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viernes, 13 de diciembre de 2024

NADAR EN SECO

Aprendizajes
Feria del Libro de Madrid, 2008
Firma del libro Arquitecturas de la memoria
Joan Margarit

 

NADAR EN SECO
 
El tiempo que no tuve nada en seco.
En él cada brazada recolecta
los secretos acordes de la profundidad..
De cuando en cuando
rasgan la superficie huecos húmedos
de cuyo fondo emergen
estelas de luciérnagas;
Mas un sudor salobre
desdice la quietud,
 impulsa cercanía
hacia el contorno exacto del trascielo.
 
No dejo que el cansancio me carcoma.
Sacudo el agua ausente.
En los brazos maltrechos
hay jirones de mí.
 
     (Del libro Nadar en seco, 2022)
 
                               José Luis Morante

miércoles, 31 de julio de 2019

LUIS GARCÍA MONTERO. ROPA DE CALLE

LUIS GARCÍA MONTERO
Ropa de calle
(Antología poética 1980-2017)
Edición de
José Luis Morante
Cátedra, Colección Letras Hispánicas
Madrid, 2018, tercera edición

NUEVA EDICIÓN DE  ROPA DE CALLE


 El incansable activismo creador de Luis García Montero reclamaba una urgente puesta al día de Ropa de calle, edición crítica de su travesía poética, aparecida en el catálogo de Letras Hispánicas en 2011. La muestra recogía una amplia mirada al trayecto biográfico del escritor de Granada y una selección de poemas escritos en un intervalo temporal que abarca casi tres décadas, entre 1980 y 2008. Desde esa fecha hasta 2016 el poeta ha protagonizado una etapa muy fecunda en la que ven la luz los poemarios Vista cansada, Un invierno propio y Balada en la muerte de la poesía. De las tres entregas se recoge ahora, en esta nueva edición de Ropa de calle  una amplia aportación poemática que da consistencia y continuidad a un trabajo intelectual de primer nivel, con amplia repercusión en la lírica más joven y en voces contemporáneas que han hecho de la poesía de Luis García Montero un norte que marca coordenadas para su propio taller.
   En este periodo también resalta la apertura de un filón narrativo integrado por tres novelas.  Estas ficciones definen el pulso narrativo del autor que presenta notables afinidades con su ámbito poético. Como es sabido, una cualidad persistente en esta obra lírica es la textura narrativa de las composiciones. Sin divagaciones, los estratos del poema se articulan con el pautado acontecer de una senda clásica que muestra exposición, nudo y desenlace. Esta aseveración prolonga sin suturas la dimensión narrativa que abre Luis García Montero en su producción literaria. El nervio germinal de su primera novela, Mañana no será lo que Dios quiera, es Ángel González, presencia fija de su familia poética, junto a Federico García Lorca, Antonio Machado,  Rafael Alberti, Luis Rosales y Jaime Gil de Biedma.
   La variedad polifónica del escritor se completa con el ensayo, la edición crítica y la columna de prensa, facetas donde amplía las posibilidades expresivas de nuestra lengua. La literatura de Luis García Montero prosigue sin desvíos, en una línea firme de continuidad y crecimiento, lo que determina la convicción profunda e que era necesario este nuevo encuentro del lector con Ropa de calle  para presentar un colmado balance de etapa, una detallada fotografía del ser poético en el fluir del tiempo.





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miércoles, 19 de diciembre de 2018

JOAN MARGARIT. ARQUITECTURAS DE LA MEMORIA

Arquitecturas de la memoria
Joan Margarit
Edición de José Luis Morante
Cátedra, letras Hispánicas
Madrid, 2006
     
