viernes, 19 de diciembre de 2025

UN FUTURO CON LUZ


 

FUTURO

 

Para Asier

 

  La inocencia del niño está llena de pequeños asombros. No ha cumplido tres años y ya conoce la verdad manifiesta del futuro. Quiere ser pistolero. Toma algo, lo empuña con la fuerza crecida de una vocación de arraigo y dispara a todo lo que dormita cerca. Después sonríe y hace recuento de las víctimas. Serio, muestra al abuelo el agujero que dejó la bala en el costado abierto de una nube.

 

(De Cuentos diminutos) 

 

jueves, 18 de diciembre de 2025

AFORISTAS 2025 (Entrevista de José Luis Trullo)

AFORISTAS 2025
Dirección y coordinación: JOSÉ LUIS TRULLO
Edita: Cypress Cultura
Sevilla, noviembre de 2025 

 

Entrevista de JOSÉ LUIS TRULLO (Fragmento)

 1.      ¿Cuándo empezó su relación con el aforismo y cómo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo? 

  No soy un adelantado; ratifico el lugar común de que el aforismo es curva pronunciada del camino de madurez. Hubo un tiempo de convivencia liviana, casi inadvertida. Como esa relación, civilizada y cortés, que mantienen los vecinos que comparten, de cuando en cuando, conversaciones de ascensor. Empecé a escribir con ánimo de publicación a mediados de los ochenta y la poesía asumía entonces el papel de protagonista principal. Gracias a ella llegué a la obra de autores que también escribían brevedades, como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Carlos Edmundo de Ory, José Ángel Valente…

  Ya en la amanecida digital, en la primera década del siglo XXI empiezo a escribir textos concisos de forma habitual. Muchos son borradores desechados. Otros aparecen en el cuaderno Sueltos, editado en 2007. Mi apertura aforística es Mejores días (2009) y con él abro una etapa de absoluto compromiso con el género, tanto a nivel teórico e investigador, como a nivel práctico que, felizmente, perdura. En casa, la brevedad es continuo alboroto. Un sostenido picotear en los estantes de la biblioteca. Releo mucho a autores clásicos, pero también a mis coetáneos. 

2.  Su aforismo posee un perfil propio muy marcado, en el que el concepto se viste de un ropaje poético muy característico. ¿Qué influencia ha tenido su práctica poética en su cultivo del género breve, y cómo ha influido (si lo ha hecho) el aforismo en su quehacer lírico?

    Entre la poesía y el minimalismo conciso no hay lindes claras; son evidentes las zonas de intersección. Tiene usted razón; mis aforismos buscan un ropaje poético a las ideas, fruto tal vez de los magisterios que han fortalecido sus contenidos. Ser poeta aporta un enfoque designativo, una manera de mirar y entender. La poesía transciende la realidad, sondea el más allá de lo aparente. Y el aforismo participa de la misma pulsión. Los dos son escrituras ascendentes. Buscan cotas del camino ontológico y escalan. Del pensamiento conciso toman mis poemas la precisión, la sobriedad de la palabra, la limpieza expresiva de las ideas y los motivos recurrentes centrales: la sociología de las relaciones humanas, el transitar del tiempo y el análisis de la identidad. El aforismo enseñó al jardín lírico la importancia de las labores de poda.

 3. ¿Coincide con quienes tildan el auge del aforismo en nuestro país como una moda pasajera, alentada por las redes sociales? Y si disiente de este dictamen, ¿a qué atribuye dicho auge?

 El futuro del aforismo desconoce la ropa de entretiempo; su oceanografía está despojada de contingencias personales y de caprichos algorítmicos. Es una estrategia cognitiva que alienta la introspección y la hondura, el viaje interior hacia el ser, no hacia el estar. La textura del aforismo no depende de la temporada climática. No mendiga ocurrencias digitales. Es reflejo de una tradición que aglutina un abrumador legado de pensadores y civilizaciones. Es verdad que las redes han facilitado el vuelo libre de la brevedad; pero como escribe Ramón Eder el aforismo tiene una levedad inconmensurable. La gracieta, el chistecillo existencial y la frase solemne son escenarios deshabitados.

4. Los aforistas parecen, parecemos empeñados en encontrar antecedentes, maestros y precursores en el pasado con una fruición que para sí quisieran otros géneros, cuya obsesión más bien parece diverger, tal vez no de la tradición, pero sí de la generación inmediatamente anterior: ¿cuál puede ser la explicación a este comportamiento?

