por ejemplo, al poder de las ruinas o las obras de arte dañadas o incompletas”.
  Poesía que hace de la humildad una aspiración mística y una cicatrización, para que las palabras encuentren su lugar y su afán de conocer. Latido humano y sangre tibia que surgen de la vida y la experiencia de un yo casi siempre ubicado en el caos, que se sabe fuera de lugar y se amarra al poema y la esperanza.
   El día 13 de octubre de 2023 fallecía Louise Glück con ochenta años de edad. Dejó como despedida particular la lectura de Marigold y Rose. Una ficción, un libro en prosa poética publicado por Visor en 2023 en su colección de poesía, con edición bilingüe y versión al castellano de Andrés Catalán.
  El planteamiento argumental del libro sorprenderá de inmediato, como sorprendió a su editor habitual en USA. Dos mellizas, todavía bebés, con un expansivo mundo interior desgranan pensamientos y acciones, como si hubiesen superado las tradicionales etapas del aprendizaje y ya estuvieran respirando en la vida adulta. Marigold, aunque no sabe leer, es una lectora brillante, y está escribiendo un libro en su pensamiento aunque no conozca todavía las palabras. Vendrán después. Mientras, Rose es un ser social que disfruta participando en actividades sociales como el baño y que goza de una hermosa presencia física. Son dos identidades muy diferenciadas y, por tanto, complementarias al asomarse al mundo.
   Cada niña percibe un entorno insólito que acentúa su soledad y su asombro, que les hace mirar al mundo adulto con ese punto de recelo de quien apenas entiende lo que sucede alrededor y de lo que, antes o después, pasará a formar parte, cuando empiece la vida oficial. Mientas constatan a cada instante la dependencia de “Madre”, el continuo refugio para estar a salvo, mientras “padre” está lejos sumando o resolviendo enigmas cotidianos. A veces las dos añoran la vida adulta por su enorme cargamento de palabras.
   De las reflexiones interiores de las dos mellizas nace la casa familiar y sus pobladores con una sensibilidad irónica en ocasiones y en otras repleta de ternura al poner silueta propia a los comportamientos de Madre y Padre o al discurrir de un tiempo que camina hacia el primer año de vida.
   En algunas entrevistas de prensa Louis Glück ha definido el libro como una novela poética dividida en breves capítulos. También ha señalado que la ficción nació a partir de los vídeos de sus nietas, grabados por el padre de las mellizas en California, y a quienes no podía visitar en 2020 por la pandemia. De las visualizaciones nacieron observaciones en torno a las bebes y su capacidad de relacionarse entre sí o con los adultos.
   El mundo interior en formación concede a la escritura de Marigold y Rose una perspectiva inédita frente al misterio del tiempo, una forma de expresión sencilla y delicada que se anticipa a las palabras y ayuda a vivir. Por eso resulta paradójico que la ausencia de Louise Gluck coincida con el retorno a la infancia de su escritura, con la vuelta a ese tiempo que abre puertas y teje amanecidas, como si confirmara la presencia continua de quien ya no está. Descansa en paz, querida poeta.

José Luis Morante



    

martes, 8 de julio de 2025

MUTACIONES

Ahogar la voz

 

CICLO DEL AGUA
 
  Geografía íntima
 
    La frágil transparencia de aquel río se confundía con su piel desnuda. Era una cualidad que extremaba las sensibles respuestas a los cambios de temperatura. De madrugada, el agua era sólida; con las primeras briznas de sol se licuaba y a mediodía las altas temperaturas tejían en el cauce redecillas de niebla, en un artesanal proceso íntimo de nubosidad variable.

(Del libro Fuera de guion)


 
 

lunes, 7 de julio de 2025

AFORISMOS CON OLAS

Florida, 2013


 

 AFORISMOS CON OLAS


A menudo la vida carece de sentido, es abstracta y compleja. La literatura no.

 Considera cada libro como un ejercicio de aprendizaje; agua que sube.

 Todo escritor soporta el previsible anclaje de la lectura.

