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miércoles, 30 de julio de 2025

EN FAMILIA

En otro tiempo

 

 En familia 

   En casa no nos gusta incomodar a nadie, señor comisario. Las cosas como son. No hay indicios, pero todos buscábamos algo. Mi madre buscó siempre el sosiego en la farmacia; mi padre en la mudez de un cigarrillo, convencido de que el cansancio y el frío están en las palabras, aunque son otra cosa; mi hermana, cuando niña, buscó el reclinatorio de la ermita y después la esquina más rentable del polígono sur. Yo que no busqué nada, encontré un libro y en él sigo. Vivimos juntos el abuso feliz de sentirse en familia. Repare usted que en casa los sueños nunca dieron ningún paso. 

(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Lastura editorial, 2024)






martes, 18 de marzo de 2025

TEORÍA PERSONAL DEL HAIKU

Encuentro en Madrid con 
JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS
Narrador, aforista y editor de las colecciones de Polibea
Madrid, 18 de marzo de 2025

 TEORÍA PERSONAL DEL HAIKU
DEL LIBRO
A PUNTO DE VER de JOSÉ LUIS MORANTE
(Polibea, 2018)

 

Garabatos en el muro

Mensajes torpes en la nieve

del alba

 

BUSON


 
 
El haiku teje en silencio, sin dogmas; cuando la poética se aleja de la emoción se refugia en el laboratorio.
 
 
Quien siente una arbitraria mutilación del paisaje cuando cierra los ojos, no mira hacia dentro.
 
 
Leo a San Juan de la Cruz. Percibo en el volar del haiku las cinco condiciones del pájaro solitario: va a lo más alto, no sufre compañía, pone el pico al aire, no tiene determinado color y canta suavemente. 
 
 
La humilde sobriedad del esquema verbal contrasta con su riqueza perceptiva y su capacidad para crear geografías imaginarias.
 
 
El tacto de las palabras recuerda la presión indecisa que muestra la mano de un niño cuando sale a la calle. Entre agarrar y soltar.
 
 
Cada silencio es un potente generador de sentido.
 
 
La percepción poética es una forma de conocimiento. En la lenta conquista del aprendizaje meditación, lectura, sosiego y piel.
 
 
No me parece agotado el concepto de poesía estacional; pero es una cualidad compatible con la adhesión del haiku a las causas del corazón.
 
 
Percibir el vacío como existencia cóncava y posibilidad de alojar dentro.
 
 
A veces la fuerza creadora no recuerda. Confunde identidades: poeta y artesano.
 
 
El texto expande experiencia estética. Aposa una contemplación transformada en vivencia interior.
 
 
Dar aliento al atajo, esa comunicación directa entre poema y receptor que cuida la empatía y el afán de compartir.

(Anotaciones de José Luis Morante)


sábado, 24 de agosto de 2024

EL BIÓGRAFO DE BORGES

Jorge Luis Borges
(24 de agosto de 1899, Buenos Aires-14 de junio de 1986, Ginebra)

EL BIÓGRAFO DE BORGES
 
 
   Labró durante una década, con monolítico afán, una biografía de Jorge Luis Borges. Se encerró en la buhardilla, ahuyentó compromisos, propició un divorcio, y consultó casi toda la incontinencia escrita sobre el argentino universal: ensayos, cuentos, poemarios, reseñas, tesis, reescrituras y panegíricos circunstanciales. Tras la enésima corrección de pruebas, se editó la obra. En las librerías aquella novedad tuvo una presencia discreta y el cansancio aliviado de su autor nunca más hurgó en los esteros de las trabajosas páginas.
   Nadie percibió la única errata, una azarosa paradoja. Al completar el paréntesis vital confundió fechas. Anticipó la muerte en Ginebra ochenta y siete años antes del nacimiento en Buenos Aires. Son señales de humo de un lapsus que hubiera entusiasmado al mismo Borges.

(Del libro Fuera de guion, Lastura, 2024)


 

sábado, 10 de septiembre de 2022

ENEMIGO LEAL

Enemigo leal
José Luis Morante
Colección Ángaro
Sevilla, 1990

LOS HECHOS CONSUMADOS

Gracias a mi torpeza,
al cómplice silencio de los días lluviosos
y a los buenos oficios de enemigos comunes,
has conseguido un odio a la medida,
que apenas se vislumbra.
Surgen imperceptibles
las miradas oscuras, asesinas,
en las cosas que amo,
el sonido quebrado de una cuerda vocal
ofertándome aliento,
el brillo delator de tu pupila 
en mis desolaciones.