 El reconocimiento de las influencias a veces imita un surtido de mercadillo de barrio. Su eficacia es especulación más que realidad, al menos si nos atenemos a los magros frutos de las publicaciones que generaron. Si en poesía, los hijos de Borges son multitud inabarcable; en el aforismo los parientes -hijos, nietos, biznietos y tataranietos de Gracián, los moralistas franceses, Cioran y Nietzsche - conforman un árbol genealógico tan frondoso, que entierra en sombra el resto del jardín. El patrimonio lector es un quehacer a largo plazo; se necesitan muchos años de trabajo, soledad y paciencia; cualidades poco compatibles con la aceleración vital de nuestro tiempo y la enfermiza manía de estar al día. Es más habitual la lectura de las novedades de contemporáneos que la inmersión en títulos clásicos, lastrados a veces por su aire de ápoca. Hay mucha invención de precursores a espaldas del precursor, mucha moneda a cara o cruz flotando en aire...

 

 Entrevista completa en  AFORISTAS 2025, Págs 101-105



miércoles, 17 de diciembre de 2025

PARADOJAS

Convivencia


PARADOJAS
 
Los códigos cifrados.
El pájaro y la jaula.
La lluvia en los poemas.
El mar de tierra adentro.
La ceguera y los libros,
aquella afinidad entre mi padre y Borges.
La idea que cobija el borrador.
Esa ilusión etérea de las cosas reales.
Las rosas sin olor, las flores secas.
El tiempo y la quietud de cada instante.
La luz y el corazón de las tinieblas.
Los días que amanecen y no estás. 

martes, 16 de diciembre de 2025

INVENTARIO DE PASOS PERDIDOS

Parque del Retiro
(Madrid, 2025)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

APUNTES AL PASO

 
 
En cada viaje la vida es otra, un inventario de pasos perdidos.
 
Las placas de hielo de algunas ideologías  propician la conducción temeraria.
 
Heterodoxias del viaje: exiliados, ausente, trasterrados, temporeros, turistas…
 
Los desnortes son inevitables también en la amistad inteligente.
 
De cerca, la perfección se desactiva.
 
Esas opiniones que al ser expuestas levantan una colina de babel.
 
El método más eficaz de orientación es caminar hacia ninguna parte.
 
Cada calle tiene la espesura de una selva.
 
Tantos estímulos demuestran que el arte procede de la realidad.
 
En la amanecida, el autoengaño sigue ahí, como un dinosaurio.
 
En el último paso de cada recorrido está lo inacabado, esa incertidumbre que cobija el regreso.



lunes, 15 de diciembre de 2025

EL IMPOSTOR

Alguien dentro
Fotografía
de
Archivo Freepick

 

EL IMPOSTOR

 

Un sueño es la mitad de una realidad

JOSEPH JOUBERT

 

   Sin ángulos muertos. Se vio a sí mismo, en los meandros del sueño, prodigando actitudes insólitas. Cerró los ojos ante la imagen patibularia. Su comportamiento estaba lejos del molde de rigidez victoriana que se atribuía. Era un impostor. Debajo de la historia existencial permanecía el registro intacto de otra biografía. Necesitaba una purificación extrema. Sintió en el pecho la punta de aguja de la desolación.. Empezó por no respirar. Ahora sabe que solo cuando duerme retornan las cosas a su funcionamiento natural.


Cuentos diminutos


 

 

domingo, 14 de diciembre de 2025

ÁNGELES CARBAJAL. NOSTALGIA DEL CIELO

Nostalgia del cielo
Ángeles Carbajal
Editorial Difácil
Colección Prúa
Valladolid, 2025

 