 Como el mar, la realidad tiene signos secretos.

 Bajo la gota fría, el trazado del sendero se diluyó. Rumbo incierto.

Amo las noches de doble fondo, en las que caben vigilia y sueño.

 Esa manía de la memoria de revisar apuntes atrasados.

 Siempre que concluyo un libro, firma la escritura discreta del aprendizaje.

 La verdad no es un área reservada para soledades ariscas.

 Cuando avanzo hacia ti te desvaneces.

 Consumo la relación incierta del autista y su temporada en el invierno.

 Un porte sólido. De fantasma.

 Cuando tenía veinte años, Jaime Gil de Biedma no era un poeta cualquiera. Era el poeta.

La biblioteca, ese amplio gremio de deudas e hipotecas.

Crepúsculo, aleteo, sopor, engarce, azul… Tedio verbal con reputación asentada.

Los malos poemas tosen; tienen respiración errática.

 Una página es una conspiración entre sustantivos comunes, verbos fríos y adjetivos ecuánimes.

 Ya no recuerdo; el final de una biografía deja sitio para mucho olvido.

 

                                                     


 

 

 

sábado, 5 de julio de 2025

WISLAWA SZYMBORSKA. RELECTURA

WISLAWA SZYMBORSKA
(Kórnik, Polonia, 1923-Cracovia, Polonia, 2012)

 

ESA MANERA DE DECIR NO SÉ

 
 La sencillez biográfica de Wislawa Szimborska (Prowent, actual Kórnik, 1923-Cracovia, 2012)  solidificó el mapa literario polaco actual al conseguir en 1996 el Premio Nobel de Literatura. Toda la crítica focalizó un proceso creativo marcado por la voz lírica, el ensayo y la traducción. Desde su niñez, la escritora ligó su destino personal a la ciudad de Cracovia, donde se instaló con su familia a los ocho años de edad. Allí emprendió su formación universitaria e impulsa una obra poética cuya primera entrega aparece en 1952; es un conjunto de poemas marcado por el realismo socialista y sería repudiado por la autora como perteneciente a un periodo de formación y tanteo.
   También su compromiso ideológico con el comunismo de su época juvenil, adquiere con los años un epitelio crítico que le lleva a adoptar posturas de comprensión con los disidentes.
Su poesía está marcada por el pacto autobiográfico y por enunciados comunicativos que le hacen desconfiar de las disertaciones teóricas. Así lo exponía en su discurso de recepción del Premio Nobel: “El poeta contemporáneo es escéptico y desconfía incluso –o más bien principalmente- de sí mismo. Con desgano confiesa públicamente que es poeta –como si se tratara de algo vergonzoso En estos tiempos bulliciosos es más fácil que admitamos vicios propios, con tal de causar efectos fuertes; mucho más difícil es reconocer las virtudes, ya que están escondidas más profundamente, y hasta uno mismo no cree tanto en ellas “. Su argumentación quitaba el monopolio de la inspiración a los poetas y hacía de la misma un impulso de la voluntad entendido como amor al trabajo bien hecho, al espíritu inquieto que propicia una búsqueda constante. 
   La humilde imagen de una anciana de serena belleza, me lleva a recuperar en mis estantes su libro Aquí, un poemario traducido por Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, en 2009, incluido en el imprescindible catálogo de poesía contemporánea de la editorial Bartleby.
   El preciso enunciado, Aquí, sugiere inmediatez y refugio próximo; son cualidades que la poeta polaca hace suyas desde la amanecida de su quehacer literario. Todos los textos de Wislawa Szymborska se formulan en un tono intimista, como quien comparte una contingencia o un pormenor vivencial, como quien define pensamientos al alcance de cualquier usuario, sin el clasicismo elitista de la reflexión filosófica y sin la formulación calculada del lenguaje científico.
   El devenir concede los instrumentos necesarios para entender lo que nos rodea, ya sea un asunto doméstico o las características generales de nuestro planeta: “La vida en la tierra sale bastante barata. / Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. / Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. / Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo. “
   El sistema de ideas parece haber sido dictado para vivir sin pretensiones, como si el mensaje directo, nítido y certero sortease cualquier circunloquio y eligiera siempre la línea recta. Tan escueto aderezo nos convence de inmediato de su pertinencia y además nos asegura que lo genial pertenece a otra voz y que quien nos habla tiene las mismas limitaciones que tenemos nosotros y el mismo riesgo de que una buena razón se vaya diluyendo sin remedio por nuestra pereza.
   Los poemas de Wislawa Szymborska dejan sitio a una amplia gama de recursos expresivos, como la personificación o el desdoblamiento de la identidad y nada le es ajeno. Despierta, por ejemplo, una complicidad inmediata su incursión en el microcosmos, ese mundo invisible que pudiera tener su peculiar sociedad organizativa y que en su mínima existencia es capaz de condicionar múltiples existencias de seres superiores.
   Los misterios de lo cotidiano son tratados desde el coloquialismo y la sencillez; sólo así se plasman en sus versos un pensamiento firme y un verso inolvidable y transcendente.




