viernes, 26 de diciembre de 2025

ANCIANOS

Quietud
Archivo general de internet

 

LOS QUE ESPERAN

 

   Llegan temprano al parque, desde algún itinerario común y desdoblado. Caminan lentos, con un rumor  zanjado de desgarradura en los zapatos y los ojos adustos, clavados en el suelo. De vez en cuando relatan vidas improbables, escapes de otra identidad que ahora parece tangencial y oscura. Cuando están en el parque nada ocurre en su anatomía, pero son más ellos. Suspendidos en una inexistencia tallada por el tiempo, solo esperan.


(Cuentos diminutos)




miércoles, 24 de diciembre de 2025

JOSEFINA AGUILAR RECUENCO. LA ETERNIDAD MENGUANTE

La eternidad menguante
Josefina Aguilar Recuenco
VII Premio Internacional de Poesía
Juan Rejano-Puente Genil
Editorial Pre-Textos / Poesía
Valencia, 2025

 

INSTANTÁNEAS

 
   Profesora de Ciclos Formativos en un instituto público de Secundaria, Josefina Aguilar Recuenco (Almería, 1971) se ha convertido, en solo una década, en una presencia fuerte del territorio poético contemporáneo. Una alternativa multipremiada, reconocida y singular. Desde aquella amanecida de agudo título, Overbooking en el paraíso (Ultramarina, 2016) hasta La eternidad menguante (Pre-Textos, 2025) la poeta entiende la escritura como un ejercicio de introspección de la propia identidad a través del lenguaje. El camino versal se convierte en herramienta expresiva inconforme, empeñada en descubrir laberintos de imágenes y metáforas sorprendentes y en recuperar tramas a partir de referentes literarios.
   Un leve apunte de apertura sobre Lewis Carrol parece sugerir un guiño cómplice sobre las formas de percibir el tiempo y la realidad, siempre mudable en los espejos. Así comienza un libro que sorprende por lo explícito de los títulos de las composiciones y por la expansión de argumentos con un fuerte epitelio imaginario. Los poemas nacen como instantáneas que salen a encontrarse con la luz. Sesiones mínimas para captar el interior de hendiduras conceptuales como la realidad, el espejo, el infierno, un fantasma o una clase de ilógica… Con semejante estrategia, se puede fotografiar el rostro quieto de la oscuridad y percibir en su esplendor que los espejos no tienen fondo, que son una rendija donde cabe la hacendosa población de los sueños.
   La fotografía necesita ausencia de movimiento, concentración, un paréntesis de no ser en medio de una respiración suspendida. Solo así es posible que una sesión fotográfica se convierta en eternidad menguante. El desamparo de un ojo que mira un hueco, un agujero que engulle, una caída que está dentro de los sentidos.
   La extensión de cada poema y sus renglones centrados conceden a la lectura la apariencia de caminar por un género híbrido. Josefina Aguilar Recuenco yuxtapone en las páginas poesía, por la concentración de símbolos e imágenes, y prosa, por resetear  los ecos de los libros de Carrol. La escritora se siente cómoda ena esa convivencia aleatoria entre imaginación y sueños.
  De ese mundo que sueña, Josefina Aguilar Recuenco extrae situaciones insólitas., que recorren espacios ambiguos de opacidad y transparencia, que gestan una verdad distinta, dispuesta a deshacer convenciones y a prodigar diminutos asombros.  De este modo, el tiempo del poema se diluye, da saltos entre el pasado y el ahora; simplemente, ocurre, crece, se desploma, enmascara belleza para que aparezca intacta en alguna sesión fotográfica.
   La caja oscura de la cámara se hace fondo para cobijar lo insólito y buscar el comienzo de todas las cosas. La quietud se diluye: “detrás de mi ojo sucede el mundo”. Cada jornada laboral se hace memoria dilatada; es una puerta abierta a la fantasía y al caminar libre de la imaginación. La realidad se trastoca, muda en espacio alucinatorio y se llena de elementos lúdicos. Crea ilusión sobre la incertidumbre. Traza la silueta exacta de lo efímero.
   La eternidad menguante es una colección de poemas repleta de belleza por la originalidad de sus metáforas, por el sentido orgánico de las composiciones y por recuperar la fantasía como terapia de una realidad diluida entre sombras. Josefina Aguilar Recuenco explora; abre surcos para sembrar la espera fértil de lo que no existe.
 
JOSÉ LUIS MORANTE




 

martes, 23 de diciembre de 2025

ACERCA DEL SUEÑO

Escalada
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

ACERCA DEL SUEÑO 
                             
                       a mi hija Irene 
 
I
      
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
 
 
II
 
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.

 
       (Antología Ahora que es tarde, La Garúa, 2020) 



lunes, 22 de diciembre de 2025

LA MUJER TÉMPANO

Corteza
Fotografía
de
Archivo Freepik

 

LA MUJER TÉMPANO

 

   Embozada y lejana, siempre ascendiendo por las ramas más altas de la vanidad, siembra cada mañana cirros sucios en los cielos más claros. Si te mira, abre grietas, desanda cicatrices y provoca el goteo de un malestar tenaz que desconoce la razón de la culpa.  Como una esfinge sin secreto, renace en la penumbra, con su tacto de frío, la mujer témpano.