Nada que objetar; la elección hace libres;
sabes muy bien qué ganas o qué pierdes.

                     (De Enemigo leal, 1992)

 

jueves, 25 de agosto de 2022

LOS AÑOS SIN RETORNO

Vivir al paso
José Luis Morante, Rivas, Madrid
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia



MEDIANOCHE

                    (Cumpleaños)

Mi cuerpo envejecía indiferente
y adquirió el hábito de la senectud.
Sentaba su cansancio ante la cristalera
ajeno al paso asiduo de lo cotidiano.
A veces sonreía y aquel gesto
remitía de pronto a un tiempo de cerezas,
liberaba fructífera nostalgia.
Una atenta pupila
espiaba feliz el vuelo rezagado,
el rebrote puntual de los arbustos.
Ahora la casa huele
a fósforo sin lumbre
y gotea el reloj lentitud y pereza.
Los objetos domésticos
resaltan su desgaste
como si presintieran
que en aquella mirada no hay retorno.
Al sol de medianoche
hilvano estas palabras mientras duermo.

    (De Mapa de ruta, Granada, 2010)





miércoles, 19 de diciembre de 2018

JOAN MARGARIT. ARQUITECTURAS DE LA MEMORIA

Arquitecturas de la memoria
Joan Margarit
Edición de José Luis Morante
Cátedra, letras Hispánicas
Madrid, 2006
     
                                                        LO VIVIDO

   El poeta Joan Margarit, nacido en Sanaüja en 1938, compila en  El primer frío una producción textual que abarca tres décadas de un proceso creativo sometido a continua revisión. El inicio rescata la poesía de 1975 y llega hasta 1995 pero las variables respecto a la edición original  son tan numerosas que sugieren una explicación detallada. El prólogo recuerda que la voluntad de hacer poemas despierta en Tenerife, donde la familia se había instalado en 1954, inaugurando una etapa enriquecedora cuyas instantáneas serán rememoradas con frecuencia. Ya en Barcelona, Margarit se matricula en la escuela Superior de Arquitectura pero el deseo de un destino literario es tan intenso que abandona las aulas para incorporarse a un trabajo editorial. Sin embargo no se cumplen sus inquietudes y vuelve a la universidad donde concluye la carrera de Arquitectura, en la especialidad de Cálculo de estructuras.
  Su formación científica arropa el planteamiento mental con que se acerca al material poemático: “pienso que no es una coincidencia baladí que el Cálculo trate de lograr la máxima resistencia y estabilidad con el mínimo de material (en general acero y hormigón)  y que la poesía trate de decir el máximo con el mínimo de palabras: al igual que las matemáticas son las más exactas de las ciencias, la poesía es la más exacta de las letras”.
  El trayecto arranca en Crónica, libro en castellano del que se recuperan varias composiciones reescritas, con lo que la etapa en esa lengua queda prácticamente abolida. Después de cinco años el autor regresa a la poesía utilizando el idioma vernáculo. Firma una decena de títulos y cosecha abundantes premios que lo convierten en protagonista relevante. También este segundo tramo ha sufrido un reajuste severo; del mismo se incluyen treinta y seis poemas bajo la denominación Restos de aquel naufragio.
