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viernes, 28 de abril de 2017

ORIETTE D'ANGELO. AMANECIMOS SOBRE LA PALABRA

Amanecimos sobre la palabra
Antología de poesía joven venezolana
Selección y prólogo de
Oriette D'Angelo
Team Poetero Ediciones
El Rosal, Caracas, 2016

PRISMA POÉTICO DE VENEZUELA

    Ofrecer un panorama limitado por fechas generacionales siempre deja la impresión de un enfoque parcial, estrictamente realizado con los aportes de unas cuantas presencias creadoras. La propuesta Amanecimos sobre la palabra con selección y prólogo de Oriette D’Angelo dibuja el orbe poético del ahora venezolano mediante una nómina de veintinueve poetas nacidos entre 1985 y 1999. La juventud de los incluidos habla más bien de propuestas que de realizaciones concretas; casi todos los integrados en la muestra permanecen inéditos en papel y han difundido los poemas a través del espacio digital. Pertenecen a una coral de autores que encuentra en el ciberespacio difusión a través de blogs, revistas digitales o páginas web. Sus recorridos urgentes deben adquirir solidez a través del legado de la tradición y del conocimiento de magisterios que aporten raíces. Oriette D’Angelo menciona en su introducción a Pablo Rojas Guardia como tronco firme del canon contemporáneo; de su verso “Amanecimos sobre la palabra Angustia” nace el título de esta compilación.
  Editado en un tiempo sombrío por los conflictos sociales que asolan el país y su fraccionamiento político, parece necesario también hablar del contexto histórico en el que afloran las palabras de esta amanecida. Al cabo la poesía, como argumentara con acierto el crítico y ensayista Juan Carlos Rodríguez, es una construcción histórica, ligada al devenir comunitario y al espacio político y social, saturado de ideología, donde los poemas surgen  y se expresan. Así se percibe, por ejemplo, en la poesía de Juan Rojas, donde el entorno es colapso, expresión de la angustia que interacciona con cada sujeto se erige en génesis versal, o en Cristina Gutiérrez Leal, que sondea los sustratos del yo desde el ser comunitario. También en Daniel Arella para quien "Escribir poemas es dar la cara".  
   La selección comienza con Oswaldo Flores, escritor nacido en Caracas en 1985 y tiene como último paso la apuesta juvenil de Darya Chávez Prigorian. Y en su desarrollo Amanecimos sobre la palabra mantiene un cauce muy útil para el lector: cada propuesta individual está integrada por los datos biográficos, un apunte estético con los signos más relevantes del autor y  dos o tres poemas que, si bien no permiten asimilar de inmediato la senda estética individual, despiertan la curiosidad de buscar en las redes un mayor despliegue del quehacer estético.
   Queda claro en la antología de Oriette D’Angelo que en la última promoción que sale al día en Venezuela no hay monopolios estéticos ni homogeneidad estilística sino un amplio despliegue, un muestrario de ideas con significativas diferencias que va desde el coloquialismo que sondea entre la pérdida de referentes y el desamparo en la construcción de la propia identidad a la vanguardia experimental, desde el objetivismo autobiográfico hasta la problematización de la escritura transformada en estrategia revolucionaria.
  Amanecimos sobre la palabra hilvana materiales aportados por sensibilidades diversas que aquí se combinan como un todo unitario. Se alza así un punto de vista plural que da fe de vida de una escritura omnívora, cuyos ingredientes –imaginación, necesidad expresiva, pensamiento sobre el sentir y el vivir y crónica del entorno, que ayude a comprender la realidad- cooperan entre sí para dar continuidad a una tradición que siempre requiere una nueva capacidad interpretativa, la amanecida de un ideario hecho cambio y metamorfosis. Poesía sin mordaza, tercos universos contraídos donde habita la memoria encendida para el recuerdo y la capacidad  para olvidar.


jueves, 30 de marzo de 2017

POESÍA JOVEN DE VENEZUELA

 Concurso Nacional de poesía joven Rafael Cadenas
                                          2016
                              Prólogo de Yolanda Pantin
                     Team Poetero, Autores Venezolanos
Caracas, Venezuela, 2016

POETAS EN EL DESCAMPADO

   El desajuste político de Venezuela y la angustiosa situación económica han dejado casi en la sombra el vitalismo cultural del presente o las bifurcaciones literarias de las promociones emergentes. Iniciativas como el I Premio Nacional de Poesía joven Rafael Cadenas permiten percibir un mosaico colorista; estilos y tendencias que pugnan por definirse. Su edición dibuja los ángulos del entrelazado lírico actual y los nexos entre tradición y modernidad a partir de la  muestra de veintisiete participantes, escogida entre los casi seiscientos textos que optaban al premio, junto a las poesías del trío ganador.
  La presentación de Yolanda Pantin, jurado en las valoraciones de la convocatoria, concede una perspectiva cultural humanística a esta antología parcial impulsada por el colectivo  Team Poetero; la verdadera poesía siempre tiene la fuerza persuasiva de un litoral  frente a las tormentas: “No hay papel, no hay dinero, no hay nada, pero hay mucho que pensar y que decir”.
   Fruto de esta interpretación de la escritura como diálogo con los elementos de la realidad y de homenaje al magisterio de Rafael Cadenas, es un conjunto diverso, un volumen heterogéneo que descubre la red plural de la poética venezolana a partir de sus últimas filas, con novedosas formas expresivas y motivaciones profundas.
   Las creaciones líricas arrancan con las tres composiciones ganadoras. La primera, escrita por Willy Mckey se titula “Canto 14” y es un poema largo fragmentado en cuatro cuerpos cuyo argumento se inspira en la filosa punta de la realidad. Horada la carne del poema la tragedia de Amuay, aquel infierno que causó la explosión de la refinería de Amuay el 25 de agosto de 2012 y cuyas causas siguen siendo un opaco misterio. La palabra desvela las secretas relaciones del dolor colectivo y evoca el cielo angustioso del sinsentido, ese fatum que discurre por secretas galerías. Quedan espirales de quejas y dolor; la precaria inmersión del pensamiento para encontrar en la umbría la efímera verdad.
   La composición “Angustia”, texto de José Soledad, logró el segundo premio. Vehemente y aleatorio en su discurrir, el poema despliega un largo soliloquio en un escenario nocturnal. El entorno es colapso y laberinto, un caos que obtura salidas a la esperanza y se convierte en lectura de la precariedad más absoluta; existir no es más que dar latido a la condición de náufrago.
  El último poema premiado es  “Sueños de papel”. Los versos de Luis Barraza Q. hablan de lo cotidiano como hábito de la incertidumbre. Lo hacen con voz directa y comunicativa, como si fuese un testimonio del sujeto verbal que sale al día para dejar testimonio de su tedio y de su grisura existencial. La disposición formal del poema recurre a grandes cesuras visuales para acentuar la ruptura y el sinsentido, esa respiración cansada del tiempo que simula al desplazarse la arrumbada mole de un viejo paquidermo.
  Dada la procedencia dispar de las composiciones recogidas y los enfoques que muestran los inéditos, está vedado en el libro cualquier enfoque sistemático; los caracteres muestran un paisaje plural. Las secuencias verbales dejan tramos claros y sendas sombrías que deben concretar todavía sus lindes expresivas. Aún así, sobrevuela en esta amanecida colectiva del verso un rumor común: las manos incapaces de la realidad para dar cumplimiento a sueños y esperanzas, la fuerza de una verdad terca y abrumadora que hace de la poesía expresión natural de la intemperie. Las palabras son testimonio del drama vital; muestran su vocación de vida, su lugar en el mundo también en el frío perdurable de los descampados.