LA VOZ DEL TIEMPO

 
  Ángeles Carbajal (Argüelles, Asturias, 1959), licenciada en Historia del Arte, es una voz lírica que impulsa un quehacer bilingüe en castellano y asturiano. Con amplia presencia en las principales revistas del norte, comenzó trayecto literario a principios de los años noventa, cuando el realismo figurativo se definía como la etiqueta crítica más consolidada. Su innegable impulso al ámbito lingüístico local, reconocido con varios premios, ha convertido a sus libros de poesía en asturiano en referentes para la reivindicación y consolidación del patrimonio cultural autóctono. De este modo, se suma a la poblada nómina de poetas en lengua asturiana que José Luis Argüelles compiló en su antología Toma de tierra (Trea, 2010).
   La bellísima edición de Nostalgia del cielo elige como texto inaugural un apunte lírico de Luis Rosales: “Donde puso el temblor la primera hoja”, tras un título de innegable sensibilidad estética. Son matices que anuncian un espacio de calidez y armonía, ajeno a la voz exaltada de la estridencia. La elaboración del poemario se define por el intimismo y la mirada reflexiva sobre las hendiduras de lo real. El pensar del yo poético focaliza el sentido del tiempo cuando llega el momento de los interrogantes capitales, esas preguntas que se instalan en cada amanecida y empapan lo cotidiano de melancolía. Procede vivir, caminar con el techo de una casa encendida, por donde siembran pasos los sentimientos.
   Un cálido recuerdo a Francisco Umbral impregna el epitelio de la composición de apertura, en la que encuentra sitio un emotivo aserto: ternura sin sentido. Más allá de la lógica está la lluvia de las emociones, el inadvertido patrimonio que humaniza y concede a la escritura su experiencia vital. Advertimos también en “Ternura sin sentido” la labor de poda de la poeta, su empeño en dibujar el temblor emotivo con un claro despojamiento formal. Los textos emplean para su indagación en los rincones de la memoria una parca cantidad de palabras. Queda así en la voz confidencial un lenguaje directo, intimista, cercano, pero capaz de convertirse en testigo de lo vivido. El poema traslada afinidades con una peculiar cámara fotográfica que retrata el pasado. El excelente poema “La casa del padre” explica bien el discurso elegíaco de las palabras y su capacidad de unir los trazos de la historia personal de la protagonista, ese rosario de anécdotas con ”Inviernos, pájaros, gestos que se alejan / como estelas de un planeta / que da igual que haya o no existido.”.
  Las composiciones de esta primera parte comparten el ambiente auroral del asombro; eran días de infancia y la mirada infantil guardaba dentro un reino misterioso de cosas que vivían fuera del tiempo, en un ambiente de plenitud, donde nada estaba contaminado todavía por la intemperie.
  El segundo apartado rescata la voz del poeta y aforista Carlos Edmundo de Ory: “Una mujer me lava las manos. ¡Ojalá no se sequen nunca ¡”. La cita da pie a una interpretación abierta, pero en ella cabe la necesidad de protección y el sentimiento de fragilidad que la conciencia siente en cada instante. Así se refuerza en la infancia la presencia materna, o se asume en la juventud asideros invulnerables como el amor. Son sensaciones que el tiempo contamina y poco a poco transforma en una larga cadena de incertidumbres. Los lugares de siempre se convierten en calles desnudas de recuerdos. Solo queda un leve anecdotario, el nombre de alguna librería, las horas en el aula, el eco de unos pasos y la piel indemne que esconde en algún pliegue la dulzura.
   La existencia está en manos del tiempo. Los ideales, esas aspiraciones de ser Ícaro, envejecen y convierten el vuelo en “íntima indigencia”, en un fresco caudal de melancolía, que abre los ojos a un futuro inconcreto y lejano. Todo va quedando atrás. Como esos lugares de paso de la autopista, como días sin historia, cobijando una extraña sed de aventuras, alumbrando las luces de una casa encendida que espera todavía, en el último reflejo del atardecer, la llegada de nuevos invitados. 
   En la poesía transparente y emotiva de Nostalgia del cielo de Ángeles Carbajal, el poema busca razones de vida. Se hace evocación y melancolía. Siente que sus pasos son volutas de humo que el aire dispersa, como inalcanzables espejismos, en el páramo blanco de la memoria. Las palabras se empeñan en entender si la ceniza guarda todavía esa pequeña luz que un día fuera lumbre.



JOSÉ LUIS MORANTE



sábado, 13 de diciembre de 2025

BAJO LA PIEL

Vivir por dentro

 

BAJO LA PIEL

 

 Tengo un hormiguero bajo el páramo triste de la piel. Sus pobladores trajinan intempestivos, sin preguntarse si alguien acudirá a rescatarlos. Un temblor continuo evidencia su vocación de recorrerme a diario. Completan el mapa de la memoria de mi decrepitud. Pago tributo, acepto, no hago drama; la queja pertenece a los débiles. Previsibles y oscuras, cobijadas bajo las escamas, deshojan las horas. Se agitan como un denso río sin sangre. Son trampantojo de una arteria empapada de negro.


Cuentos diminutos