  Será el poemario Luz de lluvia el que inaugure la etapa en la que el poeta reconoce plenamente la voz y en la que se integrarán Edad roja, Los motivos del lobo y Aguafuertes. El aserto “El primer frío” figura en esta entrega en una composición que tiene como hilo argumental un debate entre arte y vida que es, en último término, uno de los ejes orbitales de Joan Margarit.
   Bajo el supuesto estético de que el poema debe modelar un interior habitable, hay una estricta concordancia entre el yo existencial y el sujeto poético: la palabra da fe de lo vivido; utiliza el pasado como sustrato temático para que afloren los indicios de una realidad vital. El cúmulo de experiencias da paso a una meditación en la que predomina el sentimiento elegíaco y la certeza de una temporalidad ineludible que condiciona las distancias entre lo subjetivo y la otredad.
   La escritura, como cualquier cosmovisión singular, cimenta un conjunto de obsesiones que se expanden mediante variables; recurre a la clarividencia del matiz. En la exposición de la intimidad hay unos cuantos personajes referenciales: Raquel, Joana, Tío Luis…cada uno cumple una función emancipadora del aporte sentimental del yo poético. Raquel – o Mariona- es la culminación de lo amoroso, el erotismo y la plenitud de una convivencia que no está libre del envejecimiento pero que ha proporcionado al yo un asidero. Joana – la hija minusválida- es en su fragilidad y en su condición vulnerable el detonante de un aprendizaje que no concluye, ni siquiera con su desaparición; connota el fondo de invierno del dolor, el rostro de una belleza profunda y desconocida, la cercana presencia de la muerte. Tío Luis participó en la batalla del Ebro y tuvo un comportamiento heroico salvando a uno de sus compañeros; en la amarilla grisura  de la posguerra, es la figura en la que lo ideal encuentra sitio cuando el proceso de resignación y la renuncia a cualquier utopía parecen haber desvanecido la posibilidad de una causa. Tío Luis es la  ética que se resiste a claudicar
  En los poemas seleccionados para Arquitecturas de la memoria hay una confluencia de contenidos; se repiten temas: la indagación en los aspectos biográficos y las travesías de la memoria, las sombras de espacios interiores como el vacío, las pérdidas o el cansancio, la música, el mar, los viajes, o la ciudad. Dentro de cada motivo lo simbólico sale reforzado. La música se asocia con frecuencia a un tipo concreto de melodía: el jazz, la individualidad de sus intérpretes, el marco peculiar de las veladas en el que era posible hallar un  refugio a trasmano de la inercia diaria. Lo mismo sucede con la ciudad aunque es Barcelona –son frecuentes las localizaciones populares- el espacio urbano es sobre todo la descripción de estados anímicos asociados al transitar diario.
   Desde una lucidez que objetiva la emoción, se busca una expresión precisa, alejada del hermetismo, que se decanta por lo coloquial y que propende a lo narrativo con una cuidada secuenciación rítmica en la que no hay cambios bruscos.
   Arquitecturas de la memorial nos da la versión definitiva de un discurso poético que busca su razón de ser en  dejar trazos de una identidad articulada en días sin retorno. La fugacidad, esa sencilla estela que precede al olvido y anticipa la despedida general, habrá permanecido inalterable. Recostada en el papel, la palabra expresa un instante concreto que convierte al poema en una huella. 