                                                        LO VIVIDO

   El poeta Joan Margarit, nacido en Sanaüja en 1938, compila en  El primer frío una producción textual que abarca tres décadas de un proceso creativo sometido a continua revisión. El inicio rescata la poesía de 1975 y llega hasta 1995 pero las variables respecto a la edición original  son tan numerosas que sugieren una explicación detallada. El prólogo recuerda que la voluntad de hacer poemas despierta en Tenerife, donde la familia se había instalado en 1954, inaugurando una etapa enriquecedora cuyas instantáneas serán rememoradas con frecuencia. Ya en Barcelona, Margarit se matricula en la escuela Superior de Arquitectura pero el deseo de un destino literario es tan intenso que abandona las aulas para incorporarse a un trabajo editorial. Sin embargo no se cumplen sus inquietudes y vuelve a la universidad donde concluye la carrera de Arquitectura, en la especialidad de Cálculo de estructuras.
  Su formación científica arropa el planteamiento mental con que se acerca al material poemático: “pienso que no es una coincidencia baladí que el Cálculo trate de lograr la máxima resistencia y estabilidad con el mínimo de material (en general acero y hormigón)  y que la poesía trate de decir el máximo con el mínimo de palabras: al igual que las matemáticas son las más exactas de las ciencias, la poesía es la más exacta de las letras”.
  El trayecto arranca en Crónica, libro en castellano del que se recuperan varias composiciones reescritas, con lo que la etapa en esa lengua queda prácticamente abolida. Después de cinco años el autor regresa a la poesía utilizando el idioma vernáculo. Firma una decena de títulos y cosecha abundantes premios que lo convierten en protagonista relevante. También este segundo tramo ha sufrido un reajuste severo; del mismo se incluyen treinta y seis poemas bajo la denominación Restos de aquel naufragio.
  Será el poemario Luz de lluvia el que inaugure la etapa en la que el poeta reconoce plenamente la voz y en la que se integrarán Edad roja, Los motivos del lobo y Aguafuertes. El aserto “El primer frío” figura en esta entrega en una composición que tiene como hilo argumental un debate entre arte y vida que es, en último término, uno de los ejes orbitales de Joan Margarit.
   Bajo el supuesto estético de que el poema debe modelar un interior habitable, hay una estricta concordancia entre el yo existencial y el sujeto poético: la palabra da fe de lo vivido; utiliza el pasado como sustrato temático para que afloren los indicios de una realidad vital. El cúmulo de experiencias da paso a una meditación en la que predomina el sentimiento elegíaco y la certeza de una temporalidad ineludible que condiciona las distancias entre lo subjetivo y la otredad.
   La escritura, como cualquier cosmovisión singular, cimenta un conjunto de obsesiones que se expanden mediante variables; recurre a la clarividencia del matiz. En la exposición de la intimidad hay unos cuantos personajes referenciales: Raquel, Joana, Tío Luis…cada uno cumple una función emancipadora del aporte sentimental del yo poético. Raquel – o Mariona- es la culminación de lo amoroso, el erotismo y la plenitud de una convivencia que no está libre del envejecimiento pero que ha proporcionado al yo un asidero. Joana – la hija minusválida- es en su fragilidad y en su condición vulnerable el detonante de un aprendizaje que no concluye, ni siquiera con su desaparición; connota el fondo de invierno del dolor, el rostro de una belleza profunda y desconocida, la cercana presencia de la muerte. Tío Luis participó en la batalla del Ebro y tuvo un comportamiento heroico salvando a uno de sus compañeros; en la amarilla grisura  de la posguerra, es la figura en la que lo ideal encuentra sitio cuando el proceso de resignación y la renuncia a cualquier utopía parecen haber desvanecido la posibilidad de una causa. Tío Luis es la  ética que se resiste a claudicar
  En los poemas seleccionados para Arquitecturas de la memoria hay una confluencia de contenidos; se repiten temas: la indagación en los aspectos biográficos y las travesías de la memoria, las sombras de espacios interiores como el vacío, las pérdidas o el cansancio, la música, el mar, los viajes, o la ciudad. Dentro de cada motivo lo simbólico sale reforzado. La música se asocia con frecuencia a un tipo concreto de melodía: el jazz, la individualidad de sus intérpretes, el marco peculiar de las veladas en el que era posible hallar un  refugio a trasmano de la inercia diaria. Lo mismo sucede con la ciudad aunque es Barcelona –son frecuentes las localizaciones populares- el espacio urbano es sobre todo la descripción de estados anímicos asociados al transitar diario.
   Desde una lucidez que objetiva la emoción, se busca una expresión precisa, alejada del hermetismo, que se decanta por lo coloquial y que propende a lo narrativo con una cuidada secuenciación rítmica en la que no hay cambios bruscos.
   Arquitecturas de la memorial nos da la versión definitiva de un discurso poético que busca su razón de ser en  dejar trazos de una identidad articulada en días sin retorno. La fugacidad, esa sencilla estela que precede al olvido y anticipa la despedida general, habrá permanecido inalterable. Recostada en el papel, la palabra expresa un instante concreto que convierte al poema en una huella.