 

viernes, 4 de julio de 2025

A PUNTO DE VER

Días en Shirakawako
(En el País del Haiku, 2025)

 
Siguen sus ojos
el exilio de nubes.
El viento empuja. 





jueves, 3 de julio de 2025

VIAJERO ACCIDENTAL

Hendiduras
Archivo general de internet

 

VIAJERO ACCIDENTAL

 

 

Un transcurrir en el que me siento viajero accidental del tedio.

 Movimiento de piezas en la voluntad. La razón, intransigente, funciona como un bisturí.

 Arqueología de una amistad diluida por su egolatría. Triste, como un desguace de automóviles.

 Aunque nunca responde, cuántas palabras.

 Oprimido por un pensamiento de esquemas métricos.

Elogio apabullante, de alumbrado publicitario.

Ausente. En ese tiempo de mirar afanosas hormigas.

 

(Aforismos de verano)





 

 

miércoles, 2 de julio de 2025

FRUTOS SORIANO FERNÁNDEZ. MI PADRE ME VISITA EN SUEÑOS (APUNTES DEL DIARIO DE RAMÓN FERNÁNDEZ)

Mi padre me visita en sueños
(Apuntes del diario de Ramón Fernández)
Frutos Soriano Fernández
Chamán ediciones
Colección Chamanes en trance
Albacete, 2025 

 