jueves, 18 de octubre de 2018

KARMELO C. IRIBARREN. PREMIO EUSKADI

Karmelo C. Iribarren
(San Sebastián, 1959)
Fotografía de
Jot Down



CUANDO LA CIUDAD DUERME

                  A estas horas
         siempre
                       sucede lo mismo:
                            o es demasiado tarde
                           o muy temprano aún.

                                           Karmelo C. Iribarren

   Un hombre callejea, con andar sosegado, por el laberinto peatonal de una ciudad mientras se diluyen los contornos de edificios y transeúntes. Sobre los escaparates encendidos, crece en su espalda una sombra azul, dibuja irreverentes siluetas en movimiento. Hay en las despobladas aceras charcos de la lluvia nocturna en los que, poco a poco, la tinta blanca de la aurora encuentra sitio para una nueva representación. Amanece sobre los tejados. El hombre silencioso vuelve a casa, aunque no sabe si es demasiado tarde o muy temprano; la calle se puebla de pasos y toses que tienen la sonoridad y el ritmo improvisado de las piezas de jazz. Entre la claridad y el silencio, asciende el manso humo de lo cotidiano. Así, con esa ambientación de serie negra, en un impreciso decorado que puede reconocerse en cualquier sitio, se edifican muchas de las composiciones que prefiero de Karmelo C. Iribarren (Donostia, 1959). De igual modo, siento una incansable afinidad por su personal búsqueda, sin artimañas, de una lírica esencial que hace suyo aquel axioma de que ciencia y poesía tienen la misma obligación de precisión y claridad. Una formulación de traje parecido tiene una disertación crítica de Gabriel Ferrater en la que defendía que el contenido poemático debe tener, al menos, tanto sentido como una carta comercial.   
   Esta artesanía sugiere antecedentes. Los encontramos en esa parcela de la tradición lírica norteamericana que se denominó poesía minimalista, cuyas marcas de identificación sintetizo: dicción coloquial y sobriedad expresiva, ausencia de aderezo culturalista, orientación realista, reflejo ambiental que describe las esquinas de lo tangible y un hablante moldeado como un autorretrato sentimental e intimista. En ese discurso verbal, nacido como reactivo contra la literatura metafísica y transcendental, sobresalen las voces de Mark Strand, Raymond Carver, Charles Simic o Carolyn Forché.  Fue a comienzos de los años noventa, en una década de exultante vitalismo de la llamada poesía de la experiencia, cuando esta propuesta escritural es asumida en nuestro entorno por autores que la taxonomía crítica aglutinó tras el aserto “realismo sucio”. En su núcleo central encuentran sitio las obras del propio Karmelo C. Iribarren, por más que el poeta no suela encontrarse cómodo en la codificación generacional ni en promociones o grupos de conjurados estéticos.
   De la progresión y consistencia del largo itinerario recorrido en más de dos décadas, desde que llegaran a las librerías en 1993 sus versos más madrugadores, deja constancia el volumen Seguro que esta historia te suena, un completo bagaje hasta 2012, en el que las entregas se integran sin contradicciones ni cambios de registro, con un claro sentido unitario. El poeta no confunde; nunca deja de ser quien es, como si se hubiese rezagado en su propia condición. Este panorama general, que debe su título a un poema homónimo del libro Serie B, estuvo precedido por muestras parciales como La ciudad, que alcanza ahora la tercera salida, tras las fechadas en 2002 y 2008. En el liminar de la primera edición, el desaparecido escritor Vicente Tortajada comenta el golpeteo emotivo de las obsesiones poéticas de las obsesiones de Karmelo C. Iribarren, esas que arrastran sus pies al caminar y raras veces permiten la indiferencia; los poemas tienen el murmullo de un acordeón que propaga en el silencio de la madrugada un lirismo desnudo capaz de alejarnos de la soledad. Por su parte, Joaquín Juan Penalva, en las consideraciones introductorias de la segunda recopilación aconseja adentrarse en la poesía iribarriana a cuerpo limpio, sin apriorismos, como nos adentramos en el recinto de la realidad cotidiana, porque el poema nunca oculta su aliento vital. Mis opiniones críticas no difieren.
   La ciudad, en sus ampliaciones, traza un lacónico callejero con dos enclaves de referencia: la zona centro –el sujeto verbal- y la periferia: las voces y ecos de los otros. El protagonista verbal de Karmelo C. Iribarren desdeña la impostura, toma prestados abundantes rasgos del sujeto biográfico y cuando habla de sí mismo nunca se percibe en el tono ningún ejercicio de egolatría ensimismada sino una mera cuestión de proximidad afectiva. Quien habita en los versos no se dedica a cultivar la autoestima sino a registrar a mano alzada la nervadura existencial y sus circunstancias. Y en ese trasfondo cabe la viñeta costumbrista, la reconsideración de las franjas vividas, el aprendizaje existencial, las claves sentimentales y las erosiones de la edad. Son vetas argumentales expuestas con un sustrato de ironía que aleja el patetismo, cuando se hace certeza que las ilusiones y utopías depositadas en los calendarios alcanzaron su fecha de caducidad, o cuando la realidad refleja, con el ceño fruncido, un rostro ajado en los espejos del existir.