Cuentos diminutos





 

domingo, 21 de diciembre de 2025

LIMADURAS

Mirar de cerca
Granada, 204
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

LIBROS Y VIAJES

 
Me acaban de regalar La península de las casas vacías, de David Uclés. Un libro del que todo el mundo habla y cuya lectura parece una cuestión de estado. Novela abrumadora de setecientas páginas. Mi desazón es enorme porque el número de lecturas pendientes se ha desbordado en el cierre de año. Así que abro la novela con el entusiasmo de quien hace cemento en un octavo piso. A ver si aguanto la embestida verbal de Uclés. Sospecho que no.
 
El desborde postal demanda criterios selectivos para reseñar los libros nuevos. Una aspiración revolucionaria.
 
En su cara la sonrisa de quien guarda un sueño del que no quiere despertar.
 
Cada vez más convencido de que el uso permanente del sarcasmo es signo preclaro de estupidez, de un carácter descompuesto y oscuro al que duele ser rama baja, apéndice de luz escasa.

(Apuntes del diario)



sábado, 20 de diciembre de 2025

FERNANDO DEL VAL. LA DUERMEVELA ES UNA LEJANÍA

La Duermevela es una Lejanía
Fernando del Val
Editorial Reino de Cordelia
Madrid, 2025

 

ENTRE LA SED Y EL AGUA

 
   El éxito cosechado por las entrevistas de Fernando del Val (Valladolid, 1978), periodista y escritor, aconsejó en 2017 la publicación del volumen Si te acercas más, disparo por la editorial Difácil. Allí se reunían más de una veintena de conversaciones que transpiraban complicidad con los elegidos y dejaban un ajustado retrato humanista del personaje. Pero Fernando del Val, con un voluminoso expediente laboral en medios generalistas y en publicaciones especializadas es, sobre cualquier otra condición, poeta. Autor de las entregas Orfeo en Nueva York (2011), Lenguas de hielo (2012), Regreso al Metropolitan (2013), Los años aurorales (2017), que consiguió el Premio Ojo Crítico, y Ahogados en mercurio (2023). Son títulos que se ajustan a un decir poético ajeno al gregarismo de etiquetas y modas, que explora territorios apenas transitados y que revela originalidad, dicción rica en imágenes y una cadencia versal de honda musicalidad.  
   La nueva entrega La Duermevela es una Lejanía (Reino de Cordelia, 2025) sugiere a Luis Alberto de Cuenca este preciso apunte crítico: “Un sugestivo y sensible paseo por el amor y la muerte a través de una duemevela dotada de gran significación simbólica”. Son pautas que se ajustan bien a un poemario de innegable halo romántico, con cubierta e ilustraciones interiores de Henri Gervex, que incorpora un paratexto de gran densidad reflexiva. Las citas incluyen a Spinoza, León Hebreo, Tomás Guillén y Chantal Maillard.
   El conjunto de apertura “Cadencias del amanecer” dibuja una atmósfera onírica, donde lo metaliterario convierte la palabra en un acorde de sensaciones y en un despertar a la amanecida del amor. La amada es plenitud e indefinición, mientras el yo poético es un desvelo que cobija tristeza, que se hace escenario de lo umbrío, para convertir el deseo en oquedad insatisfecha. El recuerdo pone distancia, abre camino entre el agua y la sed. Guardada en la memoria, la belleza abre una hendidura que impide el olvido e impide cauterizar heridas invisibles. Ese estado anímico del hablante lírico impulsa meditaciones que encuentran en la prosa poética su molde más ajustado. También en el ajuste verbal del aforismo, con poemas de mínimo desarrollo argumental: “La línea recta todo lo pretende. / Su zurrón cargado de amianto / protege o que nadie escucha / de la intemperie de las certezas”.
   Soledad y tristeza definen la presencia del yo. Estar es intemperie. La despierta vocación de hallar sentido a la involuntaria aspereza de la lejanía.
   El segundo apartado “Con tu manera de mirar al viento” recalca el tacto manso de la incertidumbre cuyo epitelio envuelve el transitar diario y su abrazo de contradicciones. Si el amor es amanecida, la ausencia maltrata y contagia al porvenir de sombras. La intangible silueta del cuerpo amado se recorta de continuo. Genera un fértil surco de imágenes, cuajadas de belleza, pero su consumación es una utopía, un sueño que hace nidos en el aire. Un plano interior en el que cuesta regresar a lo real: “El amor es un elemento químico / que afecta a la conciencia. / El amor está hecho / a contramedida del hombre / para explicar mejor su finitud”.
   “De los siglos” reúne dos poemas de cierre. Ambos conjugan una reflexión existencial  en torno al misterio de ser. Respirar concede la callada fragilidad de lo perdurable y la condición transitoria del yo: lo pasado es recuerdo, la respiración de una hendidura en donde se contienen los indicios del sueño.
   Una nota final reflexiona sobre el paratexto de apertura y la ambigüedad de su sentido, mostrando un erudito repaso de autores. La lista apuesta por la diversidad y la indagación especulativa. Al cabo, como escribiera José Manuel Caballero Bonald: “Nunca se ha vivido lo suficiente si no se ha naufragado un poco”.   

José Luis Morante



viernes, 19 de diciembre de 2025

UN FUTURO CON LUZ


 

FUTURO

 

Para Asier

 

  La inocencia del niño está llena de pequeños asombros. No ha cumplido tres años y ya conoce la verdad manifiesta del futuro. Quiere ser pistolero. Toma algo, lo empuña con la fuerza crecida de una vocación de arraigo y dispara a todo lo que dormita cerca. Después sonríe y hace recuento de las víctimas. Serio, muestra al abuelo el agujero que dejó la bala en el costado abierto de una nube.

 

(De Cuentos diminutos)