ASUNTOS PROPIOS

 
   Desde el formato expresivo de la anotación breve, Frutos Soriano Fernández (Albacete, 1960) escribe Mi padre me visita en sueños. (Apuntes del diario de Ramón Fernández). A primera vista, la narración remite de inmediato a una autobiografía en la que tienen acogida señalados episodios personales,  que marcarán el azaroso discurrir de lo cotidiano.
   El múltiple perfil literario de Frutos Soriano, en el que conviven la poesía, el teatro, la columna y la exploración del haiku como autor, antólogo y estudioso, moldea un protagonista cercano. El narrador tiende a la meditación, desde la experiencia de lo vivido, con el íntimo lenguaje de la confidencia y con el epitelio estacional de los cambiantes estados de ánimo. El viaje  ficcional comienza en “Invierno”, un intervalo de gelidez solitaria en el que resalta la ausencia de un personaje central: el padre. El tiempo de duelo está marcado por la evocación: “Mi padre me visita en sueños. Desde que murió, hace casi tres años, sueño a menudo con él. Casi nunca recuerdo detalles concretos, pero siempre hay en los sueños una sensación de vínculo y amor”. Tan hermoso despertar es en esencia el despliegue argumental de la historia. Como un faro atemporal, la identidad paterna sirve de anclaje a vivencias, pensamientos y actitudes; será la línea de equilibrio que conforme el discurrir de la cronología y la puerta franca que permite el paso hacia la espesura del pensamiento.
  La brutal hendidura de la pérdida es un desastroso acontecer que marca el antes y después en la existencia. El yo asume en su introspección meditativa el dolor y sus zarandeos. La pulsión intacta del abismo. Pero no es la única inquietud. También se hace fuerte la extraña culpa por una hermana gemela, muerta en estado embrional. El desamparo sume al sujeto en una indagación sombría del sentido existencial y del vulnerable estar en lo diario. Aunque no naciera, el recuerdo abre un cobijo emocional que preserva y cuida el recuerdo imaginario, formulando cuestiones de imposible respuesta.
  El apartado “Primavera” descubre la cadencia del haiku y la conformación de un aquí y ahora donde germina la vida y el deseo de “andar por andar. Atento a lo que surja. Olvidándose de uno mismo”. La nueva estación apacigua el persistente estado de melancolía y hace que los esquejes verbales adquieran una textura emotiva, donde todo se vuelve más transparente y real, como si cobraran mucha más entidad los pequeños gestos, lo humilde y lo desapercibido. Son días en fuga que renuevan brotes para inventar la aurora y para percibir en su decurso la necesidad de una mirada espiritual y transcendente; el necesario asombro y deslumbramiento ante los sucesos del entorno natural. Pero el tiempo nunca declina su afán de seguir. Lleva a la sala de espera de la tarde final, al inevitable viaje que apura el paso hacia el crepúsculo.
  La voluntad no cede a una reconfortante sensación de epifanía. Desde la esperanza y la fe nace la fuerza que reivindica el retorno a la vida sencilla, frente al cambiante desajuste exterior. La escritura es terapéutica compañía, donde se sedimenta el copioso anecdotario de lo cotidiano. Las teselas narrativas se enriquecen con frecuencia con la inclusión de poemas y haikus que atestiguan la conexión del sujeto con el entorno y con la conversación ensimismada que proponen las cosas. Quien siente la pulsión de la existencia se sume con frecuencia en un reparador éxtasis contemplativo que invita a la evocación. Que llama también a buscar en el interior las razones que justifican la vuelta de la claridad.
   La cartografía del apartado “Verano” ubica recuerdos, secuencias del aprendizaje sentimental y ese reguero de emociones que convoca el reloj de lo vivido en su diversidad.  El expansivo fluir de la conciencia entremezcla sentimientos y el silencio activo de la contemplación. El escritor además intercala citas que reflejan aspectos esenciales del aprendizaje personal y del conocimiento interior. En esta tercera sección resalta también la inclusión de abundantes haikus que sirven para llenar de precisa belleza de la realidad ordinaria.
   El tramo “Otoño” se abre con la jubilación del protagonista. Comienza una nueva etapa vital y corresponde jalear los hábitos de siempre. La escritura sosiega y preserva entusiasmo. El propio cuerpo también moldea su estar. De repente se echan de menos a presencias a las que estábamos acostumbrados y a su trasiego de apariciones y desapariciones. El pensamiento se vuelve menos dogmático y más tolerante y, alrededor, el ámbito familiar ratifica su condición imprescindible, su papel de refugio.
   El escritor da a su libro un sentido circular y lo cierra con el retorno del invierno. Poco a poco se impone el sentimiento navideño y el cierre de año, como si el presente generara la sensación de vivir aquí y ahora e invitara al yo a mostrar su compromiso de vida, con la justa energía, con la conciencia clara de que existe un compromiso personal de aceptar los contraluces de nuestra condición humana.
   Frutos Soriano Fernández hace de la escritura de Mi padre me visita en sueños. (Apuntes del diario de Ramón Fernández) una elegía en prosa. El sondeo interior del protagonista del relato y su perseverante contemplación salvan del olvido los mínimos destellos de una existencia aparentemente humilde y poco dada a la estridencia de lo extraordinario. La trama textual y su senda de emociones y pensamientos propician el reencuentro con instantáneas vitales cargadas de sensibilidad y humanismo. Las palabras escuchan el latido del tiempo, ese pasado desdibujado y neblinoso que guarda los momentos vividos. Recordar es abrir senda a lo extraordinario, llenar los sueños con la tinta fresca de lo inmarchitable
 


JOSÉ LUIS MORANTE