   Las palabras del hablante lírico aspiran al diálogo y se pronuncian con un claro propósito comunicativo. La confidencia sentimental viene filtrada por la voz de un yo desdoblado, una identidad reconocible que comparte preocupaciones, valores y actitudes con el acento dialogal de la evocación. Otras veces, el mapa del recuerdo se pliega tras el cristal de la observación para exponer matices e impresiones tomados del entorno próximo: las escenas descritas tienen un trazo limpio, una leve variación que las aleja de la monotonía habitual. El poema entonces se hace crónica, apunte costumbrista en el que la sorpresa encuentra un hueco. Esa fidelidad al detalle se aleja de lo didáctico; no hay pretensiones de representar la voz generacional, ni la mezcla coral de lo gregario: quien habla lo hace por asuntos propios, no para cumplir la solemne tarea del portavoz.          
  La arquitectura poemática se alza con el verbo fluido del hombre de la calle que habla de situaciones vivenciales. Mira el calendario que marca el tiempo en las largas horas vacías que acumula el final de cada jornada, cuando todo se reduce a una terca sensación de cansancio y derrota y el cristal se llena con la plata sucia de lo desvaído.
   La expresa mención a la ciudad del título convierte al paisaje urbano es un escenario omnipresente que muy pocas veces adquiere tintes idílicos. Es un espacio baudelairiano, que se caracteriza por imágenes que reflejan las circunstancias existenciales. Sujeto y paisaje forman un todo caracterizado por una ligazón natural; el entorno crea la atmósfera propicia para que emerjan las imágenes que contrastan pretérito y presente, experiencia y deseo, carencia y celebración. El ánimo se apropia de esas imágenes plásticas que nos concede el paisaje real y con ellas edifica su experiencia verbal.
   En las composiciones de Karmelo C. Iribarren se construyen puentes entre vida y literatura. Aquí, cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia sino afirmación de vida de un personaje verosímil, el autorretrato de un desconocido que huye del azar y la impostura. En sus versos hay sitio para las estampas interiores de la intimidad, ese conjunto de rasgos sentimentales que define la identidad de un yo concreto. El territorio interior establece una forma de compartir maneras de ser y de sentir y nos deja las señas de identidad de un sujeto fiable con el que establecer una relación amistosa. A esta atmósfera de recogimiento propicia a la confidencia, que deja sobre la mesa la frágil armazón de lo vivido, le viene bien salir del neutro territorio del narrador omnisciente y emplear la primera persona. La voz directa inspira confianza e incluye la proximidad de un plano de detalle; quien habla lo hace con lucidez inquieta y exigente, con la vibración de un protagonista implicado y no con el tono neutro y lejano de un personaje marginal. Las palabras llegan con la cadencia de una voz que nos deja asomarnos al cauce continuo de su pensamiento.   
   El quehacer poético de Karmelo C. Iribarren amplía la conciencia y está lleno de efectos secundarios. El poema breve es siempre un adecuado receptáculo formal. El argumento se articula con una precisión que consolida el desenlace. El cierre versal alcanza su punto álgido, y concluye esa armonía secreta. Ese proceso de creación propaga y  trasfiere al lector las continuas indagaciones en la verdad de la existencia. 
   Supongo que a nadie se le oculta que, en la declinante cuenta de resultados del mercado editorial de estos años, la triple reedición de una antología poética como La ciudad en poco más de una década es campo de confusión y motivo de asombro. El asunto subraya un caso raro, un intraducible secreto literario, de esos que James Joyce escondía en sus libros “para mantener ocupados a los críticos durante trescientos años”; o constata de forma natural, por encima de cualquier duda, una acertada conjunción de méritos propios en la perdurable labor de Karmelo C. Iribarren. Sin más interpretaciones; lo que sienta las bases del temblor cordial con este volumen de poesía es la manera de hacer crónica una poesía vigorosa y precisa para captar la esencia, emotiva y sin adornos verbales, oportuna y cercana, que tiende la mano  para rescatar al lector de la intemperie, mientras la ciudad duerme.


JOSÉ LUIS MORANTE


(Prólogo a Karmelo C. Iribarren, La ciudad, Sevilla, Renacimiento, 2014, tercera edición) 


miércoles, 4 de octubre de 2017

QUEJAS MUDAS (AFORISMOS)

Erosión
Fotografía de
José Luis Morante
(Archivo personal)


QUEJAS MUDAS

 Qué difícil es
cuando todo baja
no bajar también

ANTONIO MACHADO

Como una empresa en crisis, el nacionalismo somete a la inteligencia a una severa restricción de plantilla.

Soporto a diario más proyectos de fronteras y aduanas, pero los veo como quien viaja de paso, en el asiento de atrás.  

La amistad, esa incansable empresa de mudanzas, tantas veces ocupada en descubrir mentiras, cinismo y resentimiento.        

Terminó un puzzle complejo y frágil, al alcance de cualquier animal doméstico.

Cuántas voces se amontonan en una ideología vacía.

Hasta la diáspora, mi patria fue la suya.

Se sienten felices cuando apagan la luz y los otros caminan